La demanda interna cayó hasta 30%. No hay exportación por falta de competitividad. Altos costos por mantener en cámaras y campos.
El ciclo de la citricultura, industria emblemática para la economía entrerriana, marca que este mes debería comenzar la cosecha en las primeras variedades tempranas de mandarina. Sin embargo, la situación se da con la particularidad de que aún en las plantaciones de la provincia permanece un fuerte stock de producción en las plantas, y otro tanto en cámaras, que no han podido ser comercializadas.
Esa imposibilidad debido a la baja demanda en el mercado interno, y la dificultad de ingresar a mercados internacionales por baja competitividad, origina importantes pérdidas para los productores, ya que deben afrontar fuertes costos para mantener esos frutos que tienen ya un año y medio.
«Estamos terminando una zafra que se hizo larga, porque no se puede terminar de vender la fruta del año pasado. Hay producción todavía en las plantas, otra que se puso en cámara y los productores que hicieron eso están perdiendo mucha plata», explicó a UNO Fernando Borgo, actual tesorero de la Federación del Citrus de Entre Ríos (Fecier).
Tener producción en cámara se ha encarecido sustancialmente como consecuencia de las fuertes subas de los precios de la energía eléctrica. Mientras que en el caso de dejarlas en plantas, se requieren importantes costos para combatir la denominada plaga de la mosca de la fruta: «Es una complicación enorme», dijo sobre la situación.
Justamente, la producción se mantenía habitualmente en cámaras para evitar esos costos, que hoy han alcanzado niveles exorbitantes.
La falta de canalización de la producción obedece exclusivamente a la falta de demanda. «No hay demanda porque las fábricas de jugo están abarrotadas de jugo y no pueden vender; tampoco hay consumo por parte de la industria», indicó el extitular de la Fecier.

«Las naranjas todavía en los campos tienen un año y medio arriba de la planta, desde septiembre de 2017; esa fruta tuvo un año y medio corriendo riesgos, sufriendo las inclemencias de tiempo, plagas. Esto complica el trabajo, y por una cuestión de sanidad habría que haberla sacado antes. Cada variedad debería tener su ciclo y momento, si no se empiezan a amontonar y luego el mercado no responde como debería responder», remarcó el dirigente y productor.
Actualmente el productor recibe por kilo de cítricos alrededor de 1,50 pesos, cuando el costo de producción es de 3 pesos. El precio final al consumidor es 10 veces más, en promedio.

Estudio

La producción entrerriana tiene un volumen de 6,8 millones de toneladas anuales. Al mercado interno se inyecta un 60%. «De acuerdo con nuestros registros en la Federación, según la guía citrícola que se elabora, comparando los números actuales y del año pasado, hemos disminuido entre un 20% al 30% el consumo interno. Se perdieron 10 millones de cajas –cada una de 18 kilos– respecto de lo que se vendía en 2018. Equivale a decir alrededor de 180.000 toneladas.

El resto se comercializa en la industria y en mercados del mundo.

«Al exterior bajamos de un 8% del total de la producción a un 6%. Cae porque veníamos de un gobierno con el que teníamos los mercados totalmente cerrados por una cuestión diplomática. El actual gobierno abrió muchos mercados, pero en paralelo aumentó aranceles de exportación; nos subieron el costo de las retenciones que teníamos 0 y hoy estamos pagando para exportar», detalló.
A ello le sumó otras variables que generan altos costos frente a otros competidores del mundo. «Había tres puntos que considerábamos como prioritarios: costo de energía, de mano de obra y de presión tributaria, y ninguno de los tres fue tocado en estos años. Al contrario, la energía en los últimos tres años tuvo un aumento exorbitante, la presión impositiva no decayó y en el mercado laboral no se hizo nada en cuanto a ley ni a bajar costos, porque se anunció un mínimo no imponible donde entraba la citricultura, pero le toca a muy pocos, solo a los que están regidos por el gremio de Uatre y que tienen a la producción citrícola como actividad primaria; y nosotros tenemos muy pocos de Uatre porque generalmente el personal es del Sindicato de la Fruta».
En esa línea crítica a la falta de políticas para el sector por parte del Gobierno, Borgo remarcó: «No es solo abrir mercado; hoy incluso te puede jugar en contra esta política de libre mercado porque los mercados que se abrieron para nosotros hay que corresponderlos para que ellos puedan entrar. Y nosotros teniendo un costo tan alto corremos el riesgo que entre producción acá», aspecto que ya ha ocurrido, como por ejemplo con el ingreso de naranjas de la República Oriental del Uruguay.

El viernes hubo una reunión de Fecier para evaluar la situación y los pasos a seguir. «Tenemos mucha presión de las bases de los productores, de mostrar el descontento y quieren directamente subirse a la ruta. Es el modo de reclamo cuando no te sentís escuchado. Y estos planteos que teníamos con el otro gobierno, hace tres años le hacemos a este gobierno y no hubo una mejora. Te anuncian créditos pero no hay productores que sean sujetos de crédito con las condiciones que anuncian; el mínimo no imponible no entra en un sector muy grande: pedíamos combustible y energía más baratos, y se dispararon; y en los últimos días volvieron a aumentar los peajes. De lo que veníamos reclamando, es todo en contra. La verdad es que no te sentís escuchado. Se hacen reuniones, nos hemos movido mucho en estos últimos años, pero no hay respuestas, o son demagógicas e insuficientes».