Por qué hay nula evidencia física respecto del submarino desaparecido hace 311 días

27 buques, 11 aeronaves, 7 países, más de 4000 personas, cero resultado. El contraste entre la infraestructura y el recurso humano para dar con el ARA San Juan y la nula evidencia física respecto del submarino desaparecido hace 311 días es abismal. Tanto como la inmensidad del Océano Atlántico donde se lo busca desde el 15 de noviembre, aún sin datos concretos. Pese a todo, la esperanza de los familiares de los 44 miembros de la tripulación renació hace dos semanas con el inicio de la segunda fase del operativo que busca descifrar el enigma que los mantiene angustiados desde que el navío partió desde Ushuaia hacia su última misión.

Desde el 7 de septiembre pasado cuando zarpó de Comodoro Rivadavia, el buque Seabed Constructor desechó diez indicios sobre la presencia del submarino. Uno resultó ser un pesquero ya identificado, dos eran “sombras” que parecían ser objetos para el sonar de barrido lateral del barco y las otras siete correspondían a formaciones geológicas del complejo lecho marino en el que se realiza la búsqueda. Una similar proporción de resultados había arrojado la primera etapa del operativo que estuvo coordinada, desde la base naval de Puerto Belgrano, por el Comando de Operaciones de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (COAA), a partir del 17 de noviembre en que se dispuso el caso SAR (sigla en inglés de Búsqueda y Rescate).

Hasta el traspaso del mando de las operaciones a Ocean Infinity, la empresa contratada en agosto por el ministerio de Defensa, se habían verificado 80 contactos. Con la utilización de ROV (sigla en inglés de Vehículo Operado Remotamente) se comprobó que 73 eran accidentes geológicos, como formaciones rocosas, campos de corales o elevaciones del relieve submarino. Hasta finales de marzo se habían hallado además cinco pesqueros, de los cuales se pudieron identificar al argentino Mar del Plata 01419, al arrastrero chino Lu Rong Yuan Yu 896, hundido por el guardacostas Prefecto Derbes en 2016, y el taiwanés Jih Shin Tsai, detectado también por el Seabed Constructor y que fue hundido por su capitán, en 2005, después de ser descubierto pescando en aguas argentinas. Los otros dos contactos resultaron una anomalía de un sonar y un medio tambor hallado el 24 de diciembre a 845 metros de profundidad

La primera fase, a cargo del COAA, fue una búsqueda operativa, coordinada por ese mando naval, que la organizaba y planificaba en base a medios limitados en cuanto a su operatividad. Ocean Infinity encara una búsqueda científica, diseñada como una campaña oceanográfica. “Implica un barrido sistemático del lecho marino, de modo metódico, emplea equipos especiales y personal especializado y es prolongada en el tiempo” dice un informe del ministerio de Defensa. Contempla un plazo entre 60 y 120 días de búsqueda continua.