Los caminos del enoturismo en Entre Ríos, comienzan a pasar por Victoria
Los caminos del enoturismo en Entre Ríos, comienzan a pasar por Victoria, y ya son varios los emprendimientos que siguieron los pasos del pionero rosarino Rubén Tealdi, que tiene viñedos en esta ciudad desde 2006 , y se animaron a gestar el sueño de la bodega propia. Este es el caso de Iván Benítez y Mariano Pavani, quienes decidieron junto a sus familias dejar San Lorenzo, de donde son oriundos, para apostar a su proyecto Colinas de Baco.
El complejo comenzó como un viñedo con bodega, continuó con la construcción de diez cabañas ahora con un camping que puede albergar a cien acampantes.
En Victoria abundan las historias de foráneos que un día la conocieron, se enamoraron de ella y la eligieron para vivir, dejándolo todo atrás. Algo así fue el caso de Iván y Mariano, que primero la visitaban en época de corsos, y luego por cosas de la vida terminaron anidando allí.
Los dos emprendedores no conocían el rubro. Un artículo periodístico llamó la atención de Benítez, y una charla con Tealdi los entusiasmó. Luego se asesoraron con el Inta y un estudio de suelo que les aseguró que existía potencial para el desarrollo de la actividad los decidió.
Historias de vida. Mariano trabajaba en el puerto de San Lorenzo. Se casó con una entrerriana de San Salvador y tuvieron 2 hijos.
Ivan es abogado, casado con una colega y también tiene dos hijos. El más pequeño fue afectado por una grave enfermedad que le dejó secuelas, que lo obligan a ir a la escuela con una maestra integradora. Y mientras los establecimientos públicos santafesinos le cerraban las puertas, las del otro lado del río lo recibían con los brazos abiertos. «Esto fue determinante para nosotros, no lo dudamos, juntamos nuestras cosas y nos vinimos a vivir a Victoria», aseguró Benítez.
Saludable. En San Lorenzo no se podía vivir por la polución y el terrible tránsito. Queríamos una vida más sana y más tranquila, nos fuimos a vivir a San Salvador y luego nos mudamos a Victoria. La inversión en el proyecto es muy importante, pero no lo vimos como un aporte para ganar más dinero: nosotros creemos que al venirnos a Victoria invertimos en diez años más de vida», reflexionó Pavani.
«Es verdad que vi la veta económica en el proyecto, pero yo estoy inmensamente agradecido con esta ciudad porque nos cambió la vida, por eso no dudé al invertir», manifestó Benítez al periódico victoriense La Semana.
El complejo. Colinas de Baco se extiende por una finca de tres hectáreas, en la zona de la costanera. Este viñedo está dividido en parcelas de las variedades malbec, cabernet sauvignon y merlot (700 plantas de cada una). A unos metros, el predio se funde con un paisaje rústico donde en breve se habilitará un camping y en febrero se estrenarán las diez cabañas. En el proyecto general está prevista además la construcción de un salón de eventos y spa.
El proyecto vitivinícola apunta a un producto de calidad, con una producción limitada de hasta tres mil botellas por cosecha. El cultivo sigue criterios orgánicos, por lo que se controla y preserva la propia condición natural de la vid para obtener vinos con la personalidad y tipicidad propia. En dos años esperan tener la primera producción, y para entonces ya estará lista la bodega, dentro del mismo complejo.
Con una producción tan reducida el fin pasa por el encanto turístico que generan estos románticos emprendimientos, que congregan la atención de turistas de todo el país y del exterior que buscan un espacio exclusivo, donde se respira vino y naturaleza.
Mucho trabajo, inversión y ganancias a largo plazo. Un desafío sólo apto para disfrutan más de los proyectos, que de los logros.
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