Síndrome de fatiga crónica: una enfermedad silenciosa
Los síntomas de la fatiga crónica pueden estar ocultos durante años antes de recibir un diagnóstico. Esta enfermedad se caracteriza por una fatiga profunda, disfunción cognitiva, alteraciones en el sueño, manifestaciones autonómicas y dolor, entro otros, que alteran la ‘vida normal’. En estados Unidos, por ejemplo, afecta entre 836 mil y 2,5 millones de personas.
Según un relevamiento publicado por una comisión de expertos del Departamento de Salud (HHS), los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y la FDA, la fatiga crónica, también conocida como encefalomielitis miálgica (EM), es una enfermedad crónica, grave, compleja y sistémica. Muchas personas con este trastorno tienen dificultades para completar las tareas diarias, y al menos un cuarto de ellas incluso de salir del hogar o levantarse de la cama a en algún momento. Según las autoridades sanitarias de Estados Unidos se estiman en 17 a 24 mil millones anuales las pérdidas por productividad laboral.
La vida del exhausto
Las personas con síndrome de fatiga crónica (SFC) a menudo realizan actividades a un nivel menor de lo que eran capaces antes de la aparición de esta patología. «Este cuadro que aparece de una manera muy especial, mezclado con el cansancio, la angustia por la imposibilidad de realizar las actividades habituales, las dificultades en la conciliación del sueño y el despertar si la sensación reparadora del descanso», detalla el doctor Miguel Ekizian, médico psiquiatra. La causa o causas que lo producen aún no se han identificado, por eso es importante para su detección descartar otras patologías.
En la década del 90′ se definía al síndrome de fatiga crónica como un cuadro que se caracteriza por un cansancio que podía durar más de seis meses. En este sentido, es importante diferenciarlo de lo que se conoce como un síndrome de fatiga posviral (SFPV) que puede asociarse, por ejemplo, a una hepatitis o alguna otra enfermedad. En el SFC, este tipo de cansancio se da de forma mucho más prolongada.
«Desde el punto de vista médico, es muy importante asegurarse que las causas de esta fatiga, no respondan a cuestiones hormonales, oncológicas o infectológicas», asegura el doctor Ekizian.
El perfil del paciente
«Lo que observamos es que, en general, estos pacientes que pudieron o no haber tenido alguna casusa infectológica o fiebre, guardan un componente emocional muy importante en cuanto a su personalidad», puntualiza Ekizian. De acuerdo al especialista, los pacientes suelen ser personas con un nivel muy alto de ansiedad, de minuciosidad, obsesivos y detallistas que pueden ser muy dependientes o con un gran necesidad de aprobación. También pueden tener personalidades limítrofes «blanco y negro», que tienen una apreciación de sí mismos y expresan su estado emocional de manera exagerada y sin tonos neutros. «Son personas con una gran capacidad de visualización e imaginación. En general son muy inteligentes pero, sorprendentemente, esta gran capacidad que tienen actúa como un ‘tendón de Aquiles’ que los lleva a esta improductividad en la vida», indica el especialista.
Esta afección es más frecuente en mujeres y se suele presentarse a partir de la segunda década de la vida, generalmente entre los 30, 35 y 40, según aclara Ekizian, que es la etapa en la que las personas presentan mayor expectativa en cuanto a la realización personal y, de allí, se comprende la frustración.
Sin embargo, es tratable. Los pacientes puede recibir ayuda desde distintos ámbitos. «Lo primero es realizar un diagnóstico correcto. En general, se trata de una combinación de trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y el cuadro de fatiga. Algunos incluso, la denominan como depresión enmascarada porque no se expresan como depresivos, pero si como ansiosos que terminan deprimiéndose por el cansancio y la imposibilidad de cumplir con la rutina diaria», detalla Ekizian.
Un abordaje en tres frentes
En general, para tratar a este grupo de pacientes, los especialistas suelten trabajar desde tres lugares distintos muy importantes. «Uno de ellos es la persona, su identidad, su sentido de la vida y su razón de ser desde el punto de vista psicológico. También evaluamos la relación o no, los prejuicios en torno a los tratamientos de tipo orgánico-farmacológicos, que gracias a Dios, dan muy buen resultado y son de gran ayuda, en especial, en los momentos más difíciles». En ese sentido, el médico psiquiatra trabaja para encontrar el antidepresivo que responda mejor a la situación del paciente, porque actúa haciendo que los neurotransmisores de la persona funcionen mejor.
El tercer aspecto del abordaje terapéutico del paciente es el trabajo en situación, es decir, los vínculos. De acuerdo a Ekizian, se observa que el paciente es una exteriorización de un sistema familiar que, muchas veces, en lugar de contribuir a su mejoría ayuda a que este trastorno sea constante. En este sentido, el especialista consideró como una buena práctica la posibilidad de incorporar a miembros de la familia para apuntalar al paciente y ver la mejoría.
Tratamientos y terapias complementarias
En publicaciones recientes se ha visto que la medicación homeopática puede tener un efecto positivo en algunos pacientes y en otros no. Por este motivo, este tipo de tratamientos pueden actuar de modo complementario pero no reemplazan a la acción de los psicofármacos prescriptos por el psiquiatra. «La medicación antidepresiva se da en dosis más bien bajas o intermedias y está orientada a mejorar el humor. Sorprendentemente, el tratamiento que mejora el cuadro ansioso depresivo tiene un efecto sobre el cuerpo, al relajar todo el sistema muscular, lo que permite mejorías en el descanso para empezar de manera renovada un nuevo día», aclara el especialista.
Sin embargo, toda la medicación debe estar acompañada de un seguimiento ya que no se trata de un tratamiento crónico que se pueda dar y sostener en el tiempo. También es importante que el paciente pueda ordenar su energía y su vida en relación a una agenda esperable. «Muchos terminan agradeciendo el haber tenido esta enfermedad porque les enseñó a ordenar la manera de vivir», resume el doctor.
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