En la Unidad Penal de Victoria se hallan alojados 83 varones y una mujer, privados de su libertad. Del total de hombres, 20 de ellos aún no tienen condena. El resto están purgando penas de entre 3 y 16 años por una diversidad de delitos, aunque prevalece el robo calificado. Esta semana se conoció una condena a perpetua para uno de los alojados, oriundo de Aranguren, autor de la muerte de su esposa.

La población prácticamente se ha duplicado en los últimos seis meses, tras implementación del nuevo Código Procesal Penal en la provincia de Entre Ríos. Otro dato verificable es que del total de la población carcelaria sólo un poco más de una docena son de Victoria, el resto provienen de Gualeguaychú, Concordia y otras ciudades entrerrianas, que son destinados a este establecimiento carcelario con capacidad para algo menos de 70 personas.

Los hombres, a medida que van llegando al centro se los ubica en uno de los cuatro pabellones que dispone la unidad y dentro de ellos en celdas que tienen dos o tres plazas cada una. “Se les intenta ubicar en grupos afines para evitar conflictos”, relata el alcaide José Osuna, que desde el 2 de marzo de este año está a cargo de la dirección de la Unidad Penal Nº 5. “En general a pesar de la gran cantidad de internos que hay no se registran demasiados problemas entre los reclusos, ni entre éstos y el personal”, explicó el funcionario al ser consultado por Paralelo 32.

En cuanto a los procedimientos internos cada vez que ingresa un nuevo interno, explicó Osuna que se los acomoda en un pabellón, luego se los ubica en celdas, tratando de vincularlos por afinidades. En ese sentido, ilustra que el lugar de origen es uno de los factores que los une. “Hay más amistad entre los convictos que llegan de una u otra costa de la provincia”, detalló.

Del total de encarcelados, sólo dos de ellos, ingresados recientemente, el resto realiza actividades dentro o fuera del pabellón. Además de la fajina habitual, muchos de los privados de la libertad realizan capacitaciones o estudian, actividades que realizan dentro del albergue.
“El sistema intenta ofrecer a estos hombres herramientas para regresar a la comunidad con la posibilidad de un trabajo o estudio”, dijo. Es que en Victoria, como en el país, la delincuencia va de la mano de la falta de educación formal. “La mayoría de los reclusos no tienen más que primero o segundo grado”, dijo el funcionario. Por eso está en los objetivos del sistema carcelario trabajar con los convictos sobre el objetivo de facilitarles la inserción social al momento de la libertad. “A nosotros nos piden lo que nadie pudo o supo hacer”, dice el Alcaide, ya que el Penal parece ser el destino último de muchos jóvenes que antes ya pasaron por otras instituciones, como hogares para jóvenes u hogares en tránsito. Por eso cree necesario que sean todos los organismos del Estado los que comiencen a trabajar con técnicos capacitados para lograr que esos niños, luego jóvenes vulnerados en sus derechos dentro de sus hogares, puedan encontrar en el Estado el resguardo y la formación necesaria para que se evite ese camino que termina en el delito y luego la cárcel.

Respuesta
La sociedad exige que el sistema carcelario les devuelva un hombre de bien y apto para trabajar y ser confiable, pero al momento de tener que responder, los miedos y los prejuicios son más fuertes. Es por eso que en general los hombres que salen con algún oficio aprendido, al momento de ponerlos en práctica no consiguen un lugar donde insertarse laboralmente. “Lo primero que les piden es el certificado de vecindad y eso los acompleja a la hora de la búsqueda; porque los empleadores se niegan a contratar a un empleado con antecedentes penales, que quizás puede ser muy eficiente, porque hay hombres que salen preparados para una vida de bien”, concluye.

Cambios
Tras la aplicación del Nuevo Código Procesal Penal en Entre Ríos, la población carcelaria aumentó notablemente. En Victoria, hasta poco más de seis meses atrás la cantidad de reclusos rondaba los cincuenta, mientras que hoy (específicamente el 16 de julio) ya son 84. “La rotación es importante, sobre todo en los casos de prisión preventiva que pueden estar un mes, luego se les corta y vuelven”, explica Osuna.

A la población masculina se le debe sumar una excepción que nunca fue debidamente explicada por las autoridades judiciales. Nos referimos a la pena de 11 años que cumple en la unidad y con un régimen especial Gisela Dacca, tras la muerte de su hijo recién nacido. “Esto se acordó con la mujer y ella tiene asignada una agente y realizan diversas tareas de cocina y otras tareas específica.

Fuente: Paralelo32.com.ar