La fiesta de cumpleaños que terminó en una denuncia de abuso de menores e intentos de violación en Paraná
La casa donde se convocó a adolescentes de 15 años, para fiesta,
alcohol y sexo con jóvenes mayores.
Una supuesta “fiesta de cumpleaños” de un conocido joven paranaense -realizada durante la jornada del sábado, en una casa quinta de la zona de la Toma Vieja- derivó en una denuncia en la justicia por el delito de abuso de menores en forma reiterada. Los organizadores -de 20 a 22 años- tomaron como modalidad invitar a numerosas adolescentes de 15 años y ser parte de una jornada veraniega con mucho alcohol, música y encuentros sexuales en diferentes lugares del predio, aunque a pocas menores se les anticipó cuál iba a ser la modalidad del encuentro. Una familiar directo de una de ellas -a quien después de emborracharla, intentaron violarla cuatro muchachones, en diferentes instancias y le dejaron diversas marcas en el cuerpo ante la resistencia- hizo una presentación ante la fiscal de la Unidad de Violencia de Género, Fernanda Rufatti. Los organizadores y los denunciados son hijos de conocidos empresarios y profesionales de la capital entrerriana, según confirmó ANÁLISIS DIGITAL. Esa noche hubo llamados al 911 de la Policía de Entre Rïos, para que intervengan por el desorden que existía y molestaba a buena parte del barrio, pero no hubo ninguna acción policial. La justicia habría allanado la casa en cuestión esta mañana.
Los jóvenes tienen entre 20 y 22 años. Son un grupo de unos 12 a 15 muchachones, hijos de conocidos empresarios y profesionales de Paraná. La mayoría está estudiando alguna carrera universitaria en esta capital y en Santa Fe; otros, están ligados al fútbol o el rugby. El sábado fue el cumpleaños de B.M., actual ex jugador de la reserva de Patronato y con un breve paso por Colón de Santa Fe, donde también juega su hermano. Sus padres manejan un negocio conocido de ropas en la peatonal capitalina. Junto con sus compañeros, bosquejaron la fiesta en la casa quinta de un amigo del grupo, de apellido compuesto: su seudónimo empieza con P. y su apellido aparece como R.M. El padre del joven, Ignacio Ramos Marrau, es dueño de dos emisoras de la zona del Parque Urquiza y hace años està en el negocio publicitario, aunque sus fuertes inversiones siempre sorprendieron por su ostentación y nivel de vida. La residencia de la familia Ramos está en la intersección de Darwin y Daniel Verdier. Es una casa de dos plantas, con amplias comodidades, pileta de importante dimensiones y parque. Lo que sorprendió fue la modalidad de la invitación del defensor de las inferiores de Patronato: siempre se apuntó a adolescentes de 15 años y la mayoría de ellas provenientes de conocidas escuelas, como La Salle, Michelángelo o Siglo 21. Es decir: todas menores de edad. Incluso, en las últimas semanas, el propio agasajado invitaba por Facebook a bellas chicas de Paraná, pese a que a muchas de ellas ni siquiera las conocía.
La convocatoria era para este sábado, a partir de las 14 y se hacía una particular sugerencia: como estamos en verano y la pileta es amplia, había que venir en ropa de baño para estar más cómodos. Además, iba a haber buena música, con la presencia de un grupo de chicos muy ligados a ellos. “Es un pool party”, decían en los mensajes que enviaban por las redes sociales.
Cuando comenzaron a llegar las adolescentes, entre los organizadores había una particular obsesión: todas ellas eran recibidas con una fuerte bebida alcohólica, volcada dentro de melones, que eran entregados a cada invitado. Pero la oferta de bebidas era muy amplia e interminable. Como para que se sintieran en el paraíso.
Algunas de las pibas comenzaron a sentir los efectos del alcohol al poco tiempo. Había quienes ni siquiera estaban acostumbradas a la bebida que distribuían. Lo cierto es que las intenciones de los muchachones comenzaron a quedar al descubierto con las menores de edad invitadas al encuentro. Hubo rock, dancing, pero también sexo en diferentes lugares de la casa. Y eran menores. Menores.
Una de las pibas -cuyo estado, consecuencia del alcohol, era preocupante, porque directamente no sabía dónde estaba- fue acosada por cuatro de los organizadores, quienes intentaron violarla, en diferentes momentos y en fracción de minutos. El primero de ellos (M.P., estudiante de abogacía y ex jugador de las inferiores de Belgrano de Paraná) intentó penetrarla en un pasillo de la casa. La joven logró resistir el manoseo y vejaciones. El segundo fue el propio cumpleañero, B.M., buscando su botín de guerra o el regalo prometido, vaya a saber por quién. Primero logró sacarlo de encima de la piba al dueño de casa, P.R., quien buscaba violarla y trató de hacer lo mismo en la habitación de arriba de la residencia. Finalmente, hubo un último intento de parte de F.M., hijo de un conocido empresario con tres negocios de ropa femenina en la peatonal de Paraná, en la pileta del predio.
La adolescente de 15 años logró salirse de la casa cerca de la medianoche. Llegó como pudo, con una amiga, a la casa de la madre de ésta y con lo puesto en ese momento: solamente su trajecito de baño y un par de ojotas. Nunca se supo dónde quedó el resto de las cosas que había llevado hasta la casa quinta. No sabía dónde estaba, ni qué le había pasado. Llevaba su celular, pero nunca respondió ella a los requerimientos de sus familiares. Siempre lo hizo otra persona, que por mensajes de texto decía que estaba “todo bien” en la fiestita. La piba tenía algunas heridas y hematomas, tanto en la zona vaginal, como en la espalda, rodillas y brazos, como consecuencia del forcejeo con los muchachones, todos de cuerpos trabajados en el gimnasio, quienes buscaron siempre aprovecharse del físico diminuto de la chica. Casi todos le llevan entre 15 y 20 centímetros de diferencia de altura.
Aún no se pudo saber cuántas de las adolescentes quinceañeras pasaron por el mismo acoso, abuso y martirio durante toda la jornada sabatina y la madrugada del domingo. Los muchachones siempre estuvieron convencidos de lo que hacían y a quiénes se lo hacían. “Todo era consentido”, dijeron, como absurda explicación, cuando alguien les preguntó. Ni pensaron que trataban con menores o que usaron el efecto del alcohol en esas pequeñas, para inducirlas a juegos sexuales y perversos. Quizás algún padre, al leer esta nota, se percate de lo que le pudo haber pasado a sus hijas, en esa quinta de la zona de la Toma Vieja y reaccione.
Una familiar directo de una de las adolescentes no dudó en concurrir a Tribunales este domingo a la mañana y radicar la denuncia pertinente ante la fiscal de la Unidad de Violencia de Género, Fernanda Rufatti. La funcionaria judicial ordenó la inmediata revisación médica, la extracción de sangre para determinar si solamente fue alcohol lo que se le dio el sábado u otra sustancia y avanzará en una causa por abusos e intento de violación. Hubo una pregunta que quedó flotando: ¿desde hace cuánto existen en Paraná este tipo de modalidad de “festejos” y cuántas adolescentes pudieron verse afectadas, sin que nadie tomara cartas en el asunto? Quizás la justicia pueda echar algo de luz a estas preguntas. Y sería importante que los responsables tengan el castigo que se merecen. Justamente por eso; para que se haga justicia.
Fuente: Anáslis Digital
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