Cuidadores domiciliarios reivindican la profesionalización de su trabajo
Desde hace dos meses rige una ley en Entre Ríos que regula la actividad. Quienes se dedican a esta labor deben capacitarse e inscribirse en un registro.
Desde hace dos meses rige la Ley provincial N° 10.633, que establece una serie de requisitos para quienes trabajan como cuidadores domiciliarios o polivalentes, prestando servicio a adultos mayores o a personas con discapacidad, patologías crónicas o enfermedades incapacitantes.
La medida procura regular una actividad que se expandió en los últimos años, sobre todo ante una creciente demanda en la atención de los adultos mayores, una población que tiende a incrementarse en todo el mundo en relación a la cantidad de habitantes gracias a que las expectativas de vida se extendieron.
En este marco, los desafíos se multiplican y brindar un servicio adecuado a quienes transitan su vejez, con las limitaciones que conllevan y que en muchos casos no pueden valerse por sí mismos, exige una capacitación específica y constante, que a la vez es un requisito a partir de la nueva norma para poder integrar el Registro en el que debe figurar quienes están habilitados para desempeñarse en este ámbito.
De acuerdo a la ley, se deben cumplimentar y aprobar «los cursos de formación, capacitación y perfeccionamiento de cuidadores domiciliarios dictados por organismos nacionales, provinciales, municipales o entidades debidamente autorizadas a tales fines por los Ministerios de Salud o Educación competentes y se encuentren debidamente inscriptos en el Registro Provincial respectivo». Los trabajadores sin formación que los avale, tienen un plazo de un año desde la aprobación de la ley para adecuarse a este requerimiento. Además, deben «acreditar identidad, domicilio real y legal, certificado de aptitud psicofísica para el desarrollo de la actividad mediante certificado médico emitido por un organismo público de salud y certificado negativo de antecedentes penales por delitos dolosos emitido por el Registro Nacional de Reincidencias».
Alejandra Sarno, presidenta de la Asociación de Cuidadores Domiciliarios del Litoral –entidad sin fines de lucro y con personería jurídica que nuclea a unos 300 trabajadores del rubro de la provincia de Entre Ríos y Santa Fe–, contó a UNO que previamente existe a nivel país un padrón de la Dirección Nacional Para Adultos Mayores (Dinapam), que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, ya que muchas provincias no tienen una normativa que los avale.
«La ley exige acreditar una idoneidad y se van formando cada vez más personas. Esto no solo contribuye a un desarrollo laboral sino también social, ya que la población que va envejeciendo y se necesitan hacer políticas para brindarles contención», valoró.
La dirigente destacó que Iosper y otras obras sociales reconozcan y den cobertura a la labor que llevan adelante, cuyos aranceles actualmente se rigen por la Ley nacional N° 26.844, que establece el régimen especial de contrato de trabajo para el personal de casas particulares. Al respecto, comentó: «La hora se cobra 93 pesos en adelante y habitualmente se trabajan turnos de ocho horas. Igualmente se hace un presupuesto, porque somos monotributistas, por lo que toda la carga social la tenemos que pagar nosotros y por ahí eso va incluido. Aparte hay pacientes que requieren poco cuidado y no es tan desgastante como uno que demanda más atención, y eso también se evalúa». Asimismo, refirió: «Antes era un trabajo más informal. Ahora nos formamos y permanentemente nos estamos actualizando. En mi caso tengo la certificación de cuidadora domiciliaria y aparte también para cuidados de personas con Alzheimer o demencia. A quienes pertenecen a la asociación les pedimos que se sigan formando constantemente».
Sarno sostuvo que por lo general quienes se dedican a los cuidados domiciliarios tienen una marcada vocación de servicio: «Es un trabajo que debe gustarle a quien lo realiza. Hay que tener bastante paciencia y entender que muchas cosas que hace el adulto mayor no se las hace a uno, sino que es por su patología. Habitualmente cuando un familiar o alguien cercano a la persona decide contratar a un cuidador domiciliario es cuando requiere acompañamiento, por presentar demencia frontotemporal, Alzheimer avanzado o muchas dificultades para moverse, y es una labor desgastante».
«También es una tarea muy vapuleada. Antes no era algo profesionalizado, entonces el familiar que te contrataba te pedía que cuides el perro, que saques la basura, que limpies la casa. Por ahí sigue pasando, y desde la asociación promovemos que el cuidador respete y cumpla su función cuando va a un domicilio. Si lo requieren para otra cosa, que le paguen aparte o lo haga en otro horario, porque si no descuida su trabajo», dijo, y afirmó: «No somos personas improvisadas, nos formamos y es justo tener una remuneración acorde, y por ahí eso todavía no está instalado del todo en la sociedad, pero creo que de a poco vamos a ir lográndolo».
La ética es fundamental para quien se desempeña como cuidador, y en este sentido resaltó que ante casos en que se verifican maltratos u otras cuestiones impropias se retira la afiliación. Pero además, la Ley Nº 10.633 especifica en su articulado: «Ante el incumplimiento de las funciones y obligaciones antes establecidas para los cuidadores domiciliarios y/o polivalentes, los mismos serán plausibles de las acciones que correspondan por responsabilidad civil fundada en negligencia, ineptitud manifiesta, omisión en el cumplimiento de sus tareas o maltrato del asistido o de miembros de su familia, sin perjuicio de las sanciones penales que le puedan corresponder».
Sobre este punto, recomendó a quien contrata los servicios de un cuidador, que verifique si está habilitado para desarrollar tal función. Y recordó que quien quiera consultar o asesorarse sobre alguna cuestión referida al trabajo que desempeñan, puede contactarse llamando o escribiendo al (0343) 154502871.
Vocación de servicio
Jakelina Capriz, secretaria de la asociación, fue una de las primeras trabajadoras que obtuvo una certificación formal en Paraná hace más de 10 años, al realizar un curso en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader). Sobre las capacitaciones, contó que hay cursos que duran seis meses y otros que se extienden dos años, y recalcó: «Más allá de los conocimientos teóricos hay que tener vocación de servicio y amor para dar, porque no es fácil cuidar a una persona».
En su caso, confió que descubrió su vocación cuando se dedicó a cuidar a su madre, con una enfermedad terminal. «Ella tenía cáncer y Alzheimer y son situaciones muy tristes. Cuando ella falleció opté por estudiar y formarme como cuidadora, porque pienso que el adulto mayor tiene que estar en su domicilio».
Capriz contó que la mayoría de quienes se desempeñan en esta profesión son mujeres, de distintas edades, y opinó: «Hacen falta más hombres. De por sí tienen más fuerza y a veces por ejemplo un hombre requiere un cuidador de su mismo sexo. He cuidado hombres y nunca tuve ningún problema, pero no es lo mismo, respecto de la higiene y a un montón de otras cosas».
«Procuramos que se nos vea como profesionales de la salud, que es por lo que hemos venido luchando durante todos estos años. Si bien está en cada cuidador realizar o no tareas que no le corresponden, en la asociación hemos aprendido a hacer valer nuestro trabajo y que se nos contrate para el cuidado de personas, sea adultos mayor, niño o bebé. Lamentablemente hay familiares que interpretan que tenés que cuidar al paciente y a su vez hacer tareas domésticas, y eso no nos compete a nosotros», indicó.
Por último, destacó: «Lo más gratificante de esta tarea es que el paciente esté conforme y a gusto con nuestro trabajo, porque más allá del cuidado, cumplimos muchas funciones y hay patologías distintas y nuevas enfermedades, pero muchas cosas se curan con amor, tolerancia y comprensión».