"Hay que pensar la escuela como un lugar de encuentro con la cultura digital"
Laura Suárez tiene una vasta experiencia en la utilización de las tecnologías en la escuela. Por eso ante la primera pregunta que contiene la expresión de «nativos digitales» para describir a las nuevas generaciones de chicos y chicas que llegan a las aulas, pide hacer una necesaria aclaración: «Suponer que los chicos sean nativos digitales muchas veces lo que hace es postergar la urgencia de la alfabetización digital del docente». Para la educadora pensar y repensar el rol del docente y la escuela en un mundo atravesado por las pantallas es clave para entender una institución, que entiende, debe innovar e inventar.
Con una experiencia de 20 años de trabajo en el tema, Suárez es profesora de informática, tecnología y robótica en primaria y secundaria. Además es tutora virtual del programa de formación docente En FoCo (Instituto Nacional de Educación Tecnológica) y en el programa Creando Código (Fundación Telefónica en convenio con el Ministerio de Educación nacional). En diálogo con La Capital, propone «pensar a la escuela como un lugar de encuentro con la cultura digital», donde el docente deje de ser «una hoja que habla».
—La pregunta entonces, más que sobre los chicos, hay que orientarla al docente…
—El chico va a llegar con manejo de la tecnología porque es su entorno, porque está rodeado de tecnología. Eso no es raro. Pero que sea hábil con sus pulgares no significa que sepa usar la tecnología. Mi planteo va más allá, es qué hace el docente con eso. Tenemos que pensar a la escuela como un lugar de encuentro con la cultura digital, en donde todos los actores estén alfabetizados digitalmente. Porque siempre se hace el foco en el niño. Pero ¿y qué hace el docente para estar alfabetizado digitalmente? Y esto no debería cuestionarse. Desde hace veinte años que doy clases en todos lados, y maestros y padres se asombran que el nene de cuatro años maneja el celular. Pero es que la tecnología cada vez es menos exigente respecto de la inteligencia del usuario. Los celulares ahora son todos touch, pero meté a un pibe de cuatro años a manejar un sistema operativo DOS a ver qué pasa. Entonces, veamos todos los actores de la escuela qué hacemos con esto. No solo qué hacemos con los chicos, que vienen saturados de información y todo lo que quieren saber lo tienen en su bolsillo. Está todo en el celular. ¿Y qué hace el docente con todo eso?
—Esa es para vos la pregunta entonces…
—Claro ¿Está a la altura el docente para enfrentar ese desafío? Eso implica cambiar el escenario y la narración. Salir de esa secuencia lineal del docente, de la didáctica clásica y transformarla. Hacer el ejercicio de construcción de una clase original y colectiva, donde la tecnología esté funcionando de manera orgánica.
—¿Este planteo es transversal a todas las materias?
—Sí, porque los sujetos culturales cambiaron y la escuela no puede ser la misma. Esto no debería estar ni siquiera en discusión. Y seguimos viendo las mismas escuelas, los mismos salones, los mismos bancos. Todo igual. Hay una frase de Seymour Papert, el padre de la utilización de las computadores en las escuelas, hablaba del uso de las tecnologías como «la gran herramienta para crear terrenos fértiles para el aprendizaje y posicionar a los chicos en el rol de hacedores». Esto lo dijo en 1972. Por eso a veces, escudados en el temor, vamos pateando las cosas para adelante.
—Este contacto de los chicos con las tecnologías y con ciertos contenidos ¿Lo planteás desde los primeros años de la primaria?
—Sí. Los chicos ya vienen motivados de por sí porque saben que va a ser una actividad diferente, donde ellos van a hacer algo distinto. En informática eso que es lo más difícil —la motivación del chico— nosotros ya la tenemos ganada. Pero después está la propuesta, porque el recurso en sí no te hace nada, no hace magia. Es lo que uno hace. Pero esa propuesta viene acompañada de capacitación. ¿Qué hago con el celular, con realidad aumentada o con programación? Ahí hay que pensar estrategias para que eso —el uso de las tecnologías— sirva para algo. Que no sea solamente para jugar.
—¿Qué experiencias podés contar del vínculo de los chicos con la programación, donde no sólo utilizan tecnologías sino que pueden crear desde ellas?
—A los chicos de sexto y séptimo les propongo pensar en un videojuego que ellos quieran hacer. Tienen que tener una idea y llevarla a algo concreto. Y después, sobre esa idea, empezamos a trabajar sobre algo tangible, porque están programando. Entonces surgen un montón de videojuegos, que nos lleva casi todo el año hacerlos, donde ellos eligen los personajes, cómo suma puntos o resta vidas, cómo se gana o se pierde. Ahí empiezan a imaginar y cuando se encuentran con un obstáculo, o quieren que sume 50 puntos cuando agarre tal moneda, se preguntan cómo se hace. Entonces ahí se les da el concepto de variables y aprenderlo para poder seguir avanzando en el juego.
—¿Cómo pensás el vínculo con las familias sobre estos temas?
—Siempre es bueno. Nosotros tenemos un blog donde vamos compartiendo lo que se va haciendo en las clases, donde la propuesta no es jugar por jugar o usar el celular porque sí. Una clase puede ser usar el celular para leer códigos QR, armar videos o hacer animaciones. Y aparecen alumnos que te dicen: «Le hice un video a mi hermanita que cumplió años y mi papá se emocionó». Te cuentan esas cosas donde se ve que ellos están aprendiendo a usar la tecnología y después la pueden aplicar en otros espacios, que es lo queremos. Tiene que haber una buena comunicación —con los padres y madres— sobre qué hacés con las fotos y videos. Y un buen fundamento que acompañe.
—Claro, porque puede haber dudas de los adultos sobre ese material…
—Sí, claro. Como con el tema de la publicación de las imágenes. Tanto en primaria como en secundaria siempre aclaro que todo lo que se va a publicar y compartir va a ser en espacios oficiales. Y supervisados por la docente. Por eso pido especial cuidado si alguien saca una foto. Igual en secundaria entre el año pasado y este debo tener una sola alumna que no usa celular. Y en la primaria no más de dos alumnos que los padres no quieren que aparezcan ni en los blogs. Y por supuesto se respeta.
—La clave, para resumir, es ver qué rol va a tener la escuela y el docente en este «juego»
—Sí, construir algo distinto. El escenario tiene que ser diferente y también la forma en la que uno maneja el contenido. El contenido está, los chicos lo tienen. Creo que nada le gana a un video de YouTube de dos minutos. Estamos hipermediatizados a través de audios y videos que superan nuestra capacidad expositiva. Ahí el docente tiene que pensar que, si el contenido ya está, cómo hace para que eso sea memorable, para que lo aprendan y perdure. Cuáles son las estrategias para usar todo lo multimedia de las tecnologías para que haya un verdadero aprendizaje.
—Y no competir contra eso.
—No, porque perdiste. La idea es que el docente deje de ser una hoja que habla. Hay un libro de Michael Serrés que se llama Pulgarcita, que son los alumnos que usan los pulgares para estar con el celular. Y dice «Pulgarcita está decapitada y no quiere oír». Claro, porque los docentes son hojas que hablan. Y a los chicos no les importan porque ya lo tienen todo en el celular. Entonces hay que buscar otras cosas, inventar. Por eso también habla del murmullo creciente en las aulas, porque son alumnos intermitentes, que están y no están. Hay que inventar otra clase y construir otra didáctica.
—La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que hasta los dos años los chicos no tengan un contacto libre con las pantallas. Y de más grande, siempre con el acompañamiento de un adulto…
—Sí, eso seguro. Primero hay que aprender otras cosas. Vos te das cuenta cuando un chico estuvo todo el día delante de una computadora. Es un chico que no tiene capacidad para inventar. Sus cuentos son cortitos, no fantasea, no crea nada. Eso pasa en chicos que están todo el día en una postura súper pasiva frente a la tecnología. Sólo recibiendo y nada más. Tienen que aprender a crear con la tecnología. Y eso implica desarrollar otras habilidades tanto en el alumno como en el docente ¿Cuál es el resultado de exponer permanentemente a los niños a un celular desde edades muy tempranas? Chicos y chicas con poco autocontrol, distraídos, desmotivados y menos pacientes. Porque tiene poco valor hacer las cosas despacio y con atención. La atención es presencia y sirve para concentrarnos, para ver detalles, para hacer preguntas. Los docentes tenemos grandes desafíos dentro del aula. Debemos saber leer esa realidad y rediseñar nuestras prácticas para que sean relevantes.