Un padre policía, los abusos y el juicio
Eran dos niñas cuando fueron abusadas por su propio padre. Abusó a una, primero, abusó a la otra cuando entró en la pubertad, después.
Las abusó con la violencia que sólo proporciona la perversión más oscura: amenazándolas con su arma reglamentaria -es policía-, augurándoles días aciagos si osaban abrir la boca frente a la madre, culpándolas por su propio horror.
Las buscó con saña y las llevó sin engaño: era su padre, y las hijas pensaban que nada malo podría ocurrirles junto a su padre.
Pero de la mano de su padre conocieron el infierno: a una hija la abusó en el baño de la comisaría de Villa Tres de Febrero, en Nogoyá; en un descampado de la ruta camino a Victoria; cerca del cementerio; en un pastizal próximo a una estación de servicios de YPF; en la propia cama matrimonial. Abusó a M., primero; a E., después.
Un hermano, J., encontró un día a su padre con su hermana M, desnudos, en la cama, y no necesitó preguntar nada. No pudo contar nada, tampoco: su padre lo miró con ira y le apuntó con el arma: “Si yo contaba algo mi familia y yo íbamos a sufrir las consecuencias”.
La historia está relatada en un texto judicial: el auto de remisión a juicio de una investigación penal preparatoria que se abrió en Nogoyá en 2018 al policía Juan Ariel López luego de las denuncias hechas por sus dos hijas por abuso sexual.
Las dos hermanas, dice la denuncia, fueron abusadas sexualmente por el padre entre los 15 y los 18.
M. intentó hacer una primera denuncia en 2012 pero su madre no le creyó lo suficiente, su padre policía la amedrentó y al final el miedo le provocó una encerrona. La consecuencia, la peor: la causa se archivó.
En 2017, el padre policía se separó de su madre, y al año siguiente decidieron acudir de nuevo a la Justicia: declararon las dos hermanas abusadas, y el hermano testigo de las atrocidades. También la mamá.
“Como puede observarse, hay coincidencias troncales en los relatos de las víctimas que permiten descartar un concierto tendiente a perjudicar al incurso. No hay dudas de que el imputado es autor de los hechos”, planteó el fiscal Rodrigo Molina en el pedido de elevación a juicio, el 23 de agosto de 2018 ante el juez de Garantías Gustavo Acosta.
Este lunes, ante el Tribunal de Juicio y Apelaciones se inició el juicio oral al policía Juan Ariel López, cuyo último destino fue Nogoyá.
Se lo juzga por el delito de abuso sexual con acceso carnal, calificado por el vínculo. Desde hace diez días, López esta detenido en Gualeguaychú con prisión preventiva, medida que se adoptó luego de haber amenazado a las hijas por haberlo denunciado.
La Fiscalía ya planteó que irá por una pena altísima contra el policía acusado de abusar de sus dos hijas. Está mirando los casos de los curas abusadores Juan Diego Escobar Gaviria y Justo José Ilarraz, ambos condenados a 25 años de cárcel.
En la primera jornada del juicio, este lunes 6, las hijas enfrentaron un careo con su propio padre.
La medida la pidió el defensor de López, Walter Martínez. Se opuso el fiscal Gamal Taleb, también el tribunal que componen Dardo Tortul, Roberto Javier Cadenas y Darío Ernesto Crespo. Pero dejaron la decisión última en las denunciantes: una dijo que sí, la otra, que no.
La que habló, la que se enfrentó, sacó valentía y lo increpó ante los jueces:
-Animate a decirme que no me hiciste lo que me hiciste. Vos eras mi héroe. Decime de verdad que no me hiciste nada de todo eso -dijo una de las hijas del policía López y en la sala se creó un clima de tensión asfixiante. El policía López, su padre, el abusador denunciado, miraba con mirada impasible, desentendido, ajeno a ese tajo en carne viva que partió en dos la vida de sus hijas.
-Qué decís: ustedes me dejaron tirado -buscó compasión.
La causa lo ubica al policía en el terreno de lo escabroso. Está caratulada: “López Juan Ariel. Abuso sexual con acceso carnal, calificado por el vínculo y otro”.
El policía López es defendido por el abogado Walter Martínez, el mismo que fue condenado en 2008 por la Justicia provincial por fraguar documentación para lograr la millonaria fortuna dejada por el hacendado José Alberto Reggiardo, oriundo de Victoria, fallecido en julio de 1998. La Cámara de Gualeguay condenó en septiembre del 2008 a Martínez; al escribano de Gualeguaychú, Luis Galli y a María Angélica Godoy, los que fueron sentenciados a cuatro años de prisión.