TENGO UNA BUENA NOTICIA
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
Varias veces pudieron habernos dicho “tengo dos noticias para darte: una buena y otra mala, ¿cuál querés que te cuente primero?”. Y se nos hace difícil poder elegir.
Hoy quiero compartir con vos sólo noticias buenas. Y muy buenas. Jesús te ama; tanto que da la vida por vos. Tanto que te hace de su familia por el Bautismo. Tanto que quiere que vivas para siempre. Tanto…
En uno de los salmos cantamos “el amor del Señor permanece para siempre” (Salmo 102). No es sólo una bella expresión, sino la afirmación de una experiencia de fe. Este amor de Dios por sus creaturas no es pasajero, caprichoso, inconstante. Es fiel, tierno, cariñoso.
Dios tiene un Plan de Salvación que brota de su Voluntad Eterna, y nos envía a su hijo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Y Jesús después de la Pascua envía a la Iglesia: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16, 15). Llevar adelante este mandato no es algo accesorio o secundario. Como expresó San Pablo VI: “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14). Si afirmamos nuestra pertenencia a la Iglesia estamos diciendo que la misión central que tenemos es la evangelización. No es una tarea entre otras, o algo a desarrollar si queda tiempo.
Porque como señalaba San Juan Pablo II “la misión de Cristo redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse” (…) “esta misión se halla todavía en los comienzos y debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio” (R Mi 1).
Como vemos no son tiempos para “poner piloto automático” y dejar que fluya la vida. Se nos reclama compromiso y participación de todos los bautizados. La misión no es tarea de unos pocos selectos, sino de toda la comunidad.
El Papa Francisco nos brinda “estímulo para superar la tentación recurrente que se esconde en toda clase de introversión eclesial, en la clausura autorreferencial en la seguridad de los propios confines, en toda forma de pesimismo pastoral, en la nostalgia estéril del pasado, para abrirnos en cambio a la gozosa novedad del Evangelio” (Carta sobre el mes de octubre misionero extraordinario 2019).
Muchos viven como si Dios no existiera. Hacen girar sus preocupaciones en torno a los bienes materiales, el consumismo, la apatía o la falta de sentido de la vida. Ante estas situaciones tenemos una alegría que compartir, una Buena Noticia para proclamar.
En todas las Diócesis del mundo se desarrollan actividades misioneras durante este mes. Aquí en San Juan la misión arquidiocesana se realizará los días 11, 12 y 13 de octubre en el barrio Valle Grande, departamento de Rawson. La misma está enmarcada dentro del Mes Misionero Extraordinario al que nos convoca el Papa Francisco a toda la Iglesia. Si alguno en razón de su edad o salud no puede participar, seguramente podrá rezar para que los misioneros no se cansen, o no se dejen vencer por el desaliento si en algunas casas no les reciben. No nos dejemos quitar la alegría de la fe.
Desde el 6 y hasta el 27 de octubre el Papa Francisco convocó a un Sínodo sobre la Amazonia. Las reuniones acontecen ahora mismo. Los pulmones de nuestra América están siendo analizados con el respeto y la profundidad que se merece toda vida que allí se encuentra: las comunidades humanas, el agua, los animales, el aire, los vegetales, lo que está oculto en lo hondo de los minerales. ¡Qué tiempo providencial estamos viviendo! La mayor parte de la humanidad clama en cuanto foro se organiza por el cuidado de nuestra Casa Común. Pensaba también en la enorme responsabilidad que tienen los medios de comunicación al editar las informaciones que van surgiendo en el aula en la que se está deliberando. Les comparto el sitio web que la Oficina de Prensa del Vaticano dispuso para este efecto: http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/it.html
Y quisiera quedarme con estas palabras del Papa Francisco tomadas de su homilía en la misa de inicio de este Sínodo: “Reavivar el don en el fuego del Espíritu es lo contrario a dejar que las cosas sigan su curso sin hacer nada. Y ser fieles a la novedad del Espíritu es una gracia que debemos pedir en la oración. Que Él, que hace nuevas todas las cosas, nos dé su prudencia audaz, inspire nuestro Sínodo para renovar los caminos de la Iglesia en Amazonia, de modo que no se apague el fuego de la misión. (…) Muchos hermanos y hermanas en Amazonia llevan cruces pesadas y esperan la consolación liberadora del Evangelio y la caricia de amor de la Iglesia. Muchos hermanos y hermanas en Amazonía han entregado su vida. Permítanme que repita las palabras de nuestro amado Cardenal Hummes, cuando llega a las pequeñas ciudades de la Amazonía, acude a los cementerios, a buscar las tumbas de los misioneros. Un gesto de la Iglesia por aquellos que han entregado la vida en la Amazonía”.