Vivir la fe en tiempos de cuarentena
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
A nivel planetario estamos viviendo situaciones inéditas, a raíz de una crisis impensada poco tiempo atrás. Caemos en la cuenta de nuestra vulnerabilidad como humanidad, experimentando alternativamente sentimientos de miedo, angustia, incertidumbre.
En muchos países estamos obligados, para cuidarnos, a quedarnos en casa, y no poder visitar amigos o familiares, suspender actividades religiosas, académicas, culturales, deportivas, laborales… Y la incertidumbre.
Como hombres y mujeres de fe vivimos este tiempo también de una manera particular. Extrañamos poder rezar juntos en las misas y celebraciones diversas. Suspender Fiestas Patronales, Novenas, Procesiones no nos resulta indiferente. Nos faltan modos de expresar nuestra devoción y cariño a Jesús, la Virgen y los Santos.
Como obispo me da pena no comenzar la catequesis con los niños, adolescentes, jóvenes y adultos; así como no poder atender a los pobres y visitar a los enfermos. En San Juan hemos postergado la Asamblea Arquidiocesana, la Ordenación de seis candidatos al Diaconado (tres en vistas al sacerdocio y tres permanentes). Además tuvimos que reprogramar varios encuentros y celebraciones en Parroquias, Capillas, Movimientos e Instituciones.
Y la vida fraterna del día a día.
Pero no debemos olvidar nuestras certezas: Dios nunca abandona a su Pueblo. Nunca. Tampoco ahora. Él sigue caminando junto a nosotros para alentarnos en la esperanza. En muchos momentos de la historia hubo situaciones de prueba y sufrimiento, y jamás faltó la asistencia del Espíritu Santo.
Ante nuevas situaciones debemos buscar nuevos modos de vivir la fe. Expresar el dolor y el desconcierto nos hace bien, pero estamos llamados a buscar respuestas superadoras. Desarrollemos la creatividad y acudamos a los medios digitales. Podemos participar de la misa por televisión todos los días.
Hay varios sitios en Internet que nos ayudan a rezar, a meditar la Palabra, a cantar…
En las Parroquias los sacerdotes celebran todos los días la misa en privado, y tienen en cuenta las intenciones que la gente solicita. Podés llamar por teléfono a la Secretaría de la Parroquia y encargar la misa por tus intenciones, o pasar un papel por debajo de la puerta. También podés acercar tu colaboración económica para el sostenimiento de la Iglesia. Muchas comunidades para su funcionamiento dependen de las colectas de las misas del fin de semana, los bautismos, las intenciones que solicitan los fieles, y esta situación les dificulta su mantenimiento económico.
Un desafío importante estará en los vínculos familiares. Estar todo el día juntos, sobre todo si el espacio es reducido, puede generar fricciones, desencuentros, aburrimiento en niños y adolescentes. Es muy importante que cada uno ponga lo mejor de sí. Todavía faltan muchos días para que podamos retomar nuestro ritmo habitual de vida.
Una atención particular debemos prestar a los más pobres. En muchos hogares se vive del día a día en las changas y los ingresos cotidianos. Estar dos semanas en cuarentena significa afrontar esos días sin ingresos para la comida. Además, sus viviendas suelen ser precarias y de reducidas dimensiones, con lo cual el quedar en casa se hace casi imposible. Recemos por ellos y no cerremos el corazón.
Si confiamos en Dios, podremos transformar la crisis en un tiempo de gracia.