Lo confirmó una encuesta de la Sociedad Argentina de Nutrición en todo el país.

La Sociedad Argentina de Nutrición dio a conocer los resultados de una encuesta que reveló que más de la mitad de los argentinos ganaron peso durante la cuarentena. Si bien en Rosario el aislamiento estricto quedó atrás, al menos hasta ahora, especialistas locales advierten que esos datos se replican en la ciudad.

El regreso de los pacientes que estaban en tratamiento por sobrepeso u obesidad a los consultorios, y que en su mayoría abandonaron las rutinas alimentarias que les habían dado los profesionales, y el hecho de que se estén acercando personas que antes de la pandemia no tenían problemas con el peso, alertó a los nutricionistas.

La presidenta del Colegio de Graduados en Nutrición de Rosario, Verónica Franceschini, comentó que la información brindada por la Sociedad Argentina de Nutrición es «lo que se está viendo en la ciudad».

Según ese relevamiento, en abril y mayo, el 56 por ciento de los argentinos subió de peso. Dentro de ese grupo, el 78 por ciento dijo haber subido entre uno y tres kilos durante el aislamiento obligatorio, el 18 por ciento tuvo una suba de peso de entre 3 y 5 kilos y un 3,5 por ciento subió más de 5 kilos en un mes.

«La pandemia alteró las rutinas y uno de los aspectos más afectados fue el de los hábitos alimentarios», reflexionó Franceschini.

A un mes y medio de que la actividad profesional retomó la atención en consultorios en Rosario, los nutricionistas se encontraron con que la mayoría de los pacientes que estaban en tratamiento para descender de peso dejaron las terapias durante la cuarentena y que apenas un grupo minoritario pudo continuar, con mucho esfuerzo, el seguimiento por teléfono, WhatsApp. Además, están recibiendo a personas, especialmente adultos de mediana edad (de entre 30 y 60 años), que no tenían problemas de sobrepeso antes de la cuarentena.

«En las consultas verificamos los datos de la encuesta, la ganancia de peso es una realidad», remarcó Franceschini, quien puso el acento en los trastornos que puede traer para la salud del organismo el incremento de peso. «No estamos hablando de un tema estético. Acá lo que se pone en juego es la salud. Estas subidas de kilos no son gratis para el cuerpo. Sobre todo si se trata de personas que pasaron del sobrepeso a la obesidad, que es una enfermedad crónica y es una factor de riesgo para otras patologías como la diabetes, los problemas cardiovasculares y la hipertensión arterial, entre otras».

Escenario complejo

En septiembre del año pasado se publicó la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición que es representativa de lo que ocurre en el país. «Uno de los datos más relevantes es que el 68 por ciento de la población argentina, de más de 18 años, tiene exceso de peso», dijo la licenciada.

«La malnutrición en todas sus formas es la principal causa de problemas de salud global. Una de cada cinco muertes a nivel mundial se atribuyen a una alimentación inadecuada. El exceso de peso lleva al sobrepeso y puede abrir la puerta a la obesidad por una ingesta de productos de bajo nivel nutricional y elevado contenido de azúcares y grasas, frecuente consumo de bebidas azucaradas y actividad física insuficiente», describen quienes llevaron adelante el estudio.

En los últimos 40 años la cantidad de personas obesas en el mundo se triplicó.

El panorama ya no era bueno y la pandemia por Covid-19 (que impuso en muchos países una cuarentena con aislamiento) empeoró la situación de muchas personas.

«El sobrepeso es un aumento de peso para la talla de una persona y la obesidad es la acumulación excesiva de grasa, una enfermedad crónica que puede provocar muchas patologías no transmisibles, incluso algunos tipos de cáncer. Por eso es que su tratamiento es sumamente importante», destacó Franceschini.

En casa

«El confinamiento fomentó la mala alimentación. La comida, para las personas, suele ser una estrategia para enfrentar las emociones que en este momento son más bien negativas. La ansiedad, el estrés, el aislamiento, el aburrimiento, actuaron como disparadores de un consumo emocional de los alimentos que contribuyeron a una ganancia de peso», evaluaron desde el Colegio de Nutricionistas de Rosario.

«La situación de incertidumbre y miedo al contagio refuerza esos estados emocionales promoviendo ese consumo emocional en el que predominan los alimentos de alta palatilidad, es decir, los que tienen alta carga de grasas y azúcares, todos los que son menos saludables», expresó Franceschini.

Los profesionales que trabajan tanto en el sector público como privado en Rosario están siendo testigos de los relatos de los pacientes que regresan al consultorio y que dan cuenta de que en estos meses eligieron sobre todo productos empaquetados, industrializados, mucha harina, dulces de todo tipo, bebidas azucaradas y que incrementaron el picoteo, al pasar mucho tiempo en su casa. La actividad física, que es un pilar importante, también quedó relegada en la mayoría de los casos.

Franceschini destacó: «Hay que tener en cuenta que hay personas que durante meses casi no se movieron de espacios reducidos, no tuvieron ni la actividad diaria de caminar hasta la parada del colectivo, ni subieron escaleras. Y en el hogar, además, el acceso a la heladera es permanente, cosa que no ocurre en el trabajo, que en ese sentido permite un mejor control de las ingestas para quienes están tratando de bajar de peso para mejorar sus parámetros de salud».