La ESI como aliada para evitar modelos de masculinidades violentas desde la infancia
La Educación Sexual Integral aborda, entre otros temas, las violencia y los estereotipos de género. Las infancias de hoy, ¿podrán cambiar las maneras de vincularse en su futura adultez? ¿Cómo trabajan los docentes esa pedagogía?
Uno de los aspectos que trabaja la Educación Sexual Integral (ESI) son las violencias y los estereotipos de género, para que las infancias diversas puedan ser quienes aporten a los cambios necesarios para evitar modelos de masculinidades que maltratan.
A pesar de que todavía existen muchas resistencias, gracias a las seis jornadas obligatorias de ESI los docentes pueden encarar de manera integral todo lo referido al conocimiento de derechos en las niñeces, las decisiones con respecto a sus cuerpos y de las demás personas, la desnaturalización de ciertos paradigmas de los géneros, la posibilidad de llorar y expresarse, el diálogo, la aceptación y la identidad, entre otros temas.
Lucho Fabbri, integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social (MasCS), dialogó con Télam sobre por qué es importante que se trabaje en las infancias las violencias en las masculinidades.
“Un abordaje temprano de manera crítica respecto de los estereotipos de la masculinidad permite vínculos más saludables donde se pueda aprender de consentimiento, de reciprocidad, donde puedan comenzar a reconocer a sus compañeras en tanto pares y semejantes, sin construir relaciones de jerarquía y al mismo tiempo, donde puedan ellos mismos expresarse de una manera más libre, más autónoma y saludable, sin verse presionados a acatar los mandatos normativos de la masculinidad que se consolidan en esas construcciones identitarias y sobre todo, en esos procesos etarios», afirmó.
Fabbri explicó que “de algún modo eso también sirve para prevenir las formas de violencia y acoso escolar que en muchos casos son de carácter homofóbico entre los mismos varones. En ese sentido es poder construir de manera preventiva una mejor relación de los varones consigo mismos, entre ellos y para con las mujeres y diversidades”.
Según un relevamiento del Observatorio MuMalá, hasta el 28 de junio de este año, se registraron 100 casos de violencia hacia el colectivo LGTBIQ+ a nivel nacional.
Anabella Moglia es docente del Jardín Comunitario Popular «El globo rojo», en Villa Soldati, que pertenece al programa Primera Infancia, dependiente del Ministerio de Educación porteño. Allí hacen asambleas con las familias y también entre las educadoras.
En las salas de bebés o niños muy pequeños, la forma de abordar las violencias está directamente relacionada con el respeto de las docentes hacia los niños: “El cuidado del cuerpo es todo lo que rodea nuestro trabajo, desde tomar la mamadera, el sueño y acompañarlo a descansar hasta que puedan comer por sí mismos. Estos mandatos verbales los elaboramos todo el tiempo con la familia y con ellos”, afirma Moglia.
Según la docente, “todo comienza en la niñez” y es por eso que plantea la libertad como algo clave en el futuro: “Me parece que la libertad de que ellos y ellas puedan ir viviéndose y percibiéndose en la medida de que se vayan descubriendo es allanar un camino de poder empezar a desnaturalizar algunos mandatos y no sentir vergüenza si hay dudas o malestares”.
El programa Alumnas Madres está inmerso en las secundarias de diversos distritos y espacios de CABA. En el distrito ocho, que corresponde al barrio de Caballito, Macarena Riquelme trabaja con los hijos e hijas hasta dos años, de las adolescentes que son parte del programa.
“Entiendo que en las violencias en las masculinidades, desde la forma en que se fueron formando, existen ciertos estereotipos y nosotras no hacemos y no generamos propuestas en donde haya cosas para varones y cosas para niñas”, explica.
En el ciclo inicial, al no haber tanta palabra por el desarrollo evolutivo de las infancias, la ESI es introducida desde un lugar más corpóreo. Al respecto, Riquelme detalla: “La idea es darles la posibilidad a todos para llorar, para enojarse, para disfrutar un cuento, para abrazar. Los contenidos de ESI los trabajamos desde lo más sensitivo, y también eso abre la posibilidad de dar lugar a aquellas emociones que desde pequeñes, a los varones cis se les está coartado”.
En el caso de la educación de primer ciclo aparecen otras herramientas. Renata Vismara es docente en segundo grado y afirma que los varones ya no quieren ser colocados en el lugar de “salvadores en los cuentos”.
“Se dan muchas discusiones y los varones logran expresar todos estos años que hemos vivido de construcción social, e incluso cuando trabajamos oficios y profesiones, hasta hace un par de años los niños no salían de policía, bombero, militar, aviador o doctor. Hoy no es más así, aparecen bailarines, youtubers, arquitectos”.
Con respecto a la proyección de las niñeces, sus vínculos y las violencias machistas, la docente sostiene que ese es sin dudas el objetivo, “que ellos entiendan que tienen otras posibilidades y que puedan construir sus vínculos sin esta violencia que está tan instalada y que es lo que va destruyendo”.
Vismara observa cómo sus alumnos se vuelven portadores de toda esta información y ayudan a comunicar a su familia y dan sus debates hacia adentro y sus propias construcciones a futuro: “Eso es hermoso de observar y ver cómo hablan desde la igualdad con sus compañeras, entre compañeras y compañeros, desde el respeto y el amor”.
Es hermoso de observar y ver cómo hablan desde la igualdad con sus compañeras, entre compañeras y compañeros, desde el respeto y el amor