Hay más de 180 proyectos en danza y 9 ya están atravesando la última etapa. Si se logra el objetivo, ¿quiénes serán los primeros beneficiados?

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Tener una vacuna efectiva que proteja del contagio del Sars Cov 2 (el virus que provoca el Covid-19) no va a terminar con la pandemia pero empezará a limitar su expansión y pondrá a resguardo a los más vulnerables: adultos mayores, personas con enfermedades previas y personal de salud. De hecho, a ellos estarán destinadas las primeras dosis cuando alguno de los desarrollos vigentes pueda completar la ya famosa fase 3: la prueba en humanos.

En el mundo hay más de 180 proyectos en distintas etapas de evolución; 38 de ellos están en ensayos clínicos y 9 atraviesan la última etapa.

Los que mejor se han posicionado en la carrera son:

• La vacuna de Oxford, que desarrolla la firma británica AstraZeneca (que a su vez tiene convenio con un laboratorio argentino, mAbxiencie Biotech), que usa adenovirus de chimpancé.

• La vacuna de la compañía Moderna (EEUU), que fue la primera en probarse en humanos.

• La vacuna China CanSino, que utiliza adenovirus humano.

• Las vacunas chinas de las compañías que trabajan con virus inactivados Sinovac y Sinopharm.

• La del laboratorio Pfizer y la compañía alemana BioNtech, que también ha iniciado la fase 3.

Todas estas vacunas son muy diferentes en su tecnología de fabricación.

Ninguna ha logrado hasta el momento completar el último escalón, pero las expectativas respecto a todas son altas.

Una que despertó particular interés es la vacuna rusa, que fue utilizada ya en la población pero sin haber cumplido los pasos indispensables de un ensayo clínico. La Sputnik V fue registrada en agosto y sin más, comenzó a aplicarse en humanos. “Expertos de todo el mundo han aseverado que los procesos acelerados en investigación pueden implicar riesgos”, explicó el infectólogo Osvaldo Teglia. Se trata de una vacuna en base a adenovirus humanos.

¿Cuánto tiempo?

Las miradas más optimistas afirman que podrá haber al menos una vacuna a fines de este año, pero la logística para que llegue a la población demandará algunos meses. Por otra parte, los primeros en ser inoculados serán los que más la necesitan, es decir que no habrá dosis para todo el mundo, como sucede, por ejemplo, con la vacuna que minimiza el riesgo de contagio de la gripe, aunque ya pasaron once años de la pandemia.

En este sentido, la OMS habla de una vacunación masiva recién para 2022 y una vacunación para las poblaciones de riesgo para el primer semestre de 2021.

El procedimiento

Teglia explicó los pasos de la investigación: “Los proyectos fase 1 implican grupos pequeños de voluntarios en los que se evalúan la dosis más adecuada y el sistema de administración; asimismo la seguridad y la evaluación de la respuesta inmune a la vacuna. En fase 2 se lleva a cabo un reclutamiento de cientos de personas con el objetivo de evaluar si la vacuna funciona, fundamentalmente a través de analizar la estimulación de la respuesta del sistema inmune del organismo”.

El proceso concluye con una fase 3: “Eso implica una investigación masiva, en la cual los investigadores intentan demostrar la seguridad y eficacia de la vacuna comparando estos resultados con grupos de pacientes que no la recibieron”.

Los ensayos de fase 3 conllevan vacunar a miles de personas y evaluar cuántos se infectan, en comparación con los que recibieron un placebo. “Estos ensayos podrán así determinar si la vacuna sirve. En junio se fijó que tendría que proteger al menos al 50% de las personas vacunadas para que se considere efectiva”, destacó el infectólogo.

“Los ensayos de fase 3 son lo suficientemente grandes como para poner en evidencia efectos secundarios relativamente raros que podrían pasarse por alto en estudios anteriores”, agregó.

“La sociedad debe confiar en el desarrollo de estas vacunas, la investigación clínica jamás resigna la seguridad de los pacientes: es su prioridad, y ello es controlado por las agencias regulatorias federales como la Anmat Argentina y la FDA de Estados Unidos. En este camino tendremos una o más vacunas efectivas en un futuro”, concluyó Teglia.

Alarma

De allí que los investigadores que trabajan en la vacuna de Oxford encendieron una luz de alarma hace dos semanas cuando se reconoció que uno de los voluntarios había sufrido una patología severa. Por eso paró la producción por algunos días.

En rigor, estas cosas suelen ocurrir, lo que pasa es que habitualmente no forman parte de las noticias periodísticas como ahora, cuando el mundo entero está atento.

Oxford emitió un comunicado en el que explicó que más de 18 mil individuos ya han recibido la vacuna dentro del programa de pruebas. “En programas tan amplios es habitual que algún participante pueda encontrarse mal y por eso cada caso se evalúa en forma rigurosa”, dice, y agrega: “Es una acción rutinaria”.

Miradas

La vacuna aparece como la luz al final del túnel. Científicos y especialistas de la ciudad se mostraron entusiasmados con los avances aunque son prudentes sobre los tiempos. Nadie arriesga una fecha cierta.

Oscar Botasso, médico e investigador que dirige el Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario, detalló que “el período de desarrollo de una vacuna puede llevar de 12 a 15 años”, pero durante una pandemia esos tiempos se acortan notablemente. De todos modos “deben cumplir con cada una de las fases”.

Botasso recalcó que “resulta imprescindible que todo el escalado de fases se realice en un marco de estrictas regulaciones bioéticas y no se puede pasar a la etapa siguiente hasta que se haya completado la anterior”.

Dadas las características de la pandemia, los tiempos se están acelerando sin que se pierda el control que el procedimiento necesita. Lo mismo ocurre con la distribución, ya que una vez que una o más vacunas puedan salir al mercado, tienen que llegar a todo el mundo. El precio es otra variable indiscutible. Algunas farmacéuticas aseguraron que si tienen éxito la pondrán en el mercado a valores aceptables.

El desafío es importante y hay que esperar que, además, sea posible.