«Estoy shockeado, a veces uno pierde las esperanzas», dijo el hombre absuelto por la Corte
González Nieva, quien al momento del hecho en mayo de 2006 trabajaba como taxista, destacó el apoyo que judicialmente le brindó una ONG, al tiempo que también tuvo la «contención» de toda su familia.
Jorge Enrique González Nieva, el hombre que está preso desde hace casi 14 años por el crimen de una mujer en una salidera bancaria en Merlo y que este jueves fue absuelto por la Corte Suprema de Justicia, dijo que está «shockeado» por la decisión judicial, que había perdido «las esperanzas» de que se revierta su situación y que el juicio al que lo habían condenado a 25 años de cárcel fue un «mamarracho».
«Todavía estoy un poquito shockeado, a veces uno pierde las esperanzas y no pensaba que este momento podía llegar», afirmó a Télam el hombre de 55 años que en 2010 había sido condenado por el homicidio de Analía Bibiana Aguerre (43) y que pasó por al menos 9 cárceles de la provincia y que actualmente se hallaba con arresto domiciliario.
González Nieva, quien al momento del hecho en mayo de 2006 trabajaba como taxista, destacó el apoyo que judicialmente le brindó «la ONG Innocent Proyect y Amnistía Internacional», al tiempo que también tuvo la «contención» de toda su familia.
«Esto no fue que no me creyeron, esto estaba todo orquestado para dejarme detenido, el juicio fue un mamarracho porque no sabían cómo había llegado al banquillo pero igualmente me condenaron a 25 años», criticó respecto al proceso que padeció durante estos años.
El hombre dijo que cuando Innocent Proyect entrevistó al testigo que supuestamente lo había señalado por el crimen respondió que «nunca» lo reconoció «ni por foto ni personalmente» y que en el reconocimiento fotográfico no sabía si era su firma porque es «una persona analfabeta».
«O sea fue todo armado para dejarme detenido», añadió González Nieva, quien aseguró estar «disfrutando este momento».
Por último, el chofer relató que todos estos años estuvo «encerrado en un penal con un muro de seis o siete metros de alto y no veía el exterior».
Recién el año pasado al ser beneficiado con un arresto domiciliario podía ver «la calle» pero sin tener contacto con el exterior.
«Ahora me tengo que aventurar de conseguir un trabajo y readaptarme», concluyó González Nieva.