Con puestas en escena que mezclan telemarketing con burocracia, presos engañan ofreciendo dinero y obteniendo claves de cuentas bancariasLas estafas desde las cárceles se concretan cuando las víctimas pasan los datos de sus cuentas en cajeros automáticos.

Un ardid calcado y un gran sentido de la puesta en escena sostenido por años de cultura telemarkerter y amparado por los míticos e inalcanzables vericuetos de la burocracia. Con esos dos anclajes y la oferta de lo inexistente que requiere toda estafa, presos de la cárcel cordobesa de Río Cuarto estafaban a personas del Gran Rosario sobre la base de informarle por teléfono sobre falsos retroactivos y reparaciones de la Ansés. El tramiterío que esgrimían llevaba a las víctimas hasta un cajero automático donde las hacían seguir una serie de pasos que, en definitiva, consistían en proporcionarles las claves a los estafadores para que ellos operaran sus cuentas por homebankingAsí les chupaban los fondos existentes y los hacían tomar créditos para también quedarse con ese dinero.

La banda es un ejemplo de las tantas que operan en las sombras carcelarias y no es la primera que cae este año por operatorias como estas. Que generan, seguramente, fabulosas ganancias para un sistema donde deberían estar pagando sus cuentas con la sociedad y, hoy por hoy, se las cobran largamente. En una rueda que sigue porque nunca faltan excusas para estos vendedores de buzones que, en rigor, tienen poco que perder porque ya están presos.

Hace dos semanas el fiscal Mariano Ríos imputó a ocho personas, dos presas en Río Cuarto, por estafas urdidas tras las rejas y completadas por cómplices cuyos roles iban desde administrar extracciones hasta prestar sus cuentas bancarias para que los fondos robados circularan por todo el país y fuera más difícil detectar el carácter fraudulento de las transferencias. El fiscal acusó a la red por 27 hechos contra víctimas del Gran Rosario.

Seres inexistentes como “abogado Torres” o “doctor Martínez” protagonizan estas historias con denominador común en el discurso envolvente típico del timador saturado de palabras que no dicen nada como “directamente”, giros pretenciosamente formales y frases kilométricas rematadas con un “¿bien?”. En cuanto a las víctimas, sus nombres están cambiados porque ¿quién está a salvo de ser engañado?

El sistema de cajero

En junio de 2019 Oscar O. recibió una llamada de “Alejandro Di Martino, de la “Sección devolución de haberes” de la Ansés para ponerlo al tanto de un “retroactivo del impuesto a las ganancias: por la ley 27-2-60, el señor Juan Carlos Maqueda dictó un fallo favorable a todo ciudadano argentino”. Abrumado por tan gentil verborragia, y ante la posibilidad de que la gran noticia pudiera excederlo, Oscar le pasó el teléfono a su hija. “Buenas tardes, ¿con quién tengo el gusto para dirigirme con mayor respeto, por favor?”, dijo el empleado antes de acribillarla con su labia: “Ya que él está conforme con el ofrecimiento que le hace el Estado, le vamos a brindar seis dígitos de una clave fiscal que brinda el Banco Central de la Republica Argentina para que él haga la activación. Hoy se acreditan los 57.600 pesos ya que el turno está previsto para el día de hoy para poder hacer el incremento que le corresponde a todo ciudadano argentino, y ya puede empezar a disfrutar del dinero que le corresponde” (sic).

Feliz de hacer felices a los argentinos desde su puesto, “Di Martino” siguió: “Le informé a tu querido padre que se debe dirigir al sistema de cajero más cercano a su domicilio. ¿Para qué? Para prender las cintas de grabaciones así queda certificado a través de sistema el incremento y obviamente está siendo respaldado. ¿Por qué? Por los tickets comprobantes que le va arrojar el sistema con los minutos, con los segundos y la hora del incremento y por las cámaras de seguridad que trae el sistema de cajero… ¿Bien?”.

Ya en el banco “Di Martino” comenzó a explicarle cómo hacer para cobrar 56 mil pesos de ese monto y otras 24 cuotas de 4.600 pesos. Las instrucciones implicaban poner y sacar la tarjeta, y dictarle al falso funcionario los datos de los tickets que arrojaba el cajero. Pero como sólo podía depositarle 30 mil pesos, le explicó el “empleado”, necesitaba otra tarjeta del mismo banco para depositarle el resto. Quedaron en volver a hablar media hora después, pero como “Di Martino” no volvió a llamar, Oscar fue hasta la sucursal de su banco y supo que ese día habían solicitado un préstamo de 100 mil pesos a su nombre y lo habían transferido a otras cuentas del Banco de Córdoba.

Desconfiada y todo…

“Llamo porque su mamita fue favorecida con la reparación histórica por 108.840 pesos”, escuchó Josefina un 5 de junio a la hora de la siesta. Era un tal “Héctor Torres”, abogado del Ansés de La Plata que le iba a pasar con el “doctor Martínez”, quien le iba a “explicar de qué ley se trataba la retribución retroactiva ley 27.260 resolución 807/17. Si está de acuerdo tiene que manifestar una aceptación voluntaria ¿Está de acuerdo?”.

¿Cómo no iba a estarlo? ¿Quién se niega a ser reparada por un Estado que suele quedarse con más de lo que parece dar? La mujer dijo “sí” y el “doctor Martínez” le volvió a pasar con “Torres”, que terminaba de apurar un mate en la celda de un penal cordobés. “Tenés que ir al Nuevo Banco de Santa Fe, yo te voy a dar las instrucciones, vas a recibir dos tickets y los vas a presentar en Ansés de Rosario, en Rioja 1220”, le dijo el presunto abogado.

“¿Cómo sé que esto no es una chantada?”, requirió la mujer. “Los dos tickets los vas a presentar en Ansés de Rosario y ahí te vas a dar cuenta que no te miento”, dijo Torres, y aclaró bonachón: “No estoy aquí para joderle la vida a nadie, vos tenés que ir al banco y hacer lo que yo te diga. Conseguite un celular”.

Josefina no tenía celular, entonces le pidió a su sobrino que la acompañara. Ya frente a los cajeros sonó el llamado de “Torres”. El sobrino siguió sus instrucciones: introducir la tarjeta de la mamá de Josefina, recibir un ticket, dictarle a “Torres” la clave, sacar y volver a insertar la tarjeta con el mismo PIN, esperar otra vez un ticket y dictarle el número de token que allí figuraba.

Entonces “Torres” le pidió otra tarjeta más porque no podía cargar en una cuenta de ahorro todo el dinero. Si no se hacía el trámite ese día, advirtió cómplice, el dinero se perdía y para recuperarlo debería contratar a un abogado para un trámite de entre 3 y 5 años.

Josefina dudó y entonces le dijo a “Torres” que iría a averiguar a Ansés. El “empleado” advirtió: “Te paso a informar. Directamente como tengo generada la apertura del canal de transferencia para el día de la fecha, yo tengo que devolver la tramitación correspondiente al Tribunal Federal de La Plata, el cual dictamina que la persona no pudo realizar la tramitación, la cuenta de la señora se congela hasta que se acrediten los otros 54.400 pesos, en los cuales vas a tener que contratar un matriculado para que pueda generar la demanda correspondiente. Directamente al Ansés el cual te vas a acercar no te va a figurar nada, por qué, porque ésto es un veredicto brindado por un tribunal federal de La Plata ¿me comprendés? No por el Ansés de Rosario”.

Ya en su casa Josefina llamó preocupada al banco para dar de baja la tarjeta de su madre cuyos datos había dado a “Torres”. Así supo que se había creado una cuenta de homebanking desde la cual se habían solicitado tres préstamos por 50 mil, 49.600 y 25 mil pesos. Y parte de ello ya se había transferido.

”Yo nunca hablé con vos”

En julio de 2019 el hijo de Ernestina atendió un llamado al fijo de su casa. Eran un tal “Alejandro Di Martino” para informar que su madre tenía un retroactivo y que fuera a un cajero automático. El hombre siguió los pasos y entregó, sin saber, sus claves un preso de la cárcel de Río Cuarto. Hubo más charlas al día siguiente. Primero con “Di Martino” y luego con otro amable convicto que se presentó así: “Mi nombre es Héctor Torres, del Area de Devolución de Haberes ¿con quién tengo el gusto y el agrado de comunicarme por favor?”.

—Ayer me llamaron, le iban a dar un retroactivo a mi mamá y no hubo depósito.

—Bien, déjame ingresar a la base de datos, ¿usted sería más precisamente…? El hijo de la señora ¿cierto? Te voy a requerir que me aguardes un momento en línea, te voy a derivar lo que sería la llamada al área escribanía y tesorería ¿sí? Para que te puedan notificar en tiempo y forma, ¿perfecto?

La víctima aceptó y entonces tomó el teléfono otro preso que se presentó así: “Hola sí, que tal, muy buenos días. Daniel Osvaldo Martínez lo saluda muy atentamente, señor muy buenos días ¿Cómo le va?”. “Martínez” empezó a pasear a la víctima con kilométricas explicaciones sobre algo inexistente. A esa altura cualquier persona querría cortar la comunicación, ¿pero cómo hacerlo cuando el interlocutor te está ofreciendo una devolución de haberes?

El engaño continuó hasta que, entre tanto dato raro, los hijos de la señora llamaron al banco y se enteraron de que habían sacado un préstamo cuyo monto ya había sido transferido. Otro hijo, más enojado, llamó a “Torres”.

—Te has comunicado al área de devolución de haberes, el sector de tesorería y escribanía, mi nombre es Héctor Torres ¿con quién tengo el gusto y el agrado?

—Quiero hablar con Di Martino.

—Sí, el otro asesor del área notificaciones señor ¿con quién tengo el gusto y el agrado?

—Porque ayer me llamaron para pedirme los datos de mi mamá por un retroactivo. Y resulta que vos me llamaste y le sacaron un crédito de 50 mil pesos, maestro. ¿Cómo fue eso?

—No, no, directamente habría habido una confusión caballero ¿sí? ¿Con quién tengo el gusto y el agrado de comunicarme?

—¡Con Claudio!

—¿Con Claudio?

—¡Sí!

—En base a quién te comunicas vos Claudio, ¿de qué persona?

—En base a la señora Ernestina.

—Bien, directamente hubo un inconveniente en el cual ha sido congelada la cuenta de la señora Ernestina, en la cual la cuenta del señor Federico, era en la cual se iba a incrementar la totalidad del dinero ¿sí? No se pudo realizar la totalidad de la incrementación Claudio, en la cual…

—Y no, porque vos me sacaste un crédito ¿Cómo puede ser?

—No, yo no saqué ningún tipo de crédito caballero ¿Cómo te voy a sacar un crédito yo, si yo no poseo lo que es conocimiento de la cuenta de la señora Ernestina, ¿sí?

—Cómo que no, si vos me pediste todo…

—No, yo directamente Claudio, yo no me estuve comunicando con vos el día de ayer, te has equivocado de persona, yo me comunico, mi nombre es Héctor Facundo Torres ¿sí? Vos te has comunicado al área correspondiente, la persona la cual te estuvo asesorando directamente ha sufrido su sanción disciplinaria caballero, por el error que ha cometido en el congelamiento de la cuenta Claudio, ¿sí?

Desorientado por los embates de esa persona sin rostro que supuestamente era “El Estado”, Claudio bajó la guardia. Y Torres lo remató, muy ofendido. “Vos me decís ¡vos, vos! como si yo tuviera algo que ver. Directamente te informo Claudio yo no estuve realizando tramitación el día de ayer con la señora”, le aclaró, antes de rematar con un enérgico: “¿Sí señor Claudio?!”.

Claudio aceptó la derrota y tuvo que aclarar: “De Ernestina, vos sacaste los datos, bueno discúlpame, llamó una persona sacando datos”.

La Capital