La decisión de Menem fue determinante para concretar el puente entre Victoria y Rosario
Ese acto contó con la presencia de autoridades nacionales y de los gobernadores Sergio Montiel y Carlos Reutemann, de Entre Ríos y Santa Fe. Ocho días antes el riojano había resignado sus aspiraciones presidenciales después de ganar ajustadamente la primera vuelta electoral sobre Néstor Kirchner. No resucitaría al cuarto día, como había dicho junto al obrador del puente, en Victoria, en 1999.
Sin embargo, unos meses antes, Menem había tenido su momento junto a la monumental obra que cambió para siempre la vida de la Ciudad de las siete colinas y de toda la región. Fue el 20 de setiembre de 2002, cuando aún en campaña por la presidencia, fue autorizado por los empresarios que construyeron el enlace a cruzarlo en auto, pese a que aún no estaba habilitado, para llegar a Rosario y realizar allí actividades proselitistas.
Los medios santafesinos dieron cuenta en ese momento de la frialdad con que se refirió al hecho el actual senador nacional santafesino Carlos Lole Reutemann, tal vez el delfín político más exitoso de Menem, quien actualmente se apresta a competir por un nuevo mandato en el Senado nacional.
La obra fue parte del recordado spot de campaña Menem lo hizo, y lo cierto es que no se trataba solo de una estrategia publicitaria, sino que el dos veces presidente había sido un protagonista central para su desarrollo.
El exgobernador santafesino Jorge Obeid –ya fallecido, que había nacido en Diamante– recordó en 2013, a 10 años de inaugurado el puente, que la obra fue posible porque ambas ciudades trabajaron juntas para conseguirlo, también por el trabajo de las administraciones provinciales suya y de Jorge Busti, y por la decisión del entonces presidente.
El exmandatario santafesino contó que asumió la conexión vial como el gran proyecto de su primera gestión como gobernador, y que desde el primer momento advirtió “el apoyo monolítico” que obtendrían las gestiones que realizara ante el gobierno de Carlos Saúl Menem. “Había mucha gente trabajando desde hacía tiempo en este viejo sueño, no sólo en Rosario sino también en Victoria. El problema era que la obra sería muy costosa y que resultaría muy difícil interesar a los porteños para hacerla”, recordó Obeid. Y añadió: “La clave era convencer a Menem para que la Nación se involucrara”.
Se sabe que la idea del enlace ya estaba en la cabeza del subprefecto Ángel R. Piaggio cuando en 1898 se lanzó a la tarea de construir el primer canal de navegación hacia Rosario, y junto a isleños cavaron a pala y pico el cauce del arroyo Campana; uniendo así las aguas del Barrancoso con las del Timbó Blanco. Desde entonces, diferentes gobiernos habían tenido siempre como objetivo concretar la conexión, o al menos avanzar en ese sentido.
La decisión política
Lo que ocurría era que la obra no podía autofinanciarse, y sin el apoyo nacional resultaba de imposible concreción.
Menem sobrevoló la zona para conocer de qué se trataba y se organizaron pedidos a la Casa Rosada -para que la apoyara- por parte políticos, empresarios, funcionarios, concejales, representantes de la Bolsa de Comercio y de la Universidad Nacional de Rosario.
Del lado entrerriano también hubo un fuerte apoyo a la iniciativa.
Cuando inicialmente Menem aprobó avanzar con el proyecto, se dispuso que la Nación otorgaría un subsidio de 100 millones de dólares y los estados provinciales de Santa Fe y Entre Ríos pondrían 3 millones de dólares cada uno. Entonces se elaboró el proyecto y el 15 de abril de 1996 se llamó a concurso público nacional e internacional para la concesión de la construcción, mantenimiento y explotación de la conexión Victoria-Rosario.
El 2 de enero del año siguiente se aprobó el presupuesto nacional que autorizó la contratación. El 17 de junio se presentaron las ofertas del primer concurso de licitación, pero el 12 de julio se supo que la única propuesta presentada había sido rechazada.
Lo que inicialmente era decepción se transformó en un enorme apoyo colectivo a la obra, y le sirvió al riojano para tomar la decisión de duplicar el compromiso de inversión inicial, por lo que el 15 de julio un decreto del Ejecutivo autorizó un nuevo llamado a licitación pública nacional e internacional. El Estado nacional aumentó la subvención máxima a 210 millones de dólares (200 la Nación y 5 cada provincia).
Una anécdota de aquellos años –de difícil comprobación por cierto–, señalaba que en el afán por conseguir que la licitación no se cayera, en algún taller gráfico de la ciudad de Victoria se falseó un ejemplar del matutino local, que fue entregado en mano al presidente Menem.
Aquella edición mostraba una importante convocatoria de gente, reunida por otra cuestión, posiblemente vinculada al carnaval, como si estuviera reclamando por una nueva licitación. Supuestamente en aquellos años sin Internet, un senador nacional le entregó el periódico a Menem en mano.
Más allá de la anécdota, la decisión del riojano a favor de la obra estaba tomada, a tal punto de que varios menemistas consideran que su apoyo a la iniciativa y el volumen de dinero puesto en ella por el gobierno nacional representan casi una contradicción de parte de quien se caracterizó por las privatizaciones y el apoyo a la iniciativa privada.
El 23 de julio se llamó nuevamente y el 29 de septiembre se conocieron tres ofertas. Una de ellas quedó descalificada en el mismo acto y el 13 de noviembre, el Ministerio de Economía y Obras Públicas de la Nación declaró ganador de la licitación al consorcio integrado por Impregilo, Iglys, Techint, Hochtief y Roggio. El 28 de enero de 1998 se firmó finalmente el contrato de concesión.
Unidos o dominados
Pero antes, el 20 de junio de 1997, durante un acto en Rosario por el día de la bandera, Carlos Menem anunció que el enlace se concretaría y dijo que la obra “largamente esperada” era también un homenaje a Manuel Belgrano. En esa oportunidad destacó que se trataba de un enorme paso en el proceso de integración puesto en marcha a partir de la creación del Mercosur, al que definió como una de las regiones más poderosas del planeta. “Tenemos la obligación los que integramos el Mercosur de ir creando las infraestructura para que sigamos creciendo, y darle la posibilidad a nuestro pueblo de adquirir un mejor estándar de vida a partir del trabajo que hacen y el esfuerzo que realizan (…)”, indicó desde el palco en Rosario.
Luego precisó: “Se trata de dar forma a la red vial interoceánica para cumplir con uno de los grandes sueños de mi maestro en política, el general Perón (que dijo) el año 2000 nos encontrará unidos o dominados. Los pasos que hemos dado son para que el año 2000 nos encuentre totalmente unidos. Para eso hay que derribar muros y construir puentes, no tan solo físicos sino puentes a partir de la esperanza, la fe y el amor que brinda el pueblo argentino a todos los pueblos de la región y del mundo”.
Se estimaba un plazo de construcción de cuatro años, y el entonces presidente les pidió a los empresarios: “Hagan este puente en dos años, de ser posible. Y en vez de los 3.600 puestos de trabajo que se van a crear, les pido que creen algunos más para acelerar las obras”, añadiendo que el país no podía seguir perdiendo tiempo en la integración regional.
Si se hubiera hecho en dos años, lo que resultaba casi imposible, Menem hubiera podido inaugurarlo durante su mandato.
El 20 de junio del 98 se inauguró en forma oficial el inicio de las obras del puente Victoria-Rosario y Menem visitó la ciudad entrerriana. El 3 de noviembre comenzaron los trabajos en el obrador del puente y en mayo del año siguiente se colocaría el primer pilote.
En 1999 Menem volvió a Victoria cuando concluía su segundo mandato. Allí, flanqueado por el gobernador Jorge Busti y el senador provincial Juan Carlos Stratta, se refirió a la obra y habló de los caudillos entrerrianos Pancho Ramírez y a Ricardo López Jordán, de quienes dijo que había aprendido mucho.
“Vine a decirles que los amo. Ya me voy como presidente, pero quedo como un ciudadano más que pretende volver allá por el año 2003 (se ríe)… salvadas las distancias y para darle un poco de humor a esto, porque los actos políticos son muy aburridos, quizás podamos decir en 2003 ‘al cuarto año resucitó’”, indicó bromeando respecto de su eventual tercer mandato.
En la primera vuelta de la elección presidencial de 2003 efectivamente la ciudad de Victoria lo acompañó, ya que obtuvo el 46% de los votos según algunas fuentes, y según otras el 53%, en el marco de unos comicios en los que también se impuso en la provincia frente a Néstor Kirchner. Luego declinó de participar en el balotaje sabiéndose derrotado de antemano.
Visitas presidenciales
Como presidente, Carlos Menem estuvo cuatro veces en Victoria. La primera visita oficial fue en septiembre de 1993, cuando inauguró viviendas. Dicen que en aquella oportunidad la visita estaba planificada a Paraná, pero el clima gremial no era para nada favorable durante el gobierno del contador Mario Moine, y a último momento la visita se reprogramó para Victoria. Cuando el riojano subió al palco advirtió que las viviendas no estaban terminadas y optó por un discurso de tono más político.
Menem inició su alocución destacando la figura de dirigente radical César Jaroslavsky, a quien puso como ejemplo de lealtad política. Dicen que el riojano tuvo con Chacho una relación que se forjó cuando la Cafieradora parecía imparable y a él le costaba entrar en determinados círculos políticos. La ayuda del radical victoriense y algunas charlas políticas hicieron que Menem nunca disimulara la simpatía y el agradecimiento que sentía por él.
Carlos Matteoda
Diario Uno Entre Ríos