La historia del laboratorio que desde Rosario ahora producirá los autotest de Covid-19
La planta de Rosario nació junto a la compañía hace ya más de 60 años y continúa funcionando.
Ni se hablaba de biotecnología ni de empresas de base tecnológica en 1960 y Rosario estaba absolutamente fuera del mapa de las empresas farmacéuticas que por entonces existían solo en Estados Unidos, Alemania e Inglaterra. Como sucede la mayoría de las veces fue la necesidad la que empujó a Miguel Rojkin, un bioquímico e investigador rosarino, a trabajar en la estandarización de las pruebas químicas y evitar lo que por entonces era una normalidad: cada profesional elaboraba sus propios reactivos y así los resultados fueran diferentes dependiendo de los criterios de cada uno. Wiener Lab, la empresa que por estos días está en boca de todos por ser la única en Argentina autorizada a fabricar y comercializar los llamados autotest de Covid 19 que en poco más llegarán a las farmacias, fue justamente fruto de esa necesidad. Miguel primero, sus cuatro hijos y ahora también sus nietos, son quienes dieron y siguen dando forma a esta compañía local que tiene más de 300 empleados solo en su planta de Rosario, que cuenta con un centro de investigación propio y que además produce en Buenos Aires y en San Pablo, Brasil.
Federico Rojkin, hijo de Miguel, está al frente de la compañía y es por estos días la voz visible de la buena nueva en el marco de la pandemia de Covid 19, un escenario en el que Wiener Lab ya viene jugando desde marzo del 2020 con la fabricación no solo de pruebas de PCR y de antígeno para su uso en laboratorios, sino además de pruebas rápidas de detección de anticuerpos contra el coronavirus.
El pasado miércoles la novedad pasó por la autorización por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) de la fabricación y comercialización de los test rápidos de detección de Covid-19 que podrán ser adquiridos y utilizados por los propios pacientes, una experiencia que ya se puso en marcha en Córdoba y busca replicarse en todo el país.
Allí el laboratorio local puso a Rosario en el centro de la escena por ser el único autorizado en la Argentina. Es que si bien la Anmat le dio luz verde a cuatro productos, dos de ellos son elaborados por laboratorios extranjeros -Roche de Suiza y Abbott de Estados Unidos- y el tercero es directamente importado desde el exterior.
En tanto, en Rosario ya trabajan en la resolución de «temas inherentes al abastecimiento de los componentes y a materias primas», un escenario que es común a todos los productores del mundo y básicamente en temas de Covid. «No somos la excepción», dijo Rojkin sin dar detalles de cuál será el volumen de producción.
Más de 60 años
Desde aquella necesidad de estandarizar reactivos que llevó a Miguel a investigar y producir en Rosario lo que Federico, su hijo, explica «fueron las primeras encimas y sustratos estandarizados» hechos en el país y en Latinoamérica, pasó mucha agua bajo el puente.
«Por entonces el desarrollo se orientaba básicamente a estabilizar esas encimas y sustratos, pero además hacerlo en productos estabilizados en el tiempo porque no existía la cadena de frío y que además fuera posible reproducir», explicó el actual titular de la compañía y agregó: «Lo que funda mi padre entonces es una empresa de base tecnológica, pero entonces no se hablaba de ello y menos aún de biotecnología».
Cuatro de los hijos de Miguel son parte de Wiener Lab y ya hay una tercera generación que es parte de la compañía, que si bien se expandió hacia Buenos Aires donde se hace instrumental y equipamiento para laboratorios y hacia San Pablo, donde se fabrican reactivos, y suman en ambas más de 300 empleados, nunca dejó su planta de Rosario donde hay otras 300 personas que integran los equipos de investigación, desarrollo y producción.
Actualmente, a través del plantel de investigadores y técnicos de su propio Centro de Investigación y Biotecnología (CIBIO) desarrollan y fabrican anticuerpos policlonales y monoclonales para diferentes tipo de test, de hepatitis, embarazo y determinación de grupos sanguíneos, así como para el diagnóstico rápido de enfermedades parasitarias como el chagas y la toxoplasmosis, bacterianas como brucella y salmonella, y virakes como hepatitis y sida.
«Nunca hubo motivos para dejar Rosario», afirma Federico sin dudar sobre la decisión de mantener el centro de la compañía en la ciudad y agrega: «Somos de acá, vivimos acá, nos gusta y nos sentimos cómodos en Rosario que tiene una buena comunicación y conectividad, una excelente Universidad y centros de investigación y un cluster biotecnológico importante».
Ciencia made in Argentina
Más del 50 por ciento de la producción del laboratorio se exporta y tiene redes de comercialización con empresas propias en toda América latina, además de comercializar sus productos en países de Asia y Africa y tener un pie en la Unión Europea.
Sin embargo, en Rosario mayoritariamente quienes son parte de los equipos de investigación y desarrollo son egresados de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), del mismo modo que en la planta de Buenos Aires cuentan con profesionales salidos de la universidades nacionales de Buenos Aires y la zona.
Además de los logros de la propia empresa, Rojkin no deja de reconocer el sistema científico argentino y el acompañamiento del Estado que permite este escenario y señala que justamente ese fue uno de hechos que hizo visible el Covid-19.
«Hemos visto que no solo tenemos pruebas diagnóstico, sino también una vacuna que se producen en el país en el marco de pandemia y eso no es más que gracias a un sistema científico y tecnológico que incluye a la Universidad pública argentina y al mismo tiempo va más allá y un Estado que invierte -detalló-. Porque si bien no podemos decir que tengamos independencia tecnológica, si Argentina está muy bien posicionada en la ciudad de sus investigadores y en un sistema que pudo dar respuestas a este escenario».