El cigarrillo, gatillo silencioso de la artritis reumatoidea
Sería el factor de riesgo ambiental más relacionado con la enfermedad. El cese tabáquico y el diagnóstico precoz permiten una buena calidad de vida.
El tabaquismo es un factor de riesgo en la aparición de artritis reumatoidea (AR), una enfermedad reumática autoinmune, que daña las articulaciones y otros órganos.
Diversos trabajos científicos muestran que fumar aumenta el riesgo de desarrollar algunos anticuerpos específicos para las patologías reumáticas. Estos anticuerpos, en algunos pacientes genéticamente predispuestos pueden tener un mayor riesgo de desarrollar, por ejemplo, artritis reumatoidea.
De los factores de riesgo ambientales, el tabaco es el más estrechamente relacionado con el desarrollo de AR. Claramente, quienes tienen mayor vulnerabilidad son los fumadores activos. Además, los que más tiempo lleven fumando son más susceptibles, incluso, hasta después de 10 años de haber dejado de fumar.
En el Día Mundial de Concientización sobre la Artritis Reumatoidea, es importante insistir en que el hábito tabáquico contribuye en la inflamación de las enfermedades reumáticas, por lo que es necesario que las personas busquen ayuda con especialistas para abandonar La adicción, tema que se aborda en el 55° Congreso Argentino de Reumatología que se realiza en Córdoba hasta el 15 de octubre.
En este sentido, la SAR viene desarrollando la campaña “Reuma no fuma”, con talleres en el formato de entrevistas quincenales, donde se abordan distintos aspectos en relación a las enfermedades reumáticas. La información destinada a la comunidad con base científica y certera se encuentra en el sitio Reuma quién sos.
La artritis reumatoidea es una enfermedad reumática que se diagnostica, en promedio, entre los 30 y 50 años, pero es habitual que las personas piensen que afecta a adultos mayores.
Esta distancia entre lo que ocurre y lo que se cree, no ayuda a lograr el diagnóstico precoz para encarar el tratamiento necesario que evita complicaciones discapacitantes.
La AR es una patología autoinmune, donde las propias defensas del organismo inflaman y dañan las articulaciones. También es una enfermedad crónica y sistémica, por lo que puede afectar otros órganos, como los pulmones.
Hoy existen tratamientos que pueden remitir la enfermedad, a la vez que permiten tener una calidad de vida normal a la mayoría de los pacientes. Por eso, decimos que es fundamental la detección temprana, ya que el tiempo que se perdió y los daños que se produjeron no se pueden recuperar.
Casi todas las enfermedades reumáticas son crónicas y, por lo tanto, no tienen cura, pero pueden controlarse eficazmente. Existen más de 200 patologías que pueden presentarse con dolor en las articulaciones, músculos y/o tendones y que pueden dañar otros órganos del cuerpo.
Son enfermedades de origen desconocido, relacionadas con genes y autoanticuerpos específicos. Factores ambientales, infecciosos o tóxicos, como el tabaquismo, pueden favorecer su aparición.
Sin embargo, nuestro principal objetivo es la remisión de estas patologías y con el gran avance de los tratamientos, en muchos casos es posible lograrla y que los pacientes puedan tener una vida normal.
En la Argentina, 1 de cada 100 personas tiene AR, lo que la posiciona como una enfermedad frecuente. El objetivo es poder diagnosticar cada vez más temprano para comenzar con tratamientos precoces y prevenir discapacidades.
(*) Médica reumatóloga (M.P: 89.104). Presidenta de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR). Integrante del Servicio de Reumatología del Hospital Cosme Argerich de Buenos Aires.