Lionel Messi, la Scaloneta y el espejo en donde mirarnos
La Selección Nacional de Fútbol nos dio una gran alegría al ganar el Mundial de Qatar 2022 y la gente salió a la calle a festejar bajo los colores de la albiceleste. ¿Es solo fervor deportivo o una identificación con este equipo ganador, perseverante y disciplinado?
Hace apenas 48 horas que el equipo de fútbol argentino alcanzó la gloria en el Mundial de Qatar 2022 y una felicidad desbordante se hizo notar por todas partes. No cabe duda que este pueblo requería con urgencia, y desde hacía tiempo, una alegría semejante y que, al parecer, nadie más podía otorgarle.
¿Se trata entonces solamente de fútbol? De ninguna manera. Desde luego que el fútbol es un deporte muy instalado en el inconsciente colectivo de los argentinos, por lo cual siempre despierta pasión. Sin embargo, al menos esta vez y evitando caer en un análisis superficial, si profundizáramos un poco en las necesidades y frustraciones de esta sociedad, no sería complicado advertir que, a modo simbólico, esta vez el fútbol representa mucho más que eso y esto se debe a la necesidad de identificación de la sociedad argentina con el equipo que la representó.
Identificarse es tomar algo del otro y hacerlo propio, incorporarlo a la propia personalidad. ¿Por qué? Porque advertimos en ese otro virtudes, características y/o valores que admiramos y que, por ello, requerimos también para nosotros mismos.
Ante la enorme dificultad que implica vivir y procurar progresar en este país, ante la descomunal frustración individual que esto significa; ante la imposibilidad casi cotidiana de alcanzar un mínimo logro personal debido a factores externos, saber que al menos un equipo nos representa y resulta triunfador nos hace sentir ganadores también a nosotros. Nos genera un alivio, nos recuerda que se puede.
Por estas razones, la alegría no se trata solo de fútbol. Significa también recuperar la esperanza. Y se trata además de recordarle a las personas ciertos valores que se creían perdidos, valores que requerimos como sociedad y como individuos, y que están claramente representados por los integrantes de esta Selección Nacional.
De alguna manera, la travesía de Messi, de Scaloni y del resto del equipo nos recuerda el famoso camino del héroe, es decir, de aquella persona que debe atravesar un sinfín de obstáculos, de críticas, de dificultades variadas y que, solo a base de su perseverancia y fortaleza, puede sortearlos y salir airoso. ¿Y no son acaso las virtudes del héroe las que todos necesitamos para subsistir y superarnos en un país tan complejo como el nuestro? Por ello es que la admiración hacia estos jugadores se extiende aun más allá de sus cualidades deportivas.
¿Podría acaso esta sociedad también identificarse con otros que pudieran representarla? Evidentemente, no sucede tal cosa. Aquellos políticos (de ambos lados de la grieta) que dicen representarnos han perdido legitimidad y credibilidad. Ya pocos pueden reconocerse en ellos. Y la grieta, seguramente conveniente para políticos de uno y otro lado, dado que les resulta funcional para intentar llevar el agua a sus propios y respectivos molinos electorales, ha generado un hartazgo considerable en una sociedad que empieza a saberse utilizada y sin siquiera extraer un mínimo beneficio de ello.
Virtudes de la Selección Nacional que la sociedad identifica como propios
Honestidad, valor, humildad, resiliencia, unidad y perseverancia son algunas de las virtudes que claramente expuso la Selección Nacional, valores que esta sociedad admira más que nunca, puesto que no suele encontrarlos en líderes políticos. Y este grupo humano que surge del corazón del fútbol hoy nos recuerda estas virtudes, que quizá creíamos perdidas y que casi olvidamos. Todos y cada uno de nosotros sabe, consciente o inconscientemente, que requerimos de dichas valores para afrontar la dificultad de vivir en un país como el nuestro. Y esta Selección también nos recordó la importancia y lo inmensamente gratificante de sentirnos unidos, de trascender las grietas convenientemente creadas por políticos de turno.
¿Qué representó entonces también este triunfo que coronó a la Argentina como Campeón Mundial de Fútbol? Nos mostró también, ni más ni menos, que se puede triunfar individualmente y como sociedad cuando no menospreciamos las virtudes antes enumeradas. Nos mostró con claridad que necesitamos de dichas cualidades. Nos recordó lo valioso de la esperanza, cierto sentimiento de dignidad y la importancia de estar unidos.
Indudablemente, todos requeríamos con urgencia de estos héroes (y de sus virtudes) con quienes poder identificarnos. Quizá los políticos, todos y cada uno de ellos, puedan también incorporar de esto alguna enseñanza que los motive a mejorar, a procurar unir a esta sociedad y a inspirarla con valores auténticos, pero es muy probable que esta no sea más que una ilusión con el lastimero destino de una utopía.