River va a jugar con Boca por el Trofeo de Campeones, pero atención: cuando juega, es un peligro
En Córdoba, el equipo millonario se impuso por 3-2 sobre Banfield, en un entretenido espectáculo y va a disputar una nueva finalísima contra el rival de toda su vida
enía que ganar. Y ganó. Pero atención: River es un peligro. Para bien, porque entusiasma. Para mal, porque desconcierta. Ahora habrá, en fecha a confirmar, el primer superclásico del año. Un duelo estelar que va a definir un título, nada menos. River superó a Banfield por 3 a 2, en Córdoba y jugará la final del Trofeo de Campeones 2020, para la que ya estaba clasificado Boca, en el primer exitoso mano a mano del ciclo de Martín Demichelis.
El joven entrenador de River, sucesor de Marcelo Gallardo, jugará su primer choque decisivo (¿en marzo, en abril?) ante Boca, luego de las finalísimas ganadas por el conjunto millonario en 2018, por la Supercopa Argentina y la Copa Libertadores.
El Trofeo de Campeones es una copa Nacional que enfrenta a los dos campeones del año; no se disputó en 2020 por las restricciones que generó la pandemia de coronavirus, que alteró el calendario. Boca avanzó directo a la final del Trofeo de Campeones porque ganó los dos torneos del año, la Copa de la Superliga y la Copa Diego Maradona. Esa situación motivó a la AFA a organizar un desempate con los subcampeones de ambas competencias y evitar que el título quedara vacante.
Una formación súper ofensiva dispuso Martín Demichelis en el encuentro más importante de su era, el que definió una final. Tantas veces fue señalado por descubrir un equipo pragmático, un conjunto más precavido que el que solía desplegar Marcelo Gallardo, que esta vez, en la noche de Córdoba, se inclinó por la audacia, con un 4-1-3-2 a todo motor.
De ellos, lo más sorprendente: un doble 9, con la inclusión de Rondón, cerca y lejos de Borja, para marcarle la cancha a la dubitativa última línea de Banfield. El venezolano jugó algo más retrasado, chocaron poco, aunque también se asociaron solo de a ratos.
Lo mejor del partido
Lo mejor, de todos modos, era la línea de atrás, la de los volantes audaces. Otra sorpresa fue la inclusión de Simón, explosivo y apagado, en los últimos largos meses millonarios. Con un tiro cruzado y preciso, que sorprendió a Cambeses en el amanecer del encuentro, abrió el marcador y se sintió con mayor confianza, en ese ida y vuelta clásico por el sector derecho.
A sus costados, Barco y Nacho Fernández les imprimieron energía a los ataques, con mayores buenas intenciones que peligro real. River se acercaba al segundo casi al mismo tiempo que sufría en el fondo, abierto y ciertamente más descuidado que en los anteriores exámenes. Rodríguez y Chávez olfateaban el peligro, sobre todo por el centro de la defensa, con Maidana y Enzo Díaz en plena etapa de conocimiento.
La decisión millonaria de imponer condiciones –algo así como afirmar su favoritismo, el cartel de candidato natural- le dio mayor vértigo al espectáculo, abierto y con el mediocampo como pasadizo. Enzo Pérez es un caudillo imprescindible, pero puede ser un error enorme dejarlo en soledad, sin un número 5 que lo acompañe. Sin Kranevitter ni Zuculini, con Aliendro en el banco de espera, el crack ofrece algunas licencias peligrosas.
La determinación de Demichelis de incluir a Rondón, Barco y Simón, supuso un golpe sobre la mesa. Quedaron a un costado Paradela y Solari, dos números puestos en el ciclo flamante. Es tiempo de prueba y error, de piezas que entran y salen en una etapa que precisa de argumentos sólidos, de respuestas inmediatas. River no espera.
A medida que transcurrieron los minutos, el gigante sufrió el desgaste y el Taladro, con amor propio y una actitud más eléctrica, se aproximó con peligro. Armani suele responder (Bizans lo probó de lejos y el remote, Sosa lo envió al cielo), pero resulta un llamado de atención mayúsculo. Cada desatención, es casi gol. Rondón, al mismo tiempo, cerca estuvo del segundo: River precisa varias situaciones para convertir. Hasta que en el final del primer capítulo, otra vez Simón olfateó un hueco: su disparo rozó en Manuel Olivera y descolocó al arquero.
El partido fue buenísimo: se lo perdieron Borja, Nacho y Banfield dispuso de un tiro en el palo. Todo podía ocurrir. Hasta que Chávez selló el descuento… y empezó otro partido. Aún mucho mejor. Chávez selló el segundo casi inmediatamente, pero el VAR (y el juez de línea) lo anularon por posición adelantada. El encuentro se rompió y esa fue una noticia mucho mejor: cualquier cosa, verdaderamente, podía ocurrir.
Como el pase genial de Nacho, que encontró a Borja con la cabeza levantada. Un bombazo, para el tercero. Y otro descuento, de Juan Bizans. Un inesperado suspenso… River ganó, va a jugar otra final con Boca. Pero es un peligro… para bien, para mal.
La síntesis:
River Plate: Franco Armani; Robert Rojas, Jonatan Maidana, Enzo Díaz y Milton Casco; Santiago Simón, Enzo Pérez, Ezequiel Barco e Ignacio Fernández; Miguel Borja y Salomón Rondón. DT: Martín Demichelis.
Banfield: Facundo Cambeses; Emanuel Coronel, Alejandro Maciel, Emanuel Oliveray Emanuel Insúa; Juan Bizans, Alejandro Cabrera, Brahian Alemán e Ignacio Agustin Rodríguez; Sebastián Sosa Sánchez y Andrés Chávez. DT: Javier Sanguinetti
Goles en el primer tiempo: 7m. y 44m. Simón (R). Goles en el segundo tiempo: 8m. Chávez (B), 19m. Borja (R) y 45+2m. Bizans (B).
Cambios en el segundo tiempo: 20m, Milton Giménez por Sebastiàn Sosa Sánchez (B) y Horacio Tijanovich por Rodriguez (B); 23m, Franco Alfonso por Barco (R) y Pablo Solari por Rondón (R); 30m, Matías Romero por Coronel (B); 34m, Rodrigo Aliendro por Simón (R), y José Paradela por Fernández (R); 38m, Lucas Beltrán por Borja (R), y 40m, Nicolás Sosa Sánchez por Chávez (B) y Eric Remedi por Alemán (B).
Amonestados: Casco, Rojas y Paradela (R). Maciel, Cabrera y Coronel (B).
Cancha: Mario Kempes.
Árbitro: Facundo Tello.