Central se salió con la suya bebió el primer trago de Copa Libertadores
Sebastián Suárez Meccia
Carlos Quintana busca el escudo de la camiseta, luego de marcar el gol del triunfo de Central sobre Peñarol. Gran debut en la Copa Libertadores.
Inicio de Copa Libertadores y un objetivo por encima de todo: el triunfo. Más tratándose de que enfrente estaba, a priori, el rival con el que Central va a pelear la clasificación. El fútbol de alto vuelo quedará para otra ocasión porque lo que quedó demostrado en esta primera presentación del canalla en el escenario grande del fútbol es que la Copa se juega con los pies, pero también con el corazón. El canalla fue un equipo ambicioso, que fue aún equivocando los caminos, que convirtió y cuando logró la ventaja lo jugó de otra forma. Fue un equipo rocoso, duro, de dientes apretados y con un objetivo claro. El debut no pudo haber sido mejor para este Central de Miguel Angel Russo, que se salió con la suya ante Peñarol bajo la arista del resultado, que sabe que deberá mejorar desde la óptica del juego, pero que puso primera y la máquina empezó a marchar.
Russo se cansó de decir que la Copa Libertadores es distinto a todo y estos primeros 90 minutos le dieron la razón, porque hubo entusiasmo y mucho temor de que los tres puntos no quedaran en Arroyito. Todo por ese claro partido que jugó el canalla, con una mayor vocación ofensiva en el primer tiempo y con una actitud muchísimo más combativa en el segundo. El resultado del combo: un triunfo que esperanza.
Ya la salida fue complicada para Central por esa lesión de Abel Hernández y el ingreso sorpresivo de Cervera. Un contratiempo que nada tuvo que ver, pero que se emparentó con la confusión con la que Central fue de inmediato en busca del partido. Porque lo hizo con el ritmo acelerado, a contramano de la calma que siempre suele pedir Russo. Y fue esa aceleración lo que produjo que O’Connor estuviera impreciso, que Malcorra demorara en conectarse, que Campaz apostara por alguna jugada aislada.
Mientras eso sucedía, Peñarol jamás se sonrojó por esa postura especulativa, con un 4-4-2 rígido, privilegiando mantener el orden por encima de las intenciones de lastimar. Así, ese conglomerado de camisetas amarillas hizo que a Central le costara entrar y que intentara por una única vía: el remate de media y larga distancia.
Rodríguez casi convierte en su propio arco a los 3’ tras un centro envenenado de Malcorra, después probó Campaz desde afuera (a las manos del arquero), a los 15’, lo mismo hizo Sández (24’) y un rato más tarde (30’) otra vez Malcorra.
En todos y cada uno de esos remates se explicaban los problemas que tenía el canalla en la búsqueda del desnivel que los hinchas pedían mientras observaban cómo al equipo le costaba ponerla contra el piso y jugarla con un mínimo de claridad. Lo bueno fue que Peñarol llegaba a tres cuartos y se diluía, por eso la única que tuvo fue ese anticipo de Ramírez en el primer palo (tras un córner) que sorprendió a todos.
Pero los dos minutos de adición tenían algo para Central. Porque llegó el córner de Malcorra, el cabezazo al travesaño de Mallo y el zurdazo volado de Quintana que se coló contra el palo derecho. Locura en el Gigante VAR mediante y en un momento clave.
Central insinuó y nada más
Minuto 6 del complemento, tiro libre de Malcorra, cabezazo de Mallo en el segundo palo y Martínez, que venía a la carrera, no alcanzó a conectar. Fue lo único en esa etapa de un Central que fue absorbido por sus limitaciones y por las coordenadas que Peñarol le puso al encuentro. Porque todo lo que sucedió fue obra del equipo uruguayo ante un Central que se defendió como gato panza arriba, con Ortiz corriendo todo y a todos, con Malcorra intentando serenar cuando podía, con Campaz que no terminaba de despegar.
La mala puntería de Silvera colaboró para el triunfo de Central. Primero tiró a cualquier lado tras el centro atrás de Cabrera y después no le dio potencia cuando tocó por encima de Broun. Quintana sacó sobre la línea.
Esa posesión de Peñarol y el ingreso de algunos jugadores en ofensiva hizo que Russo intentará cerrar el partido ya a 10’ del final, con el ingreso de Komar y todo se redujo a eso, a sacarla como se podía y, en la medida de lo posible generar alguna para bajarle la persiana al partido, algo que jamás sucedió.
Y así, entre fricción, discusiones y muchísimo temperamento, de un lado y del otro, el partido fue camino a un triunfo enorme de Central por todo lo que implica debutar con un triunfo en la Copa Libertadores. El canalla debía ganar y lo hizo. De ahí en más, una pila de elementos para analizar de cara al futuro que seguramente se harán, pero con los tres puntos en el bolsillo.
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