El aniversario de la muerte de San Martín
Escribe: Profesor: Damián D. Reggiardo Castro.
En los últimos días de su vida, el General Don José Francisco de San Martín estaba cansado y enfermo. Sufría asma, reuma y úlceras, además, hay que tener en cuenta que desde 1849, se había quedado ciego.
El 17 de agosto de 1850 amaneció nublado en Buologne Sur Mer (Francia). El General Don San Martín desayunó. Posteriormente, le pidió a Merceditas que le leyera los diarios. Tras el almuerzo sintió unos fuertes dolores de estómago, consecuencia del cual fue llevado a su cama donde falleció aproximadamente a las tres de la tarde, pensando cuando podría volver a su Patria natal.
Como se sabe, había nacido en Yapeyú (Corrientes), un 25 de febrero de 1778, pero desde muy pequeño lo mandaron a estudiar a España. Regresó en 1812 y el Primer Triunvirato lo incorporó a los ejércitos revolucionarios, otorgándole la misión de crear un Regimiento de Granaderos a Caballos. Con éste, realizó su bautismo de fuego, en el Combate de San Lorenzo.
Ese mismo año, se casó con Remedios de Escalada, una señorita de la sociedad porteña, de 14 años por ese entonces.
Posteriormente, y luego de organizar el Ejército del Norte, es nombrado Gobernador del Cuyo, donde se dedicó a organizar el Ejército de los Andes, entre 1816 y 1817, para concretar su Plan Continental, de liberar Chile y Perú.
En enero de 1817, inició el Cruce de los Andes, gran parte del mismo lo realizó en camilla, por su estado de salud.
Ya en suelo Chileno triunfó en la Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero, y luego entró en Santiago, donde declaró la Independencia de ese territorio. Al año siguiente, es derrotado en Cancha Rayada, pero triunfó y derrotó totalmente al ejército realista en la gran Batalla de Maipú (5 de abril de 1818). Desde ese momento su objetivo fue liberar Perú, corazón del poder español en Sudamérica, que sólo él pudo vencer.
En 1821, ya en Lima, declaró la Independencia de ese país y lo Proclamaron Protector del Perú, realizando una importante obra de gobierno. Luego, ante la falta de apoyo para terminar su misión, en 1822, se reúne con el General Don Simón Bolívar, en Guayaquil, y le entregó la conducción del ejército independentista. Posteriormente, renunció a sus cargos y se retiró de la vida pública.
Como puede observarse, el General Don José Francisco de San Martín fue uno de los grandes conductores de la historia universal, una figura que trasciende el ámbito militar para proyectarse como un gran estratega y conductor político. Con su visión percibió claramente cuál era el camino que debían transitar los pueblos americanos si querían constituirse en naciones libres y soberanas.
Cumplió la gesta que lo llevó a ser uno de los Libertadores de América, sin abandonar jamás un palmo de terreno ni sentir el temor del fracaso. Se negó, a la vez, a participar de cualquier enfrentamiento entre compatriotas. Su obsesión fue la libertad de su patria. He aquí la razón de su mandato: “seamos libres, que lo demás no importa”.
Por último, el Libertador también nos enseñó que no es posible encarar un proyecto común de país sin unidad nacional; condición necesaria para superar cualquier desafío y alcanzar los sueños más anhelados. Por ello, la gesta sanmartiniana nos recuerda que hubo argentinos que pudieron vencer todos los obstáculos y que, con coraje, valor, honradez e inteligencia, se puede servir en la construcción de un país más justo, libre e igualitario, donde la educación, la justicia, la salud, cumplan un rol social importante, pero en un marco en el que se garanticen los derechos humanos básicos a todos sus ciudadanos, concretando, en un corto plazo el país que el General San Martín soñó.
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