Apuran la inauguración del Centro Cultural Kirchner
Ya sabemos que la Presidente tiene ideas fijas. Ahora está empeñada en inaugurar el ex Centro Cultural Bicentenario dentro de un mes, cerca del 25 de mayo de 2015, a cinco años de los fantásticos festejos realizados con epicentro en la avenida 9 de Julio, que tuvieron como protagonista al grupo escénico teatral Fuerza Bruta, cuando su esposo aún vivía.
Claro que desde el 21 de noviembre de 2012 se llama Centro Cultural Kirchner, cuando el oficialismo aprobó sobre tablas un proyecto con sólo dos artículos, que llegó al recinto sin que la oposición supiera de qué se trataba y sin pasar por algunas comisiones imprescindibles, como la de Cultura, nada más y nada menos. Tanto interés tenía Cristina en el asunto, que al otro día, el 22 de noviembre, la ley ya estaba promulgada con el Nº 26.794. Así de bien trabaja el Congreso en asuntos de emergencia nacional.
En este fenomenal monumento al ex presidente –instalado en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, que transformará la zona hasta integrarla en un único núcleo cívico-político, la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, el más importante de la Nación– ya se gastaron 3.811 millones de pesos solo en la obra, según un informe del Grupo de Investigación y Análisis de la República Argentina (GIARA) que preparó el economista Facundo Rodríguez.
Se trata del edificio más grande de todo el país, al punto que exige 30 megas de potencia eléctrica instalada, lo que equivale a una ciudad de 15.000 habitantes. Según una fuente vinculada a la dirección de la obra, actualmente trabajan allí 2.300 personas, en tres turnos de 8 horas (es decir, se trabaja día y noche), lo que permitirá llegar a alcanzar el 40 o 50 por ciento del proyecto al 20 de mayo, cuando el Centro Cultural debería abrirse al público por primera vez. Las demoras de la obra fueron reconocidas por un responsable de la artística, quien dijo que «no puede hablarse de una inauguración, sino de una puesta en marcha».
Lo curioso es que tampoco está resuelta la programación del lanzamiento. Había trascendido la contratación de Martha Argerich. En efecto, el responsable de la puesta en escena confirmó a Infobae la presencia de la artista, pero no pudo dar precisiones de fecha, salvo aproximaciones. «Argerich realizará cinco conciertos entre el 17 y 18 y el 26 o 27, más o menos, aún no está demasiado en claro», dijo, exhibiendo la improvisación con la que se están encarando las cosas, un estilo bastante alejado del modo al que están acostumbrados los artistas con agenda internacional. De hecho, Argerich desmintió su participación en el Centro Cultural Kirchner, temerosa de ser utilizada políticamente.
También estaba prevista la presencia de Sophie Calle, una francesa que hace videos y fotografías que se destacan por su originalidad conceptual, y una serie de 12 conciertos con músicos prestigiosos pero menos conocidos. Pero ¿qué se va a hacer ahora que la pianista argentina confirmó que no será de la partida? En el Ministerio de Cultura no dan respuesta. Atienden los llamados, pero no tienen información para dar, por una razón sencilla: aún no lo saben. A un mes de los eventos, puede ser habitual semejante improvisación con artistas locales, pero es inconcebible cuando se trata de músicos de la lírica internacional.
¿De qué se trata esta obsesión de Cristina con el edificio donde funcionaba el Correo Central? ¿Pretende competir con el Teatro Colón, del que no pudo apropiarse en el 2010 para los festejos del Bicentenario? ¿Es el Centro Cultural Kirchner su propio teatro lírico? ¿Pretenderá que siga llamándose así cuando ella no esté en el poder, que el apellido Kirchner siga flameando en lo que en algún momento se convertirá en la más importante infraestructura de la cultura de América latina, a pesar de que su esposo se jactaba de no haber leído jamás un libro ni haber asistido al teatro ni al cine?
«Lo primero que les hace ruido a los artistas internacionales es que un Centro Cultural lleve el nombre de un ex presidente que se murió hace pocos años. Es una fea imagen de la Argentina al mundo«, dice Darío Lopérfido, director del Teatro Colón, consultado para esta nota. Y concluye: «Me parece que el próximo gobierno va a tener que volver a discutirlo en forma abierta y transparente, y no entre gallos y medianoche como cuando fue aprobado en el 2012».
Deja una respuesta