Marcelo Martins abrió la cuenta a los 24, Lautaro Martínez lo empató a los 45 y Joaquín Correa estampó la diferencia definitiva a 11 minutos del final.
 Lautaro Martínez celebra el empate argentino sobre el final del primer tiempo.

La sonrisa no era fácil de conseguir prima facie. La excursión a la tan temida altura de La Paz presagiaba sinsabores varios. Un equipo en formación, con un técnico novel en esto de jugar por los puntos, más un debut bastante escueto en funcionamiento en el partido que abrió las eliminatorias, hacía reservado el pronóstico de la visita argentina a Bolivia.

Argentina lo dio vuelta con mucha enjundia. Le costó hacer pie, pero cuando le agarró la mano comenzó a hacer pesar la diferencia de jerarquía individual entre un equipo y otro. Marcelo Martins abrió la cuenta a los 24, Lautaro Martínez lo empató a los 45 y Joaquín Correa estampó la diferencia definitiva a 11 minutos del final.

Lionel Messi se dio el gusto de ganar con la selección en La Paz. Arrancó flojo y recién sobre el final de la primera parte mostró algo. Ya en el complemento estuvo más activo y comandó cada ataque albiceleste. Todo esto dentro de un rendimiento colectivo bastante alto, en el que salvo las dudas de Armani y la defensa en los primeros minutos lució afiatado y con mucho compromiso.

Seis de seis es el primer balance de la aventura argentina en el sinuoso camino al Mundial de Qatar 2022. Un funcionamiento que aparece cada vez más aceitado aunque sin tirar manteca al techo. Quizá no sea mucho pero seguro que no es poco.

El partido se planteó parejo desde el vamos. Ambos intentaron manejar el balón con cuidado, aunque Bolivia aparece más punzante. A los 5 el arco argentino sufrió tras un centro llovido y una mala salida de Armani, que terminó con un cabezazo de Martins que pasó cerca del palo.

Argentina contestó a los 8 con un remate desde afuera del área de Paredes, que se fue lamiendo el palo de Lampe y luego un entrada profunda de Ocampos, que terminó con un centro atrás para nadie.

Bolivia hacía ancha la cancha y manejaba el la pelota y el terreno, aunque los de Scaloni estaban bien parados atrás.

En el primer cuarto de hora el partido es parejo con una llegada por arco: una mala salida de Armani que propició un cabezazo de Martins y un disparo de media distancia de Paredes que pasó cerca.

Chumacero desbordó por izquierda y mandó el centro. Martins, muy solo entre los centrales, cabeceó y venció a Armani, a los 23 del primer tiempo.

El gol fue un golpe de nocaut para el equipo de Scaloni. La zona media y la defensa lucían desorientados ante la voracidad boliviana. Cada desborde y cada centro de los locales provocaba zozobra en Armani y compañía.

De a poco y pasando los 30, Argentina empezó a manejar el balón con más criterio y emparejó las cosas. A los 37, Messi encaró por primera vez y su disparo provocó un córner. Tras cartón, otro pase del 10 rosarino generó la más clara para los albiceleste: un tremendo zapatazo, otra vez de Paredes, reventó el palo boliviano.

De allí hasta el final fue todo de Argentina, que metió al rival contra su área y el empate merodeó por los confines de Lampe. Hasta los 44, cuando Ocampos la corajeó por izquierda y después de un blooper de la defensa boliviana, Lautaro Martínez, de rebote tras un despeje, la metió ante un desconcertado arquero. Argentina respira con el 1 a 1 sobre el final del primer tiempo.

En el complemento el equipo argentino lució más aplomado. El empate de Lautaro cuando el primer tiempo se moría ofició como bálsamo. Y regulando esfuerzos comenzó a aceitar el circuito ofensivo para arrimar más peligro al arco local.

Bolivia iba con mucha gente y pocas ideas pero fallaba en el retroceso, por lo que se abría una puerta para la contra argentina. Messi encabezó una y el pase atrás encontró a De Paul, cuyo disparo se fue muy alto, pero demostró que lastimar al conjunto del Altiplano no era una tarea imposible.

A los 15 una falta al recién ingresado Joaquín Correa propició un tiro libre al borde del área. Messi se hizo cargo y le pegó al rastrón ante una barrera que no saltó y alejó el peligro.

Argentina merodea el arco rival con mayor asiduidad sustentado en un manejo del balón más criterioso y pausado, tratando de escapar al golpe por golpe.

A los 21, Messi comandó el ataque por derecha, extendió hacia el medio para Palacios, que habilitó profundo a Lautaro, quien de manera inexplicable tiró mal el centro en vez de patear al arco.

A los 29 un gran pase de Messi dejó a Lautaro cara a cara con Lampe, quien manoteó el remate con destino de red.

Y a los 33 llegó el gran grito albiceleste. Messi encaró y jugó para Lautaro, quien la abrió hacia la izquierda al borde del área. El zurdazo de Joaquín Correa se clavó contra un palo.

De allí hasta el final, Argentina no pasó demasiado peligro y manejó los hilos resguardando la victoria.