«La belleza es un estado de ánimo», expresó el novelista francés Émile Zola. Muchas son las mujeres que aplican esta frase, pero que no se sienten bellas por su buen estado anímico, sino que modifican sus emociones y pensamientos después de acudir al consultorio para hacerse un retoque estético. Y es que verse bellas las hace sentir renovadas de forma física, mental y emocional. Buscan ese cambio que las haga verse bien, pero también sentirse bien. En esta nota, las claves para mantener un equilibro entre la estética y las emociones. 

Me veo bien, me siento bien

La belleza y la apariencia son factores preponderantes que responden a valores sociales enaltecidos en los últimos tiempos. El modelo femenino se fue construyendo con una serie de exigencias, y la belleza es una de ellas. Hoy en día todas las características son inclusivas. Con esto es preciso aclarar que ya no hablamos más de una mujer inteligente obella, sino que la presión es todavía mayor. Socialmente, se debe ser inteligente y bella.

Podemos decir que algunas de las mujeres que acuden al consultorio del esteticista hacen de su propio cuerpo un hecho estético. Lo toman como su obra de arte, a la que van modelando a su gusto y criterio estético. Consideran que es una obra artística que nunca está terminada por completo, y aunque se ven bien, necesitan hacerle algún detalle más, para verla aún mejor.

Presiones sociales, gustos personales, cambios estéticos actuales. Es mucho lo que pesa a la hora de optar por un cambio estético, y las mujeres lo saben y actúan en consecuencia.

Cuando la estética manda: cómo reconocer a una mujer insatisfecha con su imagen

Si bien es importante para la autoestima personal conservar una estética cuidada, hay ciertos límites que las mujeres tienen que considerar para no caer en un exceso estético. Esos son los casos de las pacientes que no pueden estar sin hacerse «algo» y que viven pendientes de las innovaciones y de los tratamientos más avanzados para ser las primeras en probarlos y observar sus resultados.

Este desborde estético resulta perjudicial porque domina y rige las emociones. Ya no actúa como un complemento para que la persona reafirme su confianza al verse bien, sino que se convierte en el eje conductor de su existencia; viviendo por y para la estética. Respecto de esto, hay algunos indicios a tener en cuenta para detectar cuándo la estética se convierte en una obsesión para ciertas mujeres.

En primer lugar, el envejecimiento las aterra. Es casi una mala palabra, que quieren erradicar del diccionario y contra la que luchan incansablemente. Su máxima es «juventud para siempre». Por supuesto que todas sabemos que esto es imposible, y que el paso del tiempo es inevitable. Sin embargo, podemos estar bellas luciendo nuestra edad, sin tratar de aparentar una juventud inexistente, forzada y antinatural.

Asimismo, constantemente están buscando la imperfección para poder corregirla. Son investigadoras incansables, atentas a todo cambio corporal. Conocen al detalle su físico y notan una arruga más, la aparición de flaccidez, nueva adiposidad, etc.

Por último, aunque logren ese cambio estético que quieren y en un primer momento se sientan felices por la transformación, no mantienen ese estado anímico o emocional por mucho tiempo. En el corto plazo, vuelven a sentirse insatisfechas porque no sienten tener el cuerpo que desean.

Hay cambios corporales que estas pacientes buscan, que son demasiado drásticos, intensos e irrevocables. En estas situaciones, es el profesional de estética quien debe marcar el límite y explicarle por qué no le recomienda determinado procedimiento o intervención.

Esta es la tarea de un especialista serio, comprometido y enfocado en el bienestar estético, emocional y psicológico de sus pacientes. De nada sirve complacer los requerimientos de una mujer adicta a la estética, si no comprendemos el daño que estas transformaciones pueden provocarle en su percepción corporal y en sus emociones.

Los médicos especialistas en estética habitualmente tienen la experiencia para distinguir cuándo una persona está preparada mentalmente para recibir en su cuerpo determinado cambio estético, y cuándo lo hace como divertimento, capricho, obsesión y con desproporción.

Estas pacientes que no encuentran un tope a la estética, suelen recorrer un consultorio tras otro porque no aceptan un «no» por respuesta. Generalmente son tratadas por varios profesionales hasta que encuentran aquel que las consiente, aún en perjuicio de su salud emocional y física. Está claro que no pueden interpretar que una negativa es para su beneficio y que tiene una razón de ser, que está basada en un canon estético, médico y profesional.

Los permitidos de la estética

Existen algunos tratamientos simples, a través de los cuales las mujeres que acuden al consultorio logran verse bien sin tener grandes transformaciones. Son pequeños retoques que realzan su brillo natural y que las hacen sentir distintas, porque reconocen que se están ocupando de ellas, y ese impulso modifica sus emociones y su estado anímico.

Podemos señalar que hay ciertas características de determinados productos y procedimientos que son esenciales a la hora de optar por un cambio estético, y son las siguientes:

Que sea mínimamente invasivo

Esto garantiza que la paciente se vea y se sienta bien con procedimientos pequeños. A su vez, no implican grandes cambios, sino que buscan una mejor versión de esa persona sin cortes, puntos, reposo ni quirófanos. Algunos ejemplos:

* Carboxiterapia: da resultados óptimos y las pacientes que la probaron advierten las diferencias porque la celulitis es cada vez menos perceptible. Consiste en inyectar el gas del dióxido de carbono en la piel, generando cambios en la textura.

 

* Ozonoterapia: el ozono tiene un efecto regenerador de las células. Su alta capacidad renovadora de la piel se debe a que puede transportar oxígeno incluso a los capilares más pequeños. Asimismo, previene el estrés oxidativo y, por ende, el envejecimiento celular prematuro de zonas lesionadas.

* Electroporación: se la conoce como la mesoterapia virtual y su finalidad consiste en abrir los canales intracelulares para introducir activos de sustancias cosméticas que revitalicen la piel.

Que se reabsorba

Este punto es esencial, puesto que si después de habernos realizado un retoque no estamos del todo conformes, tenemos la garantía de que ese relleno se reabsorberá,volviendo nuestra piel al estado natural. Y por el contrario, si el efecto del relleno desaparece y lo considerábamos estético, es posible volver a aplicarlo. Por ejemplo, esto sucede con:

* Botox: es el relleno ideal para combatir arrugas faciales, y uno de los más utilizados en todo el mundo. Corrige arrugas leves y profundas, y también las previene. Con el transcurso del tiempo se reabsorbe y, por este motivo, requiere nuevas aplicaciones.

* Ácido hialurónico: se utiliza para borrar arrugas, logrando una piel tersa y rejuvenecida, pero también para dar volumen a ciertas zonas del rostro, tales como labios, mentón o pómulos. A través de infiltraciones pequeñas, se coloca en el rostro de la paciente una versión «densa» o una versión «fluida» de este producto. La primera requiere retoques luego de los seis meses de la aplicación, mientras que la segunda se puede volver a utilizar a partir de los tres meses.

Que tenga en cuenta el grado de avance de la patología

Con esta máxima se apunta a aplicar el procedimiento correcto, siempre que sea posible, de menor a mayor. Es decir que los tratamientos serán más intensos si la patología es severa, o moderados si la patología es leve. Por ejemplo:

* Radiofrecuencia: activa las fibras de colágeno y elastina, y así corrige visiblemente la textura. El plus es que además de influir en la calidad de la piel, reafirma y modela zonas corporales que tienden a la flaccidez y a la acumulación de adiposidad. Se utiliza para celulitis en grado leve.

* Plasma enriquecido con factores de crecimiento: La piel queda tersa y la celulitis, incluso la más marcada, se atenúa visiblemente. Se realiza una extracción de sangre de la propia paciente, que se centrifuga para separar el plasma y luego reintroducirlo en la piel afectada por medio de microinyecciones. Se utiliza para celulitis avanzada.

Que la paciente lo pueda apreciar desde la primera sesión

Si bien este tipo de procedimientos habitualmente requiere de varias sesiones, si la paciente nota diferencias desde la primera sesión, continuará el tratamiento hasta el final y logrará mejores resultados. Por ejemplo:

* Mesoterapia: es la técnica que utiliza microinyecciones que incorporan en la piel colágeno y elastina. De este modo, el tejido cutáneo se recupera, se tensa y renueva su apariencia.

* Electroestimulación con ondas rusas: combate la flaccidez que provoca la celulitis por medio de ventosas con electrodos que envían pequeñas descargas eléctricas para generar contracción muscular, dando firmeza y tonificación.

* Drenaje linfático manual: su función es la de activar vasos y ganglios linfáticos con el objetivo de provocar la eliminación del exceso de líquido. Se realiza en forma suave y de manera muy específica, cuidando la piel de la paciente.

* Presoterapia secuencial: actúa realizando un procedimiento similar al del drenaje linfático pero en forma mecánica, con un sistema de botas neumáticas que se inflan y desinflan. De esta manera se eliminan líquidos y también grasas que se despiden en la orina, y al mismo tiempo se modelan las piernas y se mejora la circulación.

En conclusión, sentirse bien trasciende la cuestión estética, pero no la aparta por completo. Si bien está claro que una persona feliz no sólo basará su bienestar en la belleza, éste no será un factor ajeno a ella. Una paciente que está bien, luce bien y es su entorno más cercano el que primero lo nota.

El equilibrio es la clave rectora de toda transformación estética. Cuando una paciente se ocupa de balancear correctamente todos los aspectos de su vida, la estética evoluciona como un punto más y obra en su beneficio.

 

Asesoró: doctora Leyla Abboud (MN 100051), médica clínica especialista en estética

www.leylaabboud.com.ar