Tina Mäkelä, investigadora y Directora del Programa KiVa en los países de habla hispana, es la encargada de capacitar a docentes y todos los empleados de la escuela Noordwijk Montessori de Pilar.

 

Tina Mäkelä, investigadora y Directora del Programa KiVa en los países de habla hispana, es la encargada de capacitar a docentes y todos los empleados de la escuela Noordwijk Montessori de Pilar. Foto:Sergio Piemonte

Se trata del programa finlandés KiVa, que empezará a implementarse en Pilar. Podrían aplicarlo en centros públicos bonaerenses y de la Ciudad de Buenos Aires.

 El bullying es una de las adversidades más severas que enfrentan los chicos en las aulas. Alrededor de un 10% de los niños sufre acoso escolar de manera sistemática, que tiene consecuencias negativas para la víctima tales como ansiedad, depresión, soledad, baja autoestima y también genera dificultad para confiar en otras personas a lo largo de la vida.

Con el objetivo de reducir el bullying, la Universidad de Turku en Finlandia creó el programa KiVa. Este sistema previene que ocurran nuevos incidentes, minimiza los efectos negativos del acoso y mejora la convivencia escolar.

El nombre KiVa es una abreviatura de la palabra finesa “Kiusaamista vastaan”, que significa amable y agradable. El programa ya se implementó en el 90% de las escuelas finesas  y, según cifras de los expertos, en el 98% de los casos tratados en la fase piloto la víctima sintió que la situación había mejorado.

KiVa está muy enfocado en trabajar en la prevención. La idea es actuar antes de que se produzca el problema. Por ello se aplica sobre todo en el jardín y la Primaria, y así los chicos aprenden desde bien pequeños los buenos códigos de conducta.

Este sistema educativo ya se ha exportado o está en proceso de implementación en otros países como España, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Italia, Estonia, Francia, Luxemburgo, México, Perú, Colombia, Nueva Zelanda, Países Bajos, Reino Unido, Sueca y Sudáfrica, entre otros. Los estudios a nivel internacional muestran resultados positivos significativos al aplicar el programa.

En Argentina se empezará a implementar ahora también en la escuela Noordwijk Montessori de la ciudad bonaerense de Pilar. En el caso de que resulte exitoso se contempla la posibilidad de que el proyecto se haga extensivo a las escuelas públicas de la Provincia de Buenos Aires y de Capital Federal.

El proyecto cuenta con el apoyo del Gobierno de la ciudad. «El bullying es una problemática muy actual y que nos preocupa a todos. Dentro del contexto escolar queremos poder dar este tipo de soluciones. Tenemos que capacitar a alumnos y a docentes para poder estar alerta cuando pasan estas situaciones. Realmente es muy lastimoso, la herida que queda es muy profunda. Con esas herramientas podemos evitarlo», consignó a este medio la Secretaria de Educación de Pilar, Marcela Campagnoli.

La directora de Noordwijk Montessori, Valeria Sen, indicó que este sistema busca dar una respuesta a la inestabilidad social que vive Argentina: «Yo creo que hoy por hoy los papás están preocupados por darles una sociedad mucho más KiVa a los niños, más amable. Y me parece que esto fue una bocanada de aire fresco».

¿Un programa finés podría ser exitoso en Argentina?

Tina Mäkelä, investigadora y Directora del Programa KiVa en los países de habla hispana, es la encargada de capacitar a docentes y todos los empleados del centro escolar. La experta explicó a Perfil que la implementación es posible en nuestro país al adaptar ciertas variables argentinas al programa: “Hay que hacer muy buena planificación. Aquí hay muchas diferencias y hay que entender sus realidades. Entonces, haríamos un análisis del contexto y qué necesidades específicas hay. No hay que ir demasiado de prisa, sino empezar con un número más pequeño de colegios, hacer la primera fase muy bien durante los primeros años, evaluar el programa y las necesidades de adaptación. Luego, cuando todo ya está claro y ya sabemos qué hay que considerar, se puede hacer una implementación a escala más grande”.

En ese sentido, consignó que «nunca es copiar y pegar, por lo cual es siempre como un diseño a la medida».»No venimos a imponer, no es el objetivo ese. Venimos con este programa que funciona bien y luego diseñamos de manera local”, afirmó. Tras la fase de implementación, se da un seguimiento a la distancia y se capacita a formadores para que enseñen las técnicas al resto del país.

«Lo más importante es no ir demasiado de prisa. A veces hay presión política porque un Gobierno lo quiere hacer en cuatro años pero ese tiempo para crear algo sistemático no es suficiente. Hay que asegurar que habrá continuidad, es un trabajo de toda la vida, no acaba. Eso es lo que en Finlandia hemos podido hacer, porque los cambios en el Gobierno no afectan en programas importantes en la Educación y esto sería un poco el mensaje», resaltó la cofundadora y presidenta pedagógica de la Asociación Escolar Escandinava.

La psicopedagoga de Noordwijk Montessori, encargada de la aplicación del programa en el centro, Paula Ratti, consideró que KiVa facilita la labor del maestro dado que de ese modo «ellos puedan concretarse en ayudar en al aprendizaje y que las cuestiones de convivencia puedan resolverse con instrumentos concretos, con protocolos a seguir, con un equipo que aglutina y concentra las dudas». «Me parece que eso alivia la tarea de todos», resumió.

Consultada por si cree que habría una oposición por parte de los padres a seguir el plan KiVa en otras escuelas, Ratti opinó: «Las familias son las mismas en todos los lugares. Yo no tengo dudas de que todos los papás queremos que nuestros hijos estudien en un lugar seguro, todos los maestros quieren enseñar y ayudar a que los chicos aprendan en un lugar donde todos se sientan aceptados. Lo fundamental es que haya una demanda de los docentes y, si es posible, de toda la comunidad educativa. Cuando existe la necesidad y el propósito de encontrar una solución, lo espacios concretos de trabajo se encuentran».