Cien besos alrededor del mundo
Delicados, románticos, pasionales, de madres a hijos, en Berlín, en Nueva York, en Buenos Aires pero con un común denominador: son besos en la calle.
Se trata de una colección que pertenece al fotógrafo argentino Ignacio Lehmann, un joven que se dedicó a recorrer el mundo para retratar distintos besos.
La exposición es gratuita y se llama 100 World Kisses. En el marco de la campaña «Locas por los besos», la marca Avon acompañó al fotógrafo para que muestre sus imágenes. En una entrevista exclusiva con Infobae, el artista contó cómo fue la iniciativa, sus experiencias y las ciudades que encontró «más cariñosas».
¿Cómo surgió la idea de estas fotos?
– La idea surgió en el año 2012. El origen fue espontáneo e impulsivo, sin saber qué iba a suceder después. Nunca imaginé que miles de personas alrededor del mundo iban a seguir mis fotos todos los días en mi página de Facebook. La idea nace con ganas de hacer algo que me hiciera sentir bien a mí en primer lugar y luego esa buena energía se fue desparramando a través de la misma gente que me sigue.
¿Por qué los besos cómo eje de las mismas?
– Por muchos motivos. Fotografiar besos callejeros no es tan fácil como parece, es muy complicado realizar las fotografías y luego de haber viajado por más de dos años haciendo este trabajo sigo sintiendo la misma adrenalina que al comienzo. Además, los besos nos ponen a todos en el mismo plano, sin importar nuestro origen, educación o la plata que tengamos en el bolsillo. A la hora de besar, todos, en mayor o menor medida, nos parecemos. El beso es un buen representante para romper con las fronteras y todas aquellas circunstancias absurdas que generan discriminación y violencia.
Las fotos son espontáneas, ¿cómo fue esperar ese momento justo?
– Las fotos son callejeras y pueden suceder en cualquier lugar o en cualquier momento. No hay producción, no son fotos de estudio. Son muchísimas horas de estar en la calle observando situaciones que tengan el poder de transmitir un momento especial. Pueden suceder en cualquier circunstancia: en una plaza, bajo la lluvia, de madrugada, en un bar, en un subte, en un museo o en cualquier otro lugar.
¿Qué ciudades visitaste?
– Tokyo, Nueva York, México, Bogotá, Amsterdam, Lima, Buenos Aires, Kyoto, Hiroshima, Cartagena, Roma, Barcelona, Venecia, y Berlín entre otras más.
¿Qué ciudad fue la más fácil de encontrar besos y cuál la más difícil?
– El país más complicado para fotografiar besos fue Japón. Allí el contacto físico es muy limitado en público y fue un desafío enorme poder retratar besos. A la vez fue una experiencia única que logró fortalecerme a mí y al proyecto. Por otro lado, en Latinoamérica en general somos más pasionales y lo demostramos públicamente sin tanto pudor.
¿Qué análisis podés hacer de tu recorrido?
– Pienso que no hay que subestimar nuestros sueños. Que todo puede ser realidad en base a la pasión y el trabajo. Descubrí que saltar al vacío para realizar un proyecto no es saltar al vacío. Porque cuando uno hace las cosas con el corazón las puertas comienzan a abrirse. Creo mucho más en el entusiasmo que en la planificación. Así fui viajando por muchos países, dando conferencias y exhibiendo mis fotos. Hoy más de 300.000 personas siguen mi proyecto en distintas partes del mundo. Eso era algo imposible de imaginar el primer día que comencé con esta aventura.
¿Cuál es tu imagen preferida de la muestra y por qué?
– Me gusta mucho una foto que tomé en la selva peruana a orillas del río Amazonas en una comunidad nativa. Es un beso entre una abuela y su nieto. Allí las prioridades y los tiempos son muy diferentes a lo que estamos acostumbrados. Fue una experiencia única poder compartir algunos días con ellos. Comprender su conexión con la naturaleza me resultó fascinante. Creo que tenemos mucho que aprender sobre sus tiempos y valores.
¿Se podría decir que el beso es un mensaje esperanzador de que el amor se mantiene vivo en el mundo?
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