Condenaron a tres hombres por venta de droga a domicilio en Victoria
Homologaron el acuerdo de juicio abreviado de la banda familiar dedicada al narcotráfico.
Ramón Oscar Zapata recibía el llamado telefónico de sus clientes que le pedían droga, y él les decía que pasen a buscarla por su trabajo. Ese sitio era la misma Secretaría de Acción Social de la Municipalidad de Victoria. Ese accionar demostraba la impunidad con que se manejaba en ese negocio espurio, del que también participaba su hijo Franco Zapata y su hermano Walter Zapata.
Aunque la modalidad principal del negocio era la de la venta de droga a domicilio, es decir, el delivery. Pero la empresa que tanto rédito les estaba dando se les terminó el 16 de octubre de 2015, cuando la Policía provincial allanó sus domicilios luego de una investigación con escuchas telefónicas. Ahora fueron condenados a prisión por el Tribunal Oral Federal de Paraná luego de un juicio abreviado.
A Ramón, de 49 años, lo conocen como Chirica o Iguano, es del barrio San Cayetano de Victoria y se empleaba en la comuna local. Su hijo de 22 años también estaba en la planta de la Municipalidad, y Walter, alias Quinco, de 39 años, se dedicaba a changas y al momento de caer detenido, además de vender droga era parrillero del club Sarmiento.
La causa se inició a partir de la investigación de la Delegación de Toxicología de la Jefatura Departamental Victoria, ya que sospechaban que la familia desarrollaba actividades habituales de comercialización de estupefacientes en la modalidad de «delivery». Comenzaron así las escuchas a sus conversaciones telefónicas y se supo, entre otras cosas, que Ramón Zapata iba junto a su pareja, todas las semanas, a proveerse e marihuana y cocaína a Rosario.
«La modalidad empleada consistía en tomar los pedidos de los clientes y concertar la realización del intercambio ilegal mediante las líneas de telefonía móvil que utilizaban alternativa y sucesivamente, y las entregas se llevaban a cabo con los autos y motos que poseían: un Ford Focus, dos VW Gol Trend y dos motos Honda XR 250», señalaron los investigadores, publicó Uno.
A su vez, el crecimiento patrimonial era inocultable y por demás llamativo, dado que no podían justificarlo con los sueldos de municipales: «En los últimos tiempos, esta familia ha ostentado una vida de millonarios, ya que han comprado varios vehículos como así también propiedades inmuebles que no ponen a su nombre sino a nombre de terceros. El único con trabajo estable es el sospechado (Ramón), quien se desempeña como chofer en el Área de Acción Social de la Municipalidad de Victoria, en planta permanente», se indicó, y remarcaron en la división de tareas de la banda familiar: «Cada uno de los integrantes de la familia tiene un rol, ya sea repartir, armar o cobrar. Las comunicaciones con Chelo de Rosario, el proveedor, son semanales».
Tras los allanamientos, donde se secuestró droga y otros elementos que probaban la actividad ilícita, los Zapata quedaron detenidos. Tras un año y medio de proceso, decidieron acordar penas en un juicio abreviado, que luego fue homologado por los jueces Noemí Berros, Lilia Carnero y Roberto López Arango. Los dos hermanos admitieron su intervención en el delito como coautores y el joven como partícipe secundario. Ramón y Walter aceptaron las penas de cuatro años y seis meses de prisión y multa 5.000 pesos, y Franco tres años y ocho meses y multa de 2.000 pesos.
Se pactó también el decomiso del dinero secuestrado en los allanamientos (27.367,25 pesos) y su aplicación al pago de las multas establecidas, así como el decomiso del auto Gol Trend de Ramón Zapata.
«Tengo una vida social y política»
En el fallo se indica que «se desprende de las grabaciones que Ramón Zapata acude semanalmente a la casa de su proveedor, al igual que su hijo, haciéndole pedidos de material estupefaciente por dos semanas. Del análisis de los CD se aprecia un importante nivel de venta de droga durante todo el día, ya que cuando va al trabajo en Acción Social, oficina dependiente de la Municipalidad de Victoria, este lleva el material estupefaciente porque los clientes lo llaman y este les dice que pasen por el trabajo». El condenado había declarado que «todo esto (por la causa) lo ha perjudicado mucho porque tenía una vida social y política» en la ciudad. Sin embargo, finalmente admitió dedicarse al narcotráfico.