Crimen en «La Saladita»: «Tal vez quisieron decirnos que para trabajar hay que pagar»

Ricardo Gaitán es puestero en la feria donde asesinaron a Rosa Romero el sábado. Asegura que el día del asesinato «sugestivamente» no había policías.

El crimen de Rosa Romero, una de las puesteras que todos los sábados y domingos de los últimos años acudían a la feria Homero Manzi, ubicada en la zona sur de Rosario, puso una vez más sobre el tapete los ataques con sello mafioso que causan conmoción en una Rosario cada vez más picante por la narcocriminalidad. En ese contexto, uno de los feriantes del predio, Ricardo Gaitán, señaló esta martes a La Capital que el asesinato a sangre fría de la mujer de 67 años «pudo tratarse de un acto por encargo para sembrar conmoción y que después se diga que, si queremos trabajar, tenemos que pagar».

El sábado pasado, dos hombres jóvenes -quienes bajaron de un auto de color rojo, según el testimonio de algunos vecinos-, ejecutaron alrededor de las 16 a Rosa Romero, una puestera de la feria conocida como La Saladita del Sur, que funciona en la plaza Homero Manzi, situada entre las calles Salvá, Rui Barboza, avenida Bermúdez y Lainez, en la zona sur de Rosario.

«Fue tremendo, un fusilamiento», le cuenta a La Capital aún conmovido por el crimen Ricardo Gaitán, un ex trabajador marítimo que se quedó sin trabajo durante la crisis de 2001 y desde hace algunos años vende herramientas en uno de los puestos de la Homero Manzi.

«La plaza ha crecido y hoy se encuentran más de 1.000 vendedores tanto formales como informales. Hace años que realizo tareas de vendedor y te puedo decir que jamás hemos recibido una agresión tan cruel y despiadada como esta. Esto nos llama a reflexionar porque cometer un acto de fusilamiento, transitar por medio de la plaza donde hay compradores, vendedores, niños, familias, es tremendo y habla de la impunidad con que se mueven. Fue en el medio de la plaza, no en los bordes, donde podrían haberse escapado en un auto más rápido. Es sugestivo que hayan decididos ir a a realizar una ejecución», cuenta.

El crimen se produjo en inmediaciones de Salva y Laínez, en medio de la feria que funciona en la plaza Homero Manzi.

El crimen se produjo en inmediaciones de Salva y Laínez, en medio de la feria que funciona en la plaza Homero Manzi.

Sobre Rosa Romero, la mujer asesinada, dijo que «era una excelente persona, jamás se metía con nadie, una persona muy callada y muy buena«.

>> Leer más: Dos hombres asesinaron a una puestera de la feria de la Plaza Homero Manzi

El feriante comentó que a pedido de la comunidad se había conseguido a través del Concejo la presencia de policías caminantes. Sin embargo, destacó que «sugestivamente» el sábado en que se produjo el crimen «no hubo presencia policial en todo el predio«.

Para Gaitán, quien en sus horas libres trabaja como periodista en un programa radial de una FM de la zona, hay tres lecturas del asesinato: «La primera es que pudo tratarse de un acto por encargo para sembrar el terror y que después digan que si queremos trabajar, tenemos que pagar«.

Luego, amplió que «una segunda lectura es que estamos cerca de las elecciones y que se produzca un acto de tanta conmoción puede inclinar el voto hacia aquel político que tenga una buena propuesta en seguridad». Finalmente, deslizó: «La tercera hipótesis es que pudo haber sido un crimen por error«.

«Este viernes vamos a trabajar normalmente. Necesitamos trabajar porque la gente necesita comer y que nos resguarden con algún tipo de servicios de policía porque acá hay casi mil personas trabajando y entre 10 mil y 15 personas circulan cada vez que abrimos, según nuestros datos»-

Consultado sobre si los feriantes estaban con temor tras el salvaje crimen de Rosa Montero, Gaitán fue contundente: «A las únicas cosas a las que les tengo miedo son a las cosas que no son de Dios. Después de lo que nos pasó, solo nos queda dos cosas, vas a trabajar o el abismo», dijo para luego referirse a lo importante y necesaria que es la feria para quienes trabajan allí: «Hay gente que no tiene para comer. A los que tienen un plan, a los jubilados, no les alcanza. Si uno se fija, va a ver mucha gente mayor en la feria que sábados y domingos están vendiendo cuando tendrían que estar con sus nietos«.

«Nosotros no tenemos miedo, la gente quiere trabajar. Y le puedo asegurar que si vuelven a entrar, esta vez no salen», redondeó el feriante.

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