Miguel Pesce.

Decía el genial Walter Benjamin que el pesimismo, si cabe, hay que organizarlo. Postergada, por ahora, la idea de eliminar el cupo de u$s200 por mes, el problema a resolver que circula por el Telegram de la Rosada parece ser cómo aventurarse en esa porción de tierra mítica cuyo vector geográfico es la brecha que separa la cotización oficial ($78) del resto de los valores que figuran en el ecosistema cambiario.

El equipo de Guzmán entendió (la intensidad del verbo puede variar) finalmente que, si bien resulta adversa la existencia de cotizaciones paralelas, resulta mucho más temible la idea de que el Gobierno no esté dispuesto a “meterse” en esas cuestiones. La novedad, no es tanto que en el Palacio de Hacienda se hable de un desdoblamiento cambiario, algo que en los hechos ya tiene lugar, sino que sea el propio Gobierno el que esta vez parezca urgido por definir cómo seguir de aquí en adelante con esa gran tarea pendiente.

Fue la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, quien admitió la última semana que tener múltiples cotizaciones y marcadas diferencias complican la gestión. Pero a diferencia del titular del BCRA Miguel Pesce, quien evangeliza sobre la futura llegada de la pax cambiaria una vez cerrado el canje de deuda, Todesca se adelantó y aseguró que “se tiene que discutir” el desdoblamiento cambiario. Etiquetas como “incomodidad”, “problemas estructurales”, “brecha”, han logrado colarse en el abordaje oficial del dólar.

Si bien la funcionaria no da detalles, bastó la señal. Queda claro que el desdoblamiento consistiría en tener una cotización para transacciones comerciales y de comercio exterior, y otra, más alta, para operaciones financieras o de ahorro. Ahora bien, la procesión va por dentro. Hay un sector del Gobierno que esmerila pacientemente la figura del titular del BCRA en la idea de que el jefe del Central intenta mantener un dólar alto, es decir, evitar un retraso, pero se preguntan si no se está sobregirando en ese movimiento. Argumentan que si se anualizan los números, hoy la devaluación del dólar está 10 puntos por arriba de la inflación. También que esa devaluación le gana a la tasa de interés. Es decir, el ganador siempre es el dólar. Ese imperativo de “ganarle” a la inflación y a la tasa podría, en algún momento, advierten los cultores del fuego amigo, invertir las cosas y generar un shock de precios que es lo último que necesita la economía. En rigor, sostienen, podría estar pasando. Piensan que Pesce se está “enamorando” de Kristalina Georgieva, y que se le va la mano acelerando la devaluación del peso para “alcanzar” al dólar liqui y al blue, y que la brecha se alimenta más de errores propios que de las olas que hacen los ahorristas.

El subtexto de lo que pasa en el mercado cambiario es que, en función de lo que promueve el BCRA, convendría más sentarse encima de la soja que venderla, lo mismo que a los importadores les conviene más adelantar importaciones que tomar crédito y financiar las importaciones a un plazo. Pero hay más. En los últimos días, advertimos desde Ambito, que se venía un ajuste en el dólar liqui a partir de cuestiones algo técnicas, por ejemplo, que los bonos que deben entrar al canje van a dificultar la operación que salda dólares comprando y vendiendo títulos, llámese liqui o MEP. Dijimos también que el Gobierno iba a profundizar ese efecto vendiendo algunos títulos.

Una consecuencia fue que efectivamente el liqui bajó la última semana casi $10, hasta los $126 y que esto podría seguir en los próximos días. Pero también el blue, en un mercado más chico, se fue para el otro lado, y ya roza el record de $140. Lo peligroso de esto, atención, es que el Gobierno no puede intervenir en el blue. Por ende, se vienen días para poner a prueba el librito. Podrían subirse las tasas de interés, ofrecer instrumentos dólar-linked y vender títulos que ingresen del canje para bajar un poco más la espuma de la brecha.

Con el canje cerrado, el riesgo país tendría que bajar por efecto de una mejora en las paridades de los bonos en dólares y entonces el BCRA ganaría liquidez y podrá salir a vender bonos en dólares contra pesos (para intentar bajar la presión en la brecha) y después esterilizar pesos al tipo de cambio MEP.

Pero al margen, potencialmente, deberá establecerse algún tipo de estrategia para ver cómo se organiza la ventanilla del dólar financiero. Suponiendo la institucionalización de un tipo de cambio financiero, que flote, ubicado siempre por encima del oficial, empresas y particulares podrían ser parte de la oferta y abastecer así a la demanda. En el mes de agosto, se calcula, se fueron unos u$s 850 millones que compraron más de 4 millones de ahorristas. Pero además, siempre quedará el ahorro de los argentinos bajo el colchón. Se calcula que la Argentina tiene dentro de su territorio unos u$s170.000 millones en billetes, físico.

La cuenta la hace Pesce (es lo que dijo el último jueves). Si a eso se le suma los depósitos en los bancos locales y en el exterior, los argentinos acumulan el récord de u$s222.807 millones. Entonces, ahí hay otra oferta potencial. Si se organiza la ventanilla del dólar, podrían tenerse algunas novedades.