La memoria colectiva se activa ante medidas que se repiten, reabriendo viejas heridas. ¿La Argentina es un país cíclico?

Uno de los grandes debates dentro de la filosofía de la historia se da en torno al concepto de lo cíclico. Por ejemplo para algunas civilizaciones antiguas, el tiempo era circular: la repetición de las estaciones, de los tiempos de sembrado y cosechas o los movimientos de los astros les otorgaban las «pruebas» para sostener que todo acontecía una y otra vez. No obstante, principalmente con la expansión del pensamiento judío-cristiano, se empezó a concebir al tiempo como lineal, con un principio establecido y un final inevitable.

Es por esto que varios han sido los filósofos que han intentado dar respuesta a cómo es que se da el transcurso histórico de la humanidad, encontrando a Hegel como uno de los pensadores más emblemáticos (y también críptico) ya que, en resumidas cuentas, consideraba que la historia es el desarrollo de la libertad humana a través del ciclo de su famosa dialéctica: tesis, antítesis y síntesis.

Tiempo más tarde, Marx sostendrá que el devenir histórico es inexorable, que el capitalismo caerá por su propio peso y que la dialéctica se encarnará en la lucha de clases entre proletariado y burguesía, defendiendo la idea de que la historia se repite primero como tragedia, pero después como farsa. Como un alejamiento cómico en donde la risa genera una distancia que permite desenmascarar la farsa escondida detrás de la solemnidad presentada por la historia oficial.

Asimismo, continuando con los pensadores alemanes, encontramos a Nietzschey su tan famoso «eterno regreso del instante»: un concepto oscuro que referiría a la idea de que en el instante se muestra el tiempo eterno y de que ha llegado el fin de toda finalidad trascendente.

Pero ¿algunas de estas categorías nos podrán ayudar a entender por qué volvemos a estar en un punto que creíamos pasado? La memoria colectiva se ve susceptible por la recreación de palabras que años atrás hicieron mucho daño a la sociedad, aún cuando no fue capaz de dar validez a discursos de quienes anunciaban que esto podría acontecer. Aunque ¿cómo es que alguien podía anticipar la crisis, las corridas bancarias o el pacto con el FMI?

Si quisiéramos creer que la historia se desarrolla de manera autárquica, guiada por algún sentido o racionalidad preestablecida, deberíamos sostener entonces que estamos «condenados» al ciclo de retracción del Estado, endeudamiento, inflación, ajuste y crisis. Que la historia argentina se repite una y otra vez como tragedia para muchos y como farsa para algunos quienes se ríen merced de sus ganancias.

Ahora bien ¿podemos creer realmente que todo lo que está sucediendo en nuestro país es fruto de lo inexorable de la historia? Dentro de la filosofía de la historia han surgido críticas a la teoría del desarrollo inexpugnable, dado que deja de lado la capacidad volitiva de los seres humanos. ¿Por qué no pensar que todo lo que sucede es el producto de las decisiones que tomamos y que tales decisiones no están pre-determinadas? En definitiva hemos sido nosotros mismos los que al parecer no conocemos otro camino más que el que nos conduce siempre al mismo fin.

Así pues defender la idea de que como país debemos vivir eternamente en un círculo que toma a la crisis como combustible porque así ha pasado y así seguirá pasando, es negar la responsabilidad que nos toca por estar nuevamente en un punto que hace años nos prometimos no volver a estar.

Si bien es cierto que en una economía globalizada las condiciones externas han de impactar en las economía interna, sostener que siempre la culpa es ajena y que los problemas que vivimos son producto pura y exclusivamente del devenir histórico o de las acciones de los demás es, ni más ni menos, una de las causas que provoca vivir en el círculo que nosotros mismos hemos creado