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1731
Presbítero Arias Montiel, primer cura de la Parroquia del Paraná

Dispuesta la creación de la Parroquia de la Bajada, el 23 de octubre de 1730, se llamó a concurso para proveer el nuevo curato al cual se presentó el presbítero Francisco Arias Montiel exponiendo antecedentes que justificaban su aspiración al cargo. El Cabildo de Santa Fe le tomó examen de suficiencia, el 14 de marzo de 1731, y por decreto del 15 lo nombró en esa función. El 17 las autoridades eclesiásticas dictaron el auto de institución canónica confirmando la designación.
El presbítero Arias Montiel había sido ordenado en 1718; en 1720, a las órdenes del sargento mayor Antonio Arias Montiel, participó en una campaña contra los indios, conviviendo con éstos hasta 1727, en que volvió a Santa Fe, ejerciendo el sacerdocio para, finalmente, desempeñar el cargo de teniente cura de San Juan.

1819
Fallece Tomás de Rocamora

Había nacido en Nicaragua en 1740. Su deceso ocurrió en Buenos Aires. Dotado de gran capacidad de trabajo y de organización, de actividad, entusiasmo y visión, se debió a su esfuerzo la pronta fundación de Gualeguay, Uruguay y Gualeguaychú. A su inteligencia y a la penetración de su vista, se debió, también, que se descubriera lo que tenía de magnífico y de potencial de riqueza esta parte de la colonia olvidada del español afanoso de otras conquistas. Él fue quien, después de las certezas de sus observaciones y de sus informaciones geográficas impuso a esta provincia el nombre de «Entre Ríos» y el primero que defendió la autonomía regional de la absorción de las autoridades de Santa Fe. Cuando se le relevó de sus funciones se produjo un largo paréntesis en la evolución progresista de Entre Ríos.
Los sucesos de 1810 lo sorprendieron desempeñando funciones oficiales en Misiones Adhirió sin reservas al movimiento revolucionario, colaborando en favor de la expedición de Belgrano a Paraguay.

1852
Urquiza dirige una proclama al Pueblo de la Confederación

La presencia de Urquiza en Buenos Aires, consecutivamente a la batalla de Caseros, provocó una violenta reacción de sus enemigos, ya no de filiación rosista sino del unitarismo porteño que habiendo combatido a Rosas, en su mayoría desde el exilio, no aceptaban el nuevo liderazgo de Urquiza. Para responder al ataque de sus detractores y evitar la confusión del juicio público, desde Palermo de San Benito, dirigió una proclama al Pueblo de la Confederación Argentina. Entre otros conceptos manifestó que «Rosas no es más que la expresión ingenua de un pueblo extraviado, es el aborto de la anarquía, es hijo de la ignorancia, y el resultado práctico de los errores del pensamiento público.
«La Libertad es el poder de ser bueno». Y luego agregaba: «¿Queréis ser libres? Aprended a serlo. Estudiad vuestros derechos, y no olvidéis vuestros deberes. Sostened el orden, única garantía de paz, y respetad las sagradas exigencias de la humanidad, y hasta sus mismas miserias».
Concluyó confesando su enérgica resolución de sacrificar sus más caras afecciones «sobre las aras de la paz, el engrandecimiento y constitución de la República Argentina».

En la imagen: capilla de La Bajada según una maqueta del Museo de la Ciudad.

© Es una producción del Archivo General de Entre Ríos – Secretaría de Cultura. Su reproducción es libre citando la fuente.