El Cordobazo: la vigencia de un grito de Libertad
Por
Alberto D. Rotman
Hay fechas que no sólo nos obligan a mirar nuestra historia, sino que los acontecimientos nos interpelan en el presenten. Hoy transitando una pandemia recordamos los 51 años del Cordobazo y el Pueblo que los protagonizó.
Aquellos sucesos deberían enseñarnos que es inquebrantable la voluntad de hombres y mujeres que luchan por la libertad, por el bienestar; a pesar de las dictaduras. También nos enseña que hay que estar atentos de los pícaros que quieren aprovecharse de las circunstancias para pequeños réditos políticos. Aquellos protagonistas de 1969 nos exigen pensar en grande, pensarnos unidos, aún en las diferencias porque el bienestar del Pueblo debe estar por encima de todo.
La movilización Obrero Estudiantil ocurrida en Córdoba el 29 y 30 de mayo de 1969, inmortalizada como «El Cordobazo», fue el acontecimiento más significativo y trascendente de la historia argentina y de Latinoamérica en el siglo XX.
Con el golpe militar que en forma canallesca derroca al ejemplar gobierno del Dr. Arturo H. Illia en 1966 comienza una dictadura presidida con aires de emperador, por el Gral. Onganía. Se intervienen las Universidades, los Partidos Políticos y los Sindicatos, se persigue y se reprime con salvajes golpizas y balazos a los opositores. Esto tomó en Córdoba especial dimensión de la mano del auge industrial con sus miles y miles de obreros y su enorme conglomerado estudiantil imbuidos en los preceptos reformistas, y una sociedad harta de la represión policial (un claro ejemplo de ello es la muerte de Santiago Pampillón, estudiante de ingeniería y obrero metalúrgico), y que con la anulación del «sábado ingles» rebalsa la prudencia de esta.
Las 2 CGT (De los Argentinos y Azopardo llegan a un acuerdo), junto a las distintas organizaciones Estudiantiles declaran una huelga general de 37 horas con movilización, para los días 29 y 30 de mayo.
Ese día los obreros dejan su trabajo a media mañana y caminando en caravanas multitudinarias de las fábricas y de distintos lugares de la Ciudad, junto a miles estudiantes que parten de su bastión, el mítico Barrio Clínicas, se encaminan al centro de la ciudad.
A medio día se producen los primeros choques con la policía montada, se produce la muerte de Máximo Mena (obrero metalúrgico de filiación Radical). Esto desencadena el estallido popular, la indignación fue superior al temor, se libera la rebeldía contenida ante tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede y la Ciudad queda en manos de las bases obreras y estudiantiles que luchan denodadamente. Toda la población ayuda, tanto en el centro como en los barrios. La gente hacía barricadas, tomando comisarías con el incendio de algunas, igual suerte corrieron algunas multinacionales y el Ministerio de Obras Públicas. Fue una reacción popular de toda la ciudadanía de Córdoba, que hartos de tanta injusticia de parte de un gobierno que había hecho del orden su leitmotiv, sin importar que tipo de orden prohijaba.
La multitud (de 50.000 a 100.000 personas que salieron a la calle) tuvo la Ciudad en su poder, pero no hubo denuncias de robo, de pillaje, ningún intento para apoderarse de muchas riquezas a su alcance ni tampoco atentados contra las personas.
A decir de Tosco «es la dignidad y el coraje de un pueblo que florecen y marcan una página en la historia argentina y Latino Americana que no se borrará jamás»
Este episodio fue posible porque los distintos líderes sindicales y estudiantiles priorizaron los intereses y el sentir de la gente por encima de los ideológicos y personales. Esto permitió que el Gringo Tosco (ideólogo y planificador de esta gesta y el nexo con los estudiantes) marchara junto a Elpidio Torres de Smata y que Atilio López de Uta coordinara el transporte público. Por eso el frente obrero estudiantil. Por eso la fuerza y el poder que tuvo el Cordobazo, porque fue un hecho histórico irrepetible y original.
Esto explica que un hecho tan trascendente como el Cordobazo no dejó ningún rédito político para nadie y menos para el Peronismo. Es por eso, y justamente explicable, los dichos de Menem cuando habló de subversivo, al referirse despectivamente del Cordobazo. Porque éste, en el fondo no responde en absoluto al pensamiento del Peronismo.
Mi homenaje a aquellos que hicieron posible esa gesta de todo un pueblo que salió a la calle a pelear contra un régimen nefasto, entreguista y reaccionario y que logró voltearlo, como siempre logran hacer los pueblos con los tiranos y los torturadores. Después de esto el Gobierno de Onganía quedo herido de muerte.
Elpidio Torres de Smata, Atilio López de la Uta y CGT Azopardo (acecinado por los esbirros del súper ministro de Perón, el Fascista López Rega), Alberti de Luz y Fuerza, Miguel Correa de la CGT de los Argentinos, René Salamanca y Alfredo Curuchet que sufrieron el mismo fin trágico de Atilio López.
Una mención especial para Agustín «El Gringo» Tosco, secretario general del gremio de Luz y Fuerza de Córdoba, el más lúcido, esclarecido y puro dirigente sindical, que usaba su mameluco con orgullo y bandera de lucha, que trabajaba todos los días, como no lo hace ningún dirigente sindical y que iba a su sindicato a la tarde. Nada que ver con algunos dirigentes acomodaticios de entonces y de ahora, que terminan viviendo mejor y más rumbosamente que los capitalistas y burgueses que dicen combatir. «Para él un modesto pasar, para los suyos el sacrificio, la entrega, la incorruptibilidad. Para los obreros lo mejor y más calificado».
Tosco murió el 5 de noviembre de 1975 en la clandestinidad, perseguido por los fascistas del Lopezrreguismo. Tenía apenas 45 años.