Todo empezó con las quejas de los equipos y ahora se sumaron un alto miembro de la AFA y el titular de uno de los sindicatos de árbitros. Una temporada llena de casos irregulares.
POLÉMICA. San Jorge perdió el ascenso ante Alvarado y denunció que el árbitro los perjudicó.
POLÉMICA. San Jorge perdió el ascenso ante Alvarado y denunció que el árbitro los perjudicó.

No hay pruebas de arreglo de árbitros, claro que no las hay. El argumento de la segunda línea de Chiqui Tapia en la AFA es el más fácil y simplista, tan básico que llama la atención, y solo sirve para tirar la pelota afuera: «Traigan pruebas». No hay pruebas. No hay recibos de pago a un árbitro. Además, claro, todos los que están hace años en el mundo del fútbol tienen muy claro que no se necesita poner plata para tener un arbitraje medianamente favorable: en la mayoría de los casos se trata de tráfico de influencias, favores, vínculos fuertes y lobby.

Hoy en el fútbol argentino se habla del escándalo entre Alvarado y San Jorge por el torneo Federal A porque se trató de un abandono en plena final. Una sentada de futbolistas hastiados de un árbitro (el santafesino Adrián Franklin) muy localista (en el mejor de los casos). Pero es un episodio entre tantos que se dieron a lo largo de toda la temporada del ascenso en la B Nacional, la B Metropolitana, la Primera C y los torneos del Consejo Federal como el Federal A y el torneo Regional Amateur. Fueron muchos los equipos que denunciaron ante medios locales que se sentían perjudicados.

Ahora el tema tomó más trascendencia, y es muy bueno que así sea, porque el fútbol argentino necesita darse un baño de moral y transparencia. Desde las designaciones arbitrales hasta los arbitrajes durante los partidos. También se necesita de una dirigencia dispuesta a averiguar qué pasa y no tapar las cosas negando todo como si el fútbol fuera el único ámbito de la sociedad argentina donde no existiera corrupción.

Para la AFA «está todo bien» y son solo «equipos perdedores despechados» los que salen por los medios a quejarse de los arbitrajes. Por supuesto que los equipos que ganan no se quejan. Tirar la pelota afuera es la más fácil de todas. Que otros investiguen, que otros traigan pruebas. Como si los torneos con arbitrajes sospechados fueran de la Federación de Tenis o de Softbol.

La AFA tiene resortes institucionales a través de los Tribunales de Disciplina para ir a fondo en este tema citando a declarar a dirigentes, futbolistas y árbitros. Para eso se necesita del compromiso de todos los protagonistas: no sirve quejarse ante los medios y después esconder la mano. Todo hay que ratificarlo dentro de calle Viamonte.

La renuncia del presidente del Tribunal de Disciplina del Consejo Federal, Antonio Raed, hizo mucho ruido. No se fue en silencio. Se fue diciendo que el arbitraje de Alvarado – San Jorge estuvo «arreglado» y que no seguía en el cargo porque tenía «fatiga moral» por diversas situaciones. Raed, hermano de uno de los vicepresidentes de AFA, es un alto miembro dentro de la estructura de la AFA. No lo dijo cualquiera.

Hoy, Guillermo Marconi, titular de uno de los sindicatos que nuclean a los árbitros argentinos (el SADRA), dijo que «la designación de árbitros está amañada». Muy fuerte, muy grave. Sobre todo porque Marconi es un ex árbitro que trabaja todos los días con los réferis que salen a dirigir en las canchas del fútbol argentino. Otra vez lo mismo: no lo dijo cualquiera.
En la designación de los jueces, tal vez, es donde mayor énfasis debería poner la AFA si quiere corregir lo que está pasando y recuperar algo de credibilidad. Durante toda la temporada hubo quejas de los clubes sobre las designaciones, especialmente en el interior, donde el caso más absurdo se dio en el torneo Regional Amateur con el árbitro Guido Medina. El catamarqueño dirigió al ascendido Güemes de Santiago del estero en condición de local en semifinal y final. En ambos partidos tuvo fallos muy polémicos y los rivales de Güemes (Atenas de Río Cuarto y Achirense de Entre Ríos) se quejaron abiertamente y hasta hicieron una sentada en la cancha como pasó con San Jorge en Mar del Plata.

Este año se habló mucho de Barracas Central, el club que preside Chiqui Tapia, que ascendió a la B Nacional por primera vez en su historia con un muy buen equipo y también varios penales polémicos y quejas de los rivales. Un futbolista de Estudiantes de Río Cuarto, Juan Tejera, dijo que el ascenso a la B Nacional de su equipo estuvo «arreglado». En el Regional Amateur también hubo reiterados cuestionamientos al ascendido Peñarol de San Juan: cuando jugó de visitante contra Victoria de Entre Ríos hubo banderas en contra de Tapia y en semifinales San Martín de Mendoza se retiró del partido por los fallos del árbitro.

Así están las cosas en el reino del fútbol argentino, ese lugar donde nada pasa y todo brilla como el oro. Bueno, tal vez no sea tan así.