Una vecina de Miguel Cristo y Yanina Lescano presenció una escena de violencia contra Nahiara que compromete a los dos en el maltrato mortal.

Ana Raquel Abraham vivía al lado de la vivienda que alquilaba la pareja, durante 2018 e inicios de 2019. En varias oportunidades les había cuidado tanto a los tres hijos de Lescano como a la hija de Cristo. Un día la señora fue a la casa y presenció un episodio violento: “Él le estaba pegando a la nena. Ella me dijo que si no me gustaba, que me fuera. Yo le dije ‘Me voy pero, me llevo el televisor que les presté’. Cristo le pegaba fuerte con una ojota en la cola. A partir de ahí no fui más”, recordó la testigo ayer en el juicio.

La última vez que la mujer vio a Nahiara fue en enero, y observó que la niña tenía quemaduras en los pies. Entonces, les pidió que le den asistencia médica: “Yo le pregunté a ella por qué no la llevaba al dispensario, para que le curen el piecito, y me dijo que le estaban poniendo crema para curarla”, recordó.

El 7 de febrero de 2018, día en que murió Nahiara, Abraham recibió un llamado telefónico de Lescano: “Estaba angustiada, me dijo que se la llevaron a la nena al hospital porque estaba mal”, contó la vecina.

Otro testimonio conmovedor que se escuchó en la audiencia de ayer fue el de la policía Águeda Ester Roldán, quien se desempeña en la División Minoridad y Violencia Familiar. Estaba en la guardia del hospital San Roque cuando llegó Cristo con su hija en brazos.

“Recuerdo que era cerca del mediodía y estaba de guardia, cumpliendo mi funciones 24 horas. Para una ambulancia y veo al señor que venía con su bebé en brazos y le consulto ¿qué le paso? Abro la puerta del shockroom y le digo a los enfermeros ‘hay una urgencia’, y ahí vimos el estado en que estaba la criatura. Se la veía mal, vinieron médicos, enfermeros, hicieron los primeros auxilios, empezamos a hacer preguntas, el padre como que se quería ir para afuera, cerré la guardia con llave y me quedé en la otra puerta. Empezaron a revisar a la criatura, se veían las quemaduras viejas, el estado de abandono, se la veía deshidratada, como que estaba con falta de comida. Ella movía sus ojitos y en su vocecita como un susurro desciframos que decía ‘ayuda, ayuda’. Cerraba sus ojitos y los abría. Los médicos hicieron todo lo que pudieron”, contó la uniformada, quebrándose en varios tramos de su relato.

“Le pregunté al padre ‘¿Qué le pasó? ¿Qué le pasó?’ En un momento dijo que la estaba bañando, no daba muchas respuestas, y cuando los médicos le decían ‘estas quemaduras son viejas’, él no sabía lo que le pasaba a su nena. No lloraba y lo que decía era todo confuso, estaba muy nervioso, lo único que atinaba era irse a la puerta y nosotros lo llevábamos hacia la camilla”, contó Roldán.

La última vez que Ana Raquel Abraham vio a Nahiara fue en enero, y observó que la niña tenía quemaduras en los pies.

La última vez que Ana Raquel Abraham vio a Nahiara fue en enero, y observó que la niña tenía quemaduras en los pies.

La voz de los niños

La psicóloga Jimena Serrano, quien trabaja en el servicio de protección de derechos del Copnaf, tuvo intervención tras la muerte de Nahiara para abordar la situación de los niños del grupo familiar. Su testimonio brindado ayer en el juicio se basó en los informes presentados acerca de las entrevistas a los niños que complicaron la situación tanto de Cristo como de Lescano. Pero también la profesional refirió que la mujer era víctima de violencia de género, argumento de la defensa para sostener su inocencia.

Los tres hijos de Lescano, que por entonces tenían 3, 5 y 6 años “no tenían lesiones, su estado general era bueno”, dijo Serrano. “Veían maltrato a Nahiara, en sus dichos el principal maltratador sería el señor Cristo, también refirieron maltrato de Lescano, pero no en la medida de sistematicidad y cronicidad de Cristo. No mencionaron estar encerrados, ni violencia de Cristo para con Lescano. El más grande dialogaba con nosotros, estaba bien pero al indagar su situación no quería aportar muchos datos, señalaba que había secretos, cosas que no podía decir”, contó la psicóloga.

“La niña era la más expresiva para contar la situación de violencia en el domicilio”, afirmó la profesional del Copnaf, y leyó lo que ella le dijo en la entrevista: “Papá (por Cristo) le pegaba a Nahiara porque se portaba mal, no hacía caso, con la mano y con el cinto, ella no lloraba, se la aguantaba, le pegaba todo el día, en todo el cuerpo, tenía sangre, se secaba y sangraba de nuevo. Nosotros no nos podíamos sentar en una silla, era de Nahiara, y tenía pis. No tenía pelo, papá se los tiraba. Mamá se quería ir, pero papá decía que se quede”.

Una mujer habría sido inducida a mentir para meter preso al ex

Un momento muy llamativo de la audiencia de ayer fue cuando la psicóloga del Copnaf, Jimena Serrano, recordó que una mujer que es asistida por el organismo, y era allegada a Yanina Lescano, habría dicho que la madrastra de Nahiara le aconsejó todo lo que tenía que decir para lograr encarcelar a su expareja, con quien aquella mujer tenía problemas. Incluso la habría “asesorado legalmente” y le consiguió un abogado.

Resulta que la denuncia que la amiga de Lescano formuló en la Fiscalía prosperó y hoy el hombre acusado está condenado en la cárcel de Paraná. Si la Fiscalía valora esta situación para ilustrar que Lescano es “manipuladora”, habrá que ver si solicita revisar aquella causa.

Al respecto, le preguntaron a la psicóloga que declaró en el juicio si una mujer, mediante un consejo, podría manipular a otra mujer, a la Fiscalía y a un equipo de profesionales, para lograr una condena. “Uno presupone que la Justicia cuenta con excelentes equipos técnicos y algo de la índole de la manipulación o de ciertos rasgos tendrían que aparecer”, opinó Serrano.

“Yo sé que él no tiene nada que ver”, dijo el padre de Cristo

Dos familiares de Miguel Cristo declararon ayer con la intención manifiesta de desvincularlo del crimen de su hija y culpar por el asesinato a Yanina Lescano. Uno de ellos fue el padre del acusado, Miguel Ángel Cristo, quien recordó que se opuso a la relación con la mujer “porque ella tenía una calidad de vida y nosotros otra”. Aunque el hombre estaba peleado con su hijo, no hablaba y casi nunca lo veía, afirmó: “Yo sé que él no tiene nada que ver”.

Por su parte, la hermana del imputado, Elisabeth Cristo, afirmó: “Él no era violento. Es buena persona”. La mujer refirió que la comunicación con su hermano era por un celular que manejaba más Lescano. Interrogada por la defensa, dijo que no recordaba muchos mensajes en los cuales la entonces pareja de Cristo le decía, por ejemplo, que “andaba loco como siempre”