Empezaron dando cursos de confección textil y ahora abrieron su propia fábrica
La ONG Trazando Puentes le dio vuelo propio a uno de los talleres que empezaron a dar hace un año: vieron que había mucha demanda en el ámbito laboral y abrieron una unidad productiva para quienes se habían capacitado en el oficio
La ONG Trazando Puentes cortó las cintas el pasado viernes de La Fábrica textil, un nuevo espacio dedicado a la formación y producción en el rubro textil que se desprende de los talleres y cursos de capacitación que se dictan en la entidad, con sede en la ciudad de Roldán.
La Fábrica está instalada en un inmueble separado de donde funciona la organización civil y se constituye como una pequeña unidad productiva donde las mujeres que se están formando en los talleres junto a los profesores producirán prendas básicas y blanquería para su comercialización.
“Como organización siempre nos proponemos brindar herramientas para acceder al mundo del trabajo y generar autonomía en las personas y superar esa dependencia del Estado que muchas veces se tiene. El primer curso que dictamos el año pasado como Asociación Civil fue el de confección textil y prendas básicas junto a la cooperativa de trabajo Mujeres Solidarias por medio del programa de capacitación Santa Fe Capacita del Ministerio de Trabajo, y ese fue el comienzo de todo”, contó a Rosario Martín Gallastegui, quien está al frente de la ONG.
“Buscamos siempre capacitar en rubros que sean de alta demanda laboral y el textil es uno de ellos. Hay una demanda enorme de costureros y personas con herramientas dentro de ese mundo. Nos parecía que era un desarrollo importante. Teníamos la lectura de que la mayor cantidad de demanda venia del colectivo de mujeres para acceder a trabajos tanto autónomos como en relación de dependencia”, destacó.
Con esa demanda insatisfecha detectada, armaron la primera capacitación, de la cual un 99% de los anotados fueron mujeres. Se dio en el marco de la segunda ola de Covid y hubo unas 12 participantes, que hasta tuvieron su desfile de cierre. Luego, haciendo uso del mismo programa provincial se dictó un segundo curso con herramientas más avanzadas destinado a las mismas personas que habían hecho el primero. “Ahí le sumamos la pata local con la incorporación de una docente propia, Fernanda Cáceres, quien se sumó como auxiliar a las docentes de la cooperativa Mujeres Solidarias”, sumó Gallastegui.
“En 20202 la idea fue volver a apostar a esto y reforzar la parte textil porque había mucha demanda y sabíamos que sin pandemia de por medio íbamos a tener mas participación. Este año también abrimos las puertas de nuestra propia sede del Centro Cultural y eso también fue un empujón para largarnos a hacer algo propio”, sostuvo.
El Ministerio de Trabajo volvió a apoyar con un nuevo curso pero además les otorgaron una ayuda a través del plan de Fortalecimiento Productivo con el cual pudieron comprar tres máquinas industriales. Luego, con fondos propios de la ONG compraron una más y ahora con la apertura de La Fábrica, se sumó una quinta.
Todo ese crecimiento hizo que la cosa fuera tomando otro volumen: este año el primer curso se dio en dos comisiones y hubo 20 mujeres en total que se capacitaron en cuatro meses. Ahora, con el nuevo espacio físico todas van a poder ser parte del curso avanzado, el cual otorga certificado oficial y tiene aval del Ministerio de Trabajo.
Una fábrica que es mucho más que eso
“Nos había empezado a quedar chico el espacio y había que tomar la decisión institucional de emancipar algo de Trazando Puentes, y el proyecto que más fortaleza tiene, con un proyecto bien calificado, demanda alta y maquinas disponibles, era el rubro textil. Además, seguíamos con esa lectura de que hay una gran demanda de mano de obra calificada en ese rubro en el mercado laboral, lo cual garantizaba que las mujeres que se formaran iban a poder acceder a trabajo genuino”, contó Gallastegui sobre el por qué tomaron la decisión de alquilar otro inmueble para separar los tantos.
Así, este espacio de La Fábrica que abrió a principios de agosto se conformó como la primera unidad productiva y espacio de formación permanente de la ONG. “Sin dudas, ayuda a que las alumnas estén más cómodas, se puedan pensar en grupos de formación más grandes y también nos permite manejar otros horarios, los cuales se van a destinar a producir prendas propias básicas, o prendas que tercericen otras empresas.
«Además, nos permite dar más cursos, todos gratuitos y con certificación oficial”, sintetizó al tiempo que se esperanzó: “Tenemos muchas expectativas de que esto crezca y que la unidad productiva vaya creciendo, tomando volumen y con el tiempo se independice como SRL, unidad autogestiva, cooperativa, o el formato que defina la propia gente que lo conforme”.