En un superclásico caliente, Boca impuso su carácter y le ganaron 2-1 a River en el Monumental
Los goles del equipo de Barros Schelotto los hicieron Edwin Cardona -que luego se fue expulsado – y Nahitan Nández; Leo Ponzio había igualado transitoriamente; en el primer tiempo, vio la roja Nacho Fernández; los millonarios quedaron a 12 puntos de los xeneizes, que le llevan 9 a sus escoltas, Talleres y San Lorenzo
Boca ganó 2-1 en el Monumental, donde no pierde desde 2010 por el campeonato local y estiró a 12 puntos la ventaja con River en la tabla de posiciones. Le lleva puntos 9 a los segundos, Talleres de Córdoba y San Lorenzo. Edwin Cardona – que luego fue mal expulsado – y Nahitan Nández hicieron los goles xeneizes. Leo Ponzio había anotado el empate transitorio. En el primer tiempo, Nacho Fernándezvio la roja por una plancha descalificadora a Cardona.
De dominadores y dominados. Así puede entenderse el transcurso del superclásico N°200. Porque Boca nunca pareció el líder con puntaje ideal. Porque River, más allá del desgaste físico, no mostró secuelas de la dura eliminación sufrida en la Copa Libertadores. Se repartieron el protagonismo. Se rozaron más de lo habitual, con nueve amonestados y dos expulsados. Vivieron el partido como una final. Y regalaron un espectáculo no apto para cardíacos. Y pese a la paridad, un solo equipo festejó: el equipo de Guillermo Barros Schelotto alcanzó las ocho victorias en la misma cantidad de partidos y es el líder indiscutido de la Superliga.
Boca ganó porque aprovechó las pocas chances que tuvo. También porque Pablo Pérez se hizo dueño de la mitad de la cancha. Chocó cuando hubo que chocar. Y jugó cuando el partido se lo pidió. River, que había llegado al empate parcial con un tanto de Ponzio, mereció más, pero también se dejó llevar por la fricción y no pudo concretar las chances que generó.
Claro, no fue un superclásico más, tuvo un valor agregado: River y Boca llegaron a los 200 enfrentamientos en torneos argentinos. Con la victoria de hoy, los xeneizes le sacaron una ventaja de 10 partidos a los millonarios: 74 a 64. Los otros 62 terminaron empatados.
Boca deberá esperar hasta después de la fecha FIFA para volver a jugar por el torneo local. River, por su parte, tendrá otro partido decisivo esta semana: contra Deportivo Morón, por las semifinales de la Copa Argentina.
Un partido con emociones para todos
El Monumental vivía una fiesta. Como si la histórica derrota contra Lanús del martes pasado nunca hubiese existido. Tirantes que envolvían las dos bandejas. Un mosaico con las siglas del club, CARP, y con los colores de la Argentina. Y fuegos artificiales, muchos fuegos artificiales que le daban a la euforia del público un clima incomparable. Pero claro, la pelota no había empezado a rodar y las preguntas, que no se escuchaban pero se sentían en el ambiente, referían a un solo tema. ¿Cómo reaccionará el equipo del Muñeco Gallardo tras la eliminación? ¿Podrá dejar la cuestión anímica a un costado y enfocarse en el partido?
Las respuestas llegaron en el primer tiempo, pero a cuentagotas. Porque el desarrollo del partido fue transitando diferentes estados. Una cosa quedó claro desde el comienzo: Boca salió a medir a su rival. Presionó arriba, como es su costumbre, pero no fue profundo. Entonces, esos primeros 10 minutos tuvieron a River como protagonistas, aunque tampoco supo monetizarlo. Apenas una jugada aislada de Nacho Scocco, que controló bien Agustín Rossi.
El primer punto de giro llegó en el minuto 11. Un centro pasado de Nahitan Nández y un control de Pipa Benedetto exigieron a Poroto Lux. Después de esa jugada, el equipo de Guillermo tomó el control del juego. Algunas proyecciones de Jara y de Fabra, el siempre carácter ofensivo del uruguayo y el control de Pablo Pérez pusieron al equipo cerca del arco rival. Hasta entonces, las dos más claras las tuvo Edwin Cardona, de tiro libre: una se fue desviada y la otra fue controlada por el arquero millonario.
El segundo giro ocurrió a los 23 minutos, y fue mucho más drástico. El público millonario parecía haber encendido a su equipo. Mientras el grito ensordecedor bajaba desde los cuatro costados del Monumental, River tomó el control total del superclásico. Fueron varias las oportunidades que tuvo para romper el cero. Una exquisita jugada de Pity Martínez, con caño a Fabra incluido, que se desvió en Lisandro Magallán. Otra de Scocco, tras una jugada preparada. Y hasta un disparo de media distancia, luego de un insólito error de Rossi, que quiso salir rápido con la mano e hizo picar la pelota entregándosela a un rival.
El domino millonario fue total hasta los 37 minutos, cuando un ataque aislado de Boca provocó el tercer giro del primer tiempo. Nacho Fernández llegó tarde a disputar una pelota con Cardona y terminó pegándole una patada en el pecho. Néstor Pitana, cerca de la jugada, le mostró la roja directa. Cuatro minutos y muchas protestas después, fue el colombiano el que se hizo cargo del tiro libre y el que regaló la joya de la tarde-noche. Como con un guante en su botín derecho, puso la pelota en el ángulo izquierdo, dejando sin reacción posible a Lux. Boca, sin merecerlo, se fue al descanso ganando 1-0 y con un hombre de más.
Pero el fútbol no entiende de lógica. Y un superclásico mucho menos. Porque Boca, en ventaja y con superioridad numérica, le volvió a ceder el protagonismo a River en el inicio del segundo tiempo. A los ocho, Scocco tuvo un mano a mano y resolvió con un remate cruzado: la reacción de Rossi llegó a tiempo. A los 11, la chance fue para Nicolás de la Cruz, que había ingresado en el entretiempo pero su remate se desvió en un rival. El partido ya estaba en otra frecuencia, en esa que es difícil de sintonizar y de descifrar.
La cuestión numérica se emparejó a los 16 minutos, cuando Cardona vio la tarjeta roja. ¿Por qué? El colombiano se sacó de encima a Enzo Pérez y, al comenzar a correr, tocó el rostro del jugador de River con uno de sus brazos. Pitana, que nuevamente estaba cerca de la jugada, entendió que había sido un golpe intencional y lo expulsó. Esta vez, no acertó.
River siguió dominando. Boca decidió recluirse y lo pagó caro. A los 23, Leo Ponzio agarró la pelota afuera del área y, para sorpresa de muchos, sacó un disparo cruzado. Gol, gritó el Monumental al unísono. El empate, merecido, había llegado. Aún quedaba mucho tiempo. O eso parecía. Porque cuatro minutos después, en otro ataque aislado xeneize, Pablo Pérez metió un pase milimétrico y Nahitan Nández definió de primera para volver a adelantar a Boca en el marcador.
El equipo de Gallardo no pudo encontrar la igualdad, pese a que tuvo oportunidades. El de Guillermo tampoco pudo extender la ventaja, más allá de que contó con varias chances. La imagen del final, segundos después del pitazo de Pitana, regaló dos postales. Por un lado, los jugadores xeneizes celebrando una nueva victoria en el Monumental, como casi un año atrás. Por el otro, los hinchas millonarios cantando «Muñeco, Miuñeco», como desde hace más de dos años. Ningún resultado cambia la historia.