Enfermedad de manos, pies y boca: todo lo que los padres deben saber para proteger a sus hijos
Con medidas sencillas de higiene y un cuidado adecuado en casa, la mayoría de los niños se recupera sin complicaciones.
La enfermedad de manos, pies y boca (EMPM) es una infección viral común que afecta principalmente a chicos menores de cinco años. Aunque suele ser leve, puede causar preocupación entre los padres debido a su rápida propagación y síntomas incómodos.
La EMPM es causada por el virus coxsackie, del grupo de los enterovirus, y se caracteriza por la aparición de llagas dolorosas en la boca, así como erupciones en las manos y los pies. Según el doctor Samuel Domínguez, pediatra infectólogo del Children’s Hospital Colorado de EE.UU., “la enfermedad es altamente contagiosa y se propaga fácilmente en guarderías, jardines de infantes y entre niños en edad escolar debido al contacto directo con secreciones o superficies contaminadas”.
Los síntomas suelen aparecer de 3 a 6 días después de la exposición al virus, lo que se conoce como el período de incubación. “Los primeros signos incluyen fiebre, pérdida de apetito, dolor de garganta y malestar general, seguidos de llagas dolorosas en la boca y sarpullidos en las manos, pies y, en algunos casos, en otras áreas del cuerpo”, explica la dra. Pilar León, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de España.
Síntomas y evolución de la enfermedad
Aunque la fiebre suele ser el primer síntoma, las úlceras en la boca y el sarpullido en las extremidades son las características más visibles de la EMPM. Las llagas en la boca pueden dificultar la alimentación y la hidratación del niño, mientras que las erupciones cutáneas pueden generar molestias y picazón. Sin embargo, según León, “la mayoría de los niños se recupera completamente en una semana o diez días sin complicaciones graves”.
En algunos casos raros, la EMPM puede provocar deshidratación severa si el niño no bebe suficiente líquido debido al dolor en la boca, o puede derivar en infecciones secundarias en las erupciones. Los expertos advierten que, si bien estas complicaciones son infrecuentes, los padres deben estar atentos y consultar al médico si los síntomas empeoran o si la fiebre dura más de tres días.
Contagio y prevención: lo que los padres deben hacer
La transmisión del virus coxsackie ocurre a través de la saliva, las secreciones nasales, las heces y el contacto con superficies contaminadas. Por ello, es especialmente común en entornos donde los niños comparten juguetes y tienen contacto cercano. “El lavado de manos es la medida más eficaz para prevenir el contagio”, afirma la dra. Marisol Gómez, pediatra de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica. “Los padres deben asegurarse de que los niños se laven bien las manos antes de comer, después de ir al baño y después de jugar al aire libre”.
Además del lavado frecuente de manos, es importante limpiar regularmente las superficies en casa y en los centros de cuidado infantil. Los juguetes, las manijas de las puertas y las áreas de juego son lugares comunes donde el virus puede sobrevivir.
En cuanto al aislamiento, los niños con EMPM deben quedarse en casa hasta que desaparezcan los síntomas, especialmente si tienen fiebre o llagas activas en la boca. “Mantener a los niños fuera de la escuela o guardería durante la fase más contagiosa de la enfermedad es fundamental para evitar que el virus se propague a otros”, señala Domínguez.
Tratamiento: aliviar los síntomas
Actualmente no existe un tratamiento antiviral específico para la EMPM. El manejo de la enfermedad se centra en aliviar los síntomas y mantener al niño cómodo. “El tratamiento es principalmente sintomático, lo que significa que se usan analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno para controlar la fiebre y el dolor”, comenta León. También recomienda ofrecer líquidos fríos y blandos para mantener la hidratación y reducir el malestar en la boca.
Es crucial evitar los alimentos ácidos o salados que puedan irritar las llagas, así como controlar de cerca el consumo de líquidos para prevenir la deshidratación. Si el niño muestra signos de deshidratación, como labios secos, poca orina o letargo, es fundamental consultar con un médico de inmediato.
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