«Con lenguaje inclusivo y no binario no estamos disputando un lugar en la gramática, sino un lugar en la sociedad, y estamos invitando a repensar lo que significa sostener esta matriz heteronormativa que sigue generando violencia», sostuvo en diálogo con Télam Manu Mireles, docente no binarie de la UBA y la Untref.
El lenguaje inclusivo supone un reflejo de luchas y avances en derechos humanos Foto Vctor Carreira

El lenguaje inclusivo supone un reflejo de luchas y avances en derechos humanos / Foto: Víctor Carreira.

A partir de entender al lenguaje inclusivo como un espacio de disputa por el sentido y los derechos, docentes y estudiantes no binarios rechazaron la decisión del Ministerio de Educación porteño de prohibir su uso en las comunicaciones oficiales y su uso pedagógico y didáctico, al considerar que la medida «anula la vivencia de la identidad» y habilita la proliferación de discursos de odio y violencias que atentan contra sus existencias.

En diálogo con Télam, Agus Noceti y Manu Mireles, docentes no binaries de la Escuela Nº 19, del barrio de Lugano, y del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis, respectivamente, coincidieron en que, lejos de ser una cuestión meramente gramatical, el lenguaje inclusivo supone un reflejo de luchas y avances en derechos humanos, dentro de los cuales ubicaron a los «derechos lingüísticos».

«Con lenguaje inclusivo y no binario no estamos disputando un lugar en la gramática, sino un lugar en la sociedad, y estamos invitando a repensar lo que significa sostener esta matriz androcéntrica, cis, sexista y heteronormativa que sigue generando violencia en la vida cotidiana y aniquilando personas», sostuvo Mireles, docente de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

El pasado jueves, el Ministerio de Educación que encabeza Soledad Acuña avanzó en la prohibición del lenguaje inclusivo en forma institucional en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires, con sanciones previstas para quienes incumplan la medida.

Manu Mireles consider totalmente inaplicable esta medida en la Mocha Celis donde gener mucha angustia y ansiedad Foto Vctor Carreira

Manu Mireles consideró «totalmente inaplicable» esta medida en la Mocha Celis, donde generó «mucha angustia y ansiedad» / Foto: Víctor Carreira.

Al respecto, Mireles aseveró que esta medida significa «un retroceso en términos de garantizar la justicia social, la ciudadanía y la democracia para todas las personas», al tiempo que «viola la normativa vigente», como la Ley de Identidad de Género, la Ley de Educación Sexual Integral y la Ley Micaela.

Sin embargo, advirtieron que, pese a las intenciones, una construcción colectiva y dinámica, siempre en transformación, como es la lengua, «no resulta gobernable».

Aunque a veces se perciba «prístino e inalterable», el lenguaje, aseguraron, pertenece a quienes lo hablan y nace de «las necesidades de las personas que lo hablan y de la necesaria representación de nuestras identidades».

Las retóricas de prohibición de palabras, que no eran obligatorias, son «retóricas profundamente políticas, de censura, de violencia», que «anulan la existencia de una persona y la vivencia de la identidad en plena democracia».

Por ello, Mireles consideró «totalmente inaplicable» esta medida en la Mocha Celis, donde generó «mucha angustia y ansiedad».

En igual sentido, la abogada y docente trans en una escuela porteña, Cristina Montserrat Hendrickse, comunicó su decisión de no acatar «una resolución que vulnera mi derecho humano a la identidad de género», alegando «objeción de conciencia» ya que «invisibiliza las diversidades sexogenéricas».

«La pretensión de hablar negando las diversidades de género a las cuales orgullosamente pertenezco como mujer trans me impiden autocensurarme, autonegarme y autoinvisibilizarme, por lo que desde ya planteo objeción de conciencia para cumplir una resolución que vulnera mi derecho humano a la identidad de género»Cristina Montserrat Hendrickse, abogada y docente trans

«Esto nos atañe a todes porque atenta contra nuestras existencias, no solamente las de quienes no somos cisheterosexuales, sino también de las existencias de los colectivos más vulnerables en general», expresó por su parte Noceti.

Medidas de este tipo «tienen efectos reales y concretos en nuestras vidas», aseguró Noceti, quien advirtió que van generando «el caldo de cultivo para que se profundicen sentidos comunes que habiliten las violencias que denunciamos y resistimos».

Y añadió: «Lo preocupante es el corrimiento del sentido, se quiere instalar que si los chicos y las chicas no saben leer es por la (llamada) ‘ideología de género’, borrando las reales causas de los problemas del sistema educativo, que nadie los niega, y se construye un sentido común que es muy difícil de romper».

UNA ABOGADA Y DOCENTE TRANS DECLARÓ SU OBJECIÓN DE CONCIENCIA

La abogada y docente trans, Cristina Montserrat Hendrickse, decidió no acatar la resolución de la administración de Horacio Rodríguez Larreta que prohíbe el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas, al considerarla «a todas luces discriminatoria y anticonstitucional», por lo cual alegó su «objeción de conciencia» ya que «invisibiliza las diversidades sexogenéricas».

«La resolución invisibiliza las diversidades sexogenéricas, en las cuales yo me considero incluida, en razón de ser una mujer trans. Entiendo que me están coaccionando a invisibilizarme, a censurarme, están coartando mi libertad de expresión y principalmente mi derecho humano a la identidad de género», dijo Montserrat Hendrickse a Télam.

Cristina tiene 53 años, es abogada recibida de la Universidad de Buenos Aires, con cuyo título ejerce hace 28 años y dicta clases de Historia en la Escuela Normal Superior Nº6 «Vicente López y Planes» de la ciudad de Buenos Aires.

Desde esa institución recibió el lunes un correo electrónico informando sobre la nueva resolución del Gobierno porteño, a través del cual ordena a docentes a desarrollar las actividades de enseñanza y realizar las comunicaciones institucionales «de conformidad con las reglas del idioma español, sus normas gramaticales y los lineamientos oficiales para su enseñanza».

«La pretensión de hablar negando las diversidades de género a las cuales orgullosamente pertenezco como mujer trans me impiden autocensurarme, autonegarme y autoinvisibilizarme, por lo que desde ya planteo objeción de conciencia para cumplir una resolución que vulnera mi derecho humano a la identidad de género», afirmó Cristina en respuesta al correo enviado por la institución académica.

«Por lo expuesto -concluyó en su comunicación-, solicito se haga saber a la señora ministra (en referencia a Soledad Acuña) que no cumpliré su arbitraria, ilegítima, discriminatoria e inconstitucional resolución, y que hago reserva de iniciar acciones contra ese Gobierno por afectar mis sentimientos más íntimos y mi proyecto de vida».

También indicó a esta agencia que continuará dictando clases porque no buscará «afectar el interés superior de niños, niñas y adolescentes a la educación».

Finalmente, si bien por su edad no está acostumbrada al uso del lenguaje inclusivo, consideró que «la prohibición estimula a reforzarlo y a afianzarlo para garantizar mi visibilización».

Frente a lo que consideran «débiles argumentos» del Ministerio de Educación porteño, Em y Noah, dos estudiantes no binaries de la Escuela Normal Superior 2 Mariano Acosta, aseguraron en diálogo con Télam que el lenguaje inclusivo logra que las personas no binarias se sientan «seguras e incluidas» en el espacio educativo.

«Es una forma de seguir avanzando en construir una sociedad más igualitaria que es por algo que se está luchando hace mucho tiempo», expresó Em.

El masculino genérico del español es «un claro reflejo del sistema patriarcal», sostuvieron. Y, en ese contexto, el lenguaje inclusivo viene a «incluir a las personas que no se sienten bien al ser encasilladas en un pronombre regido por la sociedad», dijo por su parte Noah, quien cuestionó que «se tomen decisiones unilaterales sin abrir debate con las personas que realmente están involucradas».

Asimismo, coincidieron en que resulta «mucho más importante estudiar en condiciones más humanas, sin hambre y sin frío, que estudiar con lenguaje inclusivo, que aporta más a crecer como sociedad».

En el Mes del Orgullo y con recientes manifestaciones violentas, como el incendio del Hotel Gondolín, ubicado en el barrio porteño de Palermo, o la vandalización del Mocha Celis, docentes y estudiantes consideraron que la reciente resolución da un mensaje de «un nivel de violencia muy grande».