Fito Páez: “Tocar por ‘streaming’ es una situación muy marciana, antimusical”
El músico argentino iba a presentar su nuevo álbum ‘La conquista del espacio’ en su natal Rosario, pero la pandemia le obligó a posponer su gira
Cuando Fito Páez compuso Maelström para su disco La conquista del espacio no imaginaba la tormenta vírica que azotaría al planeta pocos meses después. El pasado 13 de marzo, día de su 57 cumpleaños, el músico argentino iba a presentar el nuevo álbum en Rosario, su ciudad natal. Pero la pandemia de la covid-19 obligó a aplazar ese concierto y el resto de la gira internacional.
“Estoy muy feliz de poder hacer un gran desembarco en España como hace tantos años estoy soñando. Y ahora iba a ser el momento, pero se va a demorar el tiempo que sea porque lo importante es preservar las vidas”, dice Páez por Zoom desde su casa, en Buenos Aires. Relajado y de buen humor, luce una sudadera blanca en la que se lee “Sin señal” y cuenta que el aislamiento le ha regalado tiempo para componer música, terminar el guion de su nueva película y comenzar su autobiografía.
Pregunta. En La conquista del espacio destaca la idea de la música como liberadora o transformadora de los horrores cotidianos. ¿Se ha vuelto aún más importante en esta pandemia?
Respuesta. La música es un lenguaje expresivo que ha atravesado miles y miles de años en distintas formas y ha acompañado la vida de los humanos, ocupa un lugar central en nuestra educación sentimental. Forma parte de algo milenario juntarse algunas noches y que venga el chamán y proponga una fiesta pagana, lujuriosa, que luego se ha transformado en los espectáculos, donde la gente va a abrazarse, a cantar, a compartir. ¿Quién puede decir que eso no tiene un valor fundamental? Lo es, por lo menos para mí, y espero poder transmitir ese placer que me genera.
P. ¿Cómo es tocar por streaming, sin ese contacto directo con el público?
R. Estas cosas de streaming, por lo menos con el piano solo, en mi casa, han sido muy extrañas. Lo hice y en algunos momentos la pasé bien, en otros no. La música es con el otro. Uno necesita el oído, el espíritu y la energía del otro. Por más que sepas que te están viendo o escuchando en infinidad de casas en el mundo, tocar por streaming es una situación muy marciana, antimusical diría, porque los momentos en soledad son cuando compones y escribes.
P. ¿Esta situación inédita le ha servido como disparador de canciones o escritos?
R. Soy un hombre afortunado. Tengo una casa con agua caliente, puedo comer dos o tres veces al día, me tomo mis tragos cuando estoy un poco chiflado y la realidad es que gran parte de mi labor es en soledad. Nunca tuve un año sabático y por suerte el tener este tiempo ayudó a terminar el guion de una película; después hice una especie de gira virtual de prensa; estoy escribiendo la primera parte de mi autobiografía, hasta los 30 años, y estoy produciendo un montón de músicas, porque cada día me siento al piano una media hora o 40 minutos. Ya junté unas 20 piezas, las cuales seguramente puedan terminar en un álbum.
P. Qué distinto al proceso nómada de La conquista del espacio, que empezó en Brasil y terminó en Los Ángeles.
R. Siempre hice los discos en las giras, en los hoteles, en los aviones, en medio de otras actividades. Y las películas también las escribí así. Esta es la primera vez en un montón de años en que tengo tiempo para componer tranquilo. La única cosa que me molesta de todo esto es no poder tocar en vivo y tomarme una cerveza con mis amigos en la esquina, no mucho más.
El amor es lo único que me interesa. Los significantes, las perversiones, los vínculos, sus formas curativas, los diferentes estadíos
P. ¿Descubrió música que le haya sorprendido durante la cuarentena?
R. No escuché mucha música, si bien para escribir me pongo mis Haydn, mis Bach, muy bajito para que me acompañen, siempre música sin baterías. Ahora que estoy prestando atención a escribir y a hacer música, me obliga a alejarme para escapar de posibles influencias y para distender he visto más películas o alguna serie. Pero antes de la pandemia me impactó escuchar a Ca7riel y Paco Amoroso, con una banda que se llama ATR, que le inflaman al trap una salvajura y una cantidad de ideas que son la vanguardia de lo que he escuchado del trap en todos los idiomas. Eso lo he disfrutado mucho incluso con mi hija, Margarita, que es muy fan.
Margarita, de 15 años, es fruto de la relación del músico con Romina Ricci, y es cinco años menor que Martín, el hijo de Páez y la actriz Cecilia Roth. Un par de meses atrás, el rockero compartió un desafío viral de baile con ellos en las redes, y hoy, aunque asegura que para sus hijos es “un fantasma”, presume de haberles descubierto a Charly García, Luis Alberto Spinetta y Caetano Veloso, entre otros. “Yo también me enrollo mucho con lo que se enganchan ellos”, dice.
Me considero un músico que pudo estar como espectador en primera fila de un momento de excelencia de Argentina
Páez comenzó a ser popular con su música en Argentina en los ochenta. Desde entonces ha escrito tres libros, filmado tres películas, grabado 24 álbumes de estudio y cuatro en vivo, entre ellos El amor después del amor (1992), el más vendido del rock argentino con más de un millón de ejemplares.
En su último disco participó Abe Laboriel Jr. (baterista de Paul McCartney), Juanes, Ca7riel, Lali Espósito y Hernán Coronel, entre otros. Con este último firma a medias la canción más bailable, Ey, you, que dispara sus rimas contra la violencia machista. “Es un tema ya instalado en la sociedad desde que arranca [el movimiento feminista] Ni Una Menos. Siempre hemos sido grandes luchadores por la libertad”, afirma. Coronel, líder de la banda de cumbia Mala Fama, pulió lo escrito por Páez hasta transformarlo en “lo que escuchás ahí, que levanta a los muertos del cementerio”. “Me volví loco, le agradecí y le dije que por supuesto íbamos a firmar juntos. Volví a confirmar que Hernán es uno de los grandes artistas argentinos del momento”, opina.
P. ¿Hay algún álbum de otro artista que le hubiese gustado hacer?
R. Muchísimos. De Litto Nebbia, de Charly García y Spinetta, todos. Me considero un músico que pudo estar como espectador en primera fila de un momento de excelencia de Argentina y me pude vincular también en algunos momentos con héroes del pasado, como Roberto Goyeneche. Tanto Spinetta como Charly y Litto me permitieron entrar en sus salas de ensayo y me transmitieron sus saberes. Por supuesto, yo tengo una obra y sé dónde estoy ubicado en la trama genética de la música argentina, pero tuve la suerte de haber sido recibido en esos lugares donde estaba la sabiduría de la música popular contemporánea.
P. ¿Por qué cree que el rock argentino no es tan conocido en España?
R. Creo que debe ser una suma de factores. Los músicos que han vivido allá, como Ariel Rot, Moris y Andrés Calamaro, han tenido éxito. Posiblemente la música de Charly, Luis, la mía, de Gustavo [Cerati] sean además un poco más complejas, no tan realistas y también España tiene su lenguaje, no solo vinculado a la música popular. Me da la impresión de que se han desarrollado estéticas diferentes, aunque a mí me han recibido como un rey siempre y amo a [Joaquín] Sabina y a Serrat. Con Joan Manuel me formé, lo menciono en una canción —”como decía un catalán, fui tratando de crecer y no de sentar cabeza”—, y Joaquín ha sido un colega y un amigo extraordinario. Joaquín sabe calar en el corazón humano. Con maneras musicales sencillas, pero su pluma tiene una potencia impresionante y él tiene un carisma extraordinario.
P. El disco se cierra con Todo se olvida, un canto al amor. ¿Cómo lo ha marcado a lo largo de su vida?
R. El amor es lo único que me interesa. Si me das a elegir un tema para charlar escogería el amor. Los significantes, las perversiones, los vínculos, sus formas curativas, los diferentes estadios del amor, con tus hijos, con tu novia, con tu madre, con tu tía, con tu hermano, eso es lo que más me gusta de estar vivo. Por eso digo que amar es la palabra perfecta.