Hacia una Navidad con los cinco sentidos
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
La Navidad parece que todavía queda lejos. Pero hoy estamos empezando diciembre, y en apenas 24 días ya estaremos en plena celebración. El tiempo previo que nos prepara para la gran fiesta se llama “Adviento”. En cada uno de los domingos de este tiempo te invito a poner en juego cada uno de los 5 sentidos como camino de preparación y celebración. En cada domingo también te voy a proponer una actitud a fomentar a modo de compromiso concreto.
Como todos los años podemos mantener el gesto de la Corona de Adviento para percibir cómo la luz va creciendo.
En este Primer domingo de adviento te propongo VER. Parece contradictorio proponernos este sentido, ya que Jesús dijo “felices los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). Sin embargo, la Encarnación del Hijo de Dios nos permite afirmarnos a esa experiencia.
Nos cuenta el Evangelio de San Lucas que a los 40 días del nacimiento de Jesús, María y José llevaron al Niño al Templo, y el anciano Simeón bendijo a Dios y rezó: “Mis ojos han visto la Salvación que preparaste delante de todos los pueblos” (Lc 2, 30-31). ¡¡¡Dios se hace visible!!!
En este tiempo hay que mirar buscando a Jesús, con ánimo de perseverancia. Como quien observa cada rincón de la casa buscando una llave que se le perdió. Debemos observar con detenimiento. No es una mirada superficial o por encima, sino buscando en lo profundo del corazón.
Dios viene a nosotros como una luz suave y serena, distinta a la del flash que enceguece y se extingue. La luz de Jesús no es fugaz, sino que permanece.
El Adviento “dura pocas semanas», menos de un mes. Por eso se nos llama a estar preparados y atentos porque Jesús viene a nosotros. ¿Dejaré que pasen las semanas? ¿Que se me esfumen? ¿O yo me decido a transitar este tiempo?
La actitud que te propongo para esta semana es la contemplación. Mirar tu vida y la de los que te rodean. Como nos enseña el Papa, la santidad de la casa de al lado. Allí se manifiesta la presencia de Dios.
Y hablando del Papa, quisiera que pongamos un poquito de atención en su último viaje a Tailandia y Japón. Tuvo profundas palabras para el mundo de hoy y para el mundo del futuro. Cuando se reunió con los jóvenes japoneses habló de bullying o “bulismo”, tema desgraciadamente tan actual: “El que hace ‘bulismo’ es un miedoso, y el miedo siempre es enemigo del bien, por eso es enemigo del amor y de la paz. Las grandes religiones, todas las religiones que cada una de nosotros practica, enseñan tolerancia, enseñan armonía, enseñan misericordia; las religiones no enseñan miedo, división o conflicto. Nosotros, los cristianos, escuchamos a Jesús que constantemente les decía a sus seguidores que no tuvieran miedo. ¿Por qué? Porque si estamos con Dios y amamos con Dios y a nuestros hermanos, ese amor expulsa el temor (cf. 1 Jn 4,18)”.
Y agregó como enseñanza global para el trato respetuoso entre todas las personas: “Les quiero decir una cosa a todos, que les va a servir en la vida: mirar con desprecio, menosprecio, a una persona es mirarla de arriba hacia abajo, es decir, yo soy superior y vos sos inferior, pero hay una sola manera que es lícita y que es justa de mirar a una persona de arriba hacia abajo: para ayudar a levantarla. Si alguno de nosotros, y me incluyo, mira a una persona de arriba hacia abajo con desprecio, es poca cosa; pero si alguno de nosotros mira a una persona de arriba hacia abajo para tenderle la mano y ayudarla a levantarse, ese hombre o esa mujer es un grande. Así que cuando miren a uno de arriba hacia abajo pregúntense: ¿Dónde está mi mano, está escondida o está ayudándolo a levantarse?; y van a ser felices”.
En el avión que lo devolvió al Vaticano, de Oriente a Occidente, dialogó sobre tantísima variedad de temas con los periodistas que lo acompañaron codo a codo en su viaje. Me quedo con su claridad al referirse a la violencia que desatan las armas, a la “paz desarmada”: “La hipocresía ‘armamentista’. Los países cristianos, al menos de la cultura cristiana, países europeos, dicen ‘Europa culta’, que hablan de paz y viven de las armas: hipocresía, así se llama. Es una palabra evangélica: Jesús lo dice muchas veces en el capítulo 23 de Mateo. Debemos terminar con esta hipocresía. Que una nación tenga el coraje de decir: ‘No puedo hablar de paz porque mi economía gana mucho con la fabricación de armas’. Sin insultar y sin ensuciar ese país, pero hablando como hermanos, hermandad humana: ¡paremos, muchachos, paremos, porque la cosa es mala! En un puerto, ahora no lo recuerdo bien, en un puerto llegó un barco lleno de armas de un país que tuvo que entregar a un barco más grande con destino a Yemen. Sabemos lo que pasa en Yemen. Y los trabajadores del puerto dijeron ‘no’. ¡Estaban bien! Y el barco regresó a su casa. Es una coincidencia, pero nos enseña cómo comportarnos en esto. La paz hoy es muy débil, muy débil, pero no debemos desanimarnos. Y con las armas favorecemos esta debilidad”.