Inflación y tasas altas: el complicado menú pos-PASO
Desde el Gobierno ya comenzó la preocupación por la economía pos-PASO, especialmente la real. Se teme, dentro del macrismo, que ya se haya contabilizado todo lo que podría aportar a la estabilidad cambiaria y fiscal lograda desde fines de abril (luego de la apertura desde el FMI del uso de los dólares del stand by) y que para los próximos poco más de dos meses preelectorales habrá que echar mano a nuevas estrategias para conseguir mejores números que los del primer semestre. La situación se vuelve más compleja aún al momento de analizar dónde tendrá que salir a buscar el oficialismo los votos que le falten para soñar con una victoria electoral. Se confirmará el domingo, pero lo que se sospecha (con cierta razón) es que los sectores más populosos de los grandes centros urbanos periféricos del país, comenzando con el indomable conurbano, serán los más esquivos a votar por el oficialismo. Por esto, dentro del equipo económico, ya se están preparando algunas líneas generales sobre las que actuar, ya desde la segunda quincena de agosto.
Lo primero que se está visualizando es que los números que comenzarán a ser arrojados desde el INDEC pueden ser complicados, comenzando por la inflación. Si bien la próxima medición del organismo que maneja Jorge Todesca correspondiente al IPC de julio (que se presentará el próximo jueves 15 de agosto), arrojaría una contracción de entre 2,4 y 2,5%. Será el menor nivel del año, y perforará la marcha de diciembre de 2018 del 2,6%. Sin embargo, la sospecha desde el Gobierno es que agosto mostrará un recalentamiento leve de los precios, volviendo a niveles superiores al 2,5% y acercándose peligrosamente al 3%. La devaluación de los primeros días del mes sería el factor que mayores complicaciones traería al IPC de este mes ya que, según reconocen dentro del oficialismo, la estructura de precios vigente se fijó con un valor del dólar estacionado en 45 pesos. Este fue el valor con que la divisa operó hasta el permiso de fines de abril del FMI, momento en el que el dólar comenzó a caer hasta perforar fugazmente los 43 pesos. No registró el Gobierno movimientos alcistas en los precios por la recuperación del dólar, mientras iba recuperando el valor durante los últimos días de julio. Sin embargo, la sospecha es que el último cimbronazo podría afectar la virtual calma. Uno de los problemas que debe ahora atender el Gobierno es la decisión de contener las alzas en los precios de los combustibles y servicios públicos, tomada especialmente para surfear la campaña pre-PASO, tendría un cronograma preestablecido que llegará en septiembre a su fin. Será tarea de funcionarios especialmente designados, la de hablar fundamentalmente con las petroleras, para que la política de incrementos continúe suspendida hasta, al menos, noviembre. Y si hay balotaje, también hacia diciembre. Sabe el oficialismo que cada 5 puntos de incremento en las naftas, implica un alza de un punto en la inflación. Y que cada punto de más en la inflación son miles de votos menos en los sectores a los que hay que convencer para el momento en que se cuenten los votos reales que definen una reelección.
Donde tampoco se esperan noticias favorables es en los próximos datos de la evolución de la producción industrial y la actividad económica, fuera de lo que aporten el campo y, quizá, la producción de alimentos. El resto de los sectores continuarán operando en rojo, con mayor o menor intensidad, hasta octubre. Y, quizá, hasta más allá de ese mes también. El problema que se reconoce desde el oficialismo es que las tasas de interés vigentes no ayudarán a la reactivación en lo que resta del año. Y que el país deberá continuar operando sin crédito.