Las evidencias negativas y a veces letales para la salud de los agrotóxicos son tan evidente, que sólo desde la política se admite su aplicación sin atenuar sus consecuencias.
Las evidencias negativas y a veces letales para la salud de los agrotóxicos son tan evidente, que sólo desde la política se admite su aplicación sin atenuar sus consecuencias.

Mucho se ha dicho e informado respecto de la grave situación a la salud de las personas que causan las fumigaciones con tóxicos en el sur de la provincia y la costa del Uruguay, pero existe poca información respecto de la realidad en la costa del Paraná.

Según hemos podido comprobar, en el Departamento Paraná las fumigaciones existen no solo en el ámbito rural sino también dentro del ejido urbano. Prueba de ello, es el testimonio de José Félix Esquivel, que vive en el límite entre Paraná y San Benito, entre el Arroyo El Saucecito y la ruta 12, y que sufre desde hace más de 20 años las fumigaciones en un campo enfrente de su casa.

En el programa Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) se emitió un informe especial que da cuenta cómo los agrotóxicos envenenan en plena ciudad de Paraná. Pero, se trata de una realidad que ocurre todos los días a lo largo y ancho de la provincia y el país. ¿Qué parte de la palabra agrotóxicos, todavía no se comprende que es veneno?

 

Testimonio de un vecino

 

“Estamos dentro del ejido de la ciudad de Paraná. Esto es zona urbana. Nosotros pagamos impuesto como zona urbanizada. En frente tenemos una explotación agrícola que pertenece al Grupo Bolzán. Ellos hacen sembrados de soja, fundamentalmente, y dos veces al año fumigan con Glifosato. Y cuando alternan con el cultivo del trigo, fertilizan. Entonces, hacen todo eso y no toman ninguna prevención respecto a las distancias ni a la acción del viento”, describió Esquivel.

“En algunas fumigaciones que hicieron, vimos la reacción casi inmediata con respecto a los pájaros. Aquí ya no hay más sapos. La mortandad de aves es preocupante, ya no se ven mariposas, ni bichitos de luz, ni chicharras. Todo lo que es vida de campo, lo eliminaron”, advirtió.

Con respecto al tiempo que están padeciendo esta situación, Esquivel fue categórico: “Hace 23 años que vivo aquí y esto es desde siempre. Lo que pasa es que me he movilizado en los dos últimos años, porque me empezó a afectar en mi salud, me atacaba las vías respiratorias; y otros vecinos comenzaron a tener problemas en la piel. Hemos ido a la Municipalidad, a Medio Ambiente, a la Provincia, hice una denuncia temprana como la llaman, y nunca hemos tenido alguna respuesta por parte del Estado”, se quejó en tiempos donde el propio Estado deja librado al azar esta situación a las mal llamadas buenas prácticas, que no es otra cosa que el voluntarismo de los aplicadores de agrotóxicos.

“El poder de policía del Estado aquí no se ejerció nunca”, fue la lapidaria conclusión a la que llegó Esquivel.

Cerca del lugar hay una escuela, conocida en la zona como de la base Aérea, distante a 700 metros en línea recta y además en todos los alrededores hay mucha población estable. Por eso Esquivel enfatizó “que esto es parte del ejido de Paraná, que no es una zona rural ni estamos en medio del monte”.

“En la última fumigación que hicieron, me expuse junto con un colaborador demasiado y terminamos en el dispensario de Colonia Avellaneda. Yo con una máscara de oxígeno por cinco días y mi colaborador con cefalea por varios días, producto del veneno con el que estaban fumigando. Incluso el médico que me atendió en la Guardia me dio un certificado para tenerlo como antecedente, donde expuso estas consecuencias”, expresó Esquivel al programa Cuestión de Fondo (Canal 9, Litoral).

La preocupación de este vecino, es compartida y corroborada por el médico oriundo de Cerrito, Darío Gianfelici, quien desde hace más de 20 años viene denunciando en soledad sobre el incremento de malformaciones, abortos espontáneos y casos de cáncer en la población de la zona.