El ingeniero acusado por su expareja aseguró que «nunca obligó a su esposa a mantener escenas eróticas con otras personas a través del chat». Peritos informáticos declararon y las partes realizaron evaluaciones diferentes.

En Paraná se sigue en los tribunales, el juicio a puertas cerradas a un hombre de 45 años, ingeniero en construcciones acusado de obligar a su exesposa a tener sexo virtual a través del chat con otros hombres.El profesional fue imputado por el delito de Coacciones y Privación ilegítima de la libertad, por hechos denunciados en la justicia el 7 de enero de 2016.

Las audiencias son presididas por la jueza Marina Barbagelata, y en la postura de los fiscales de Violencia de Género Leandro Dato y Valeria Vilches hay pruebas para lograr la condena de hasta cuatro años de cárcel al profesional denunciado.

La mujer, en la primer audiencia, declaró y contó los escabrosos momentos a los que era sometida en su intimidad por su exmarido con el que concibió tres hijos.

Al respecto, el abogado defensor del ingeniero, Marciano Martínez explicó que por tratarse de una causa a puertas cerradas, iba a suministrar algunos datos, para no alterar las audiencias. Así y todo, explicó: «Nuestra postura es que mi defendido es inocente, que puede ser merecedor a un reproche moral, pero no penal».

«Respetando a la señora, mi defendido cree que todas las situaciones que están siendo analizadas son motivos de acciones privadas de una pareja que ocurren en la intimidad, dentro de cuatro paredes», resaltó, para marcar: «A la señora le pregunté dos veces si estas cuestiones fueron consensuadas, es decir con el consentimiento de los dos, y me dijo que sí, por lo tanto, no debería existir ningún tipo de delito».

«Ante otra consulta, la mujer también admitió que estas relaciones, ocurrieron dentro de la intimidad y que cada vez que se ejecutaban cerraban la puerta. El tema es el siguiente, cualquier pareja para mantener relaciones sexuales, cierran la puerta de su dormitorio, más sabiendo que hay hijos mayores de edad».

El abogado admitió, en declaraciones a diario Uno que es una de las pocas causas que en su dilatada trayectoria le lleva a ingresar en los intrincados caminos de la privacidad de las personas y los límites lógicos de esas relaciones.

Peritos informáticos
Peritos informáticos declararon ayer en la segunda jornada del juicio. Las partes realizaron evaluaciones diferentes.

Para la defensa, las imágenes y diálogos que se exhibieron no eran indicativos de que la mujer era obligada a realizar los chats; en tanto que para Fiscalía, más que las imágenes, el tenor de los chats eran elocuentes de la falta de consentimiento por parte de la supuesta víctima.

La audiencia continuará hoy con la declaración de peritos psicólogos y psiquiatras, en tanto que los alegatos tendrán su espacio mañana. Con las dificultades propias para comprender la lógica del mundo de la informática, las partes pudieron ver parte del material que se extrajo de las computadoras que se secuestraron en la casa del imputado, y realizaron las preguntas que consideraron pertinentes para abonar sus respectivas hipótesis: la de Fiscalía que alude a que la mujer era obligada a realizar los chats, y la de la defensa que sostiene que había consentimiento. En este sentido, se supo que en su declaración la mujer deslizó que en un primer momento la actividad estaba «consensuada».

El primer perito que declaró exhibió fotos y diálogos que una mujer, a la que no se le veía le rostro, habría mantenido en el portal del sitio de encuentros. Allí, según se precisó a esta Hoja, se podía ver el cuerpo de una mujer en ropa interior que respondía preguntas de distintos usuarios. El segundo perito, que se explayó por más de una hora, se dedicó a exhibir fotos y supuestos diálogos de la mujer, pero aquí con usuarios específicos, en forma individual.

Para la acusación el tenor de los diálogos es contundente y prueba la otra parte de la imputación, que consistiría en que el acusado dejaba a la mujer «encerrada en algunas ocasiones dentro de la habitación matrimonial para que lleve adelante dichas acciones, en el domicilio familiar, aprovechándose de la situación de sumisión y temor a la que la sometió durante toda la relación de pareja», publica El Diario.