La actividad física esencial en la prevención de la obesidad
La obesidad vista como epidemia que afecta a niños, jóvenes y adultos ya no asusta, sino que invita a profundizar Políticas estrategias y hábitos que promuevan la prevención desde edades tempranas.
El concepto más claro es que la actividad física es uno de los determinantes del peso corporal y esencial en la prevención de la obesidad.
La evidencia científica demuestra que el sedentarismo tiene un impacto negativo en la salud y contribuye en forma determinante en las enfermedades crónicas no transmisibles, la importancia del ejercicio en el control de peso ha sido una fuente de confusión y frustración tanto para los profesionales de la salud como para la población general. Al respecto la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) elaboró una «Posición» sobre los efectos de la actividad física en el tratamiento y la prevención de la obesidad.
Dice el documento de la SAN: «La prevención de la obesidad es una prioridad por ser causa de aumento de la morbimortalidad poblacional. Las intervenciones que pueden mantener o promover comportamientos saludables desde una edad temprana y que pueden prevenir la obesidad a largo plazo son más eficaces que tratar la obesidad y las enfermedades relacionadas con ésta, una vez que se ha desarrollado. La actividad física es uno de los determinantes del peso corporal».
Además, el texto señala que: «Hay evidencia de que mayores niveles de actividad física disminuyen considerablemente el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas, y estos beneficios se aplican a todos los grados de Índice de Masa Corporal (IMC)».
30 minutos por día
Así como la actividad física regular protege contra un aumento de peso; los estilos de vida sedentarios, en particular las ocupaciones que no requieren movimiento y el ocio inactivo como ver televisión, lo favorecen.
De acuerdo a la SAN, «para la prevención de la obesidad se recomienda una acumulación mínima de 30 minutos de actividad física al menos 5 veces por semana (de ser posible, todos los días) a intensidad moderada. La misma puede realizarse de manera continua, intermitente y /o acumulada. Para personas mayores de 65 años la recomendación se reduce 3 veces semanales, incluyendo a la rutina ejercicios con pesos moderados y ejercicios de equilibrio». Se entiende por intensidad moderada a aquella actividad en la cual es posible mantener una conversación mientras se realiza.
La doctora Alicia Bernasconi, coordinadora del grupo de trabajo Actividad Física de la SAN explica: «»Gran parte de las recomendaciones en el tratamiento y prevención de la obesidad ponen énfasis en la dieta y en la disminución del peso, y restan importancia al ejercicio físico y la aptitud física. Sin embargo, se debe tener en cuenta que muchos de los beneficios orientados a la prevención de alteraciones metabólicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares pueden ser evidentes y logrados con el solo hecho de mejorar la aptitud física».
La especialista agrega que «dos de los principales métodos de control de peso son, por un lado, los relacionados con la educación nutricional y, por el otro, el aumento de la actividad física informal, como subir escaleras, andar en bicicleta, caminar al trabajo; y formal, como la práctica de ejercicio físico regular y hacer deportes. Esta asociación tiene una relación directa dosis-respuesta entre la intensidad del ejercicio y la pérdida de peso, siempre en conjunto con las recomendaciones nutricionales».
La obesidad es una enfermedad de origen multifactorial, en la que intervienen factores genéticos y factores del medio ambiente, como una alimentación hipercalórica, acompañados por un marcado sedentarismo. «Sin embargo –apunta Bernasconi– la combinación de ejercicio y dieta ha demostrado que es más eficaz que cualquiera de estas medidas por separado».
Voces del mundo
Así, el American College of Sports Medicinesostiene que la manera más adecuada de perder peso se consigue cuando un individuo ingiere entre 500 y 1.000 kilocalorías menos de las que consume habitualmente junto con un plan de actividad física de, como mínimo, de 150 minutos por semana.
Agrega Bernasconi: «Más allá de que esta combinación sirve como base para desarrollar programas de pérdida de peso. No debemos pasar por alto los beneficios propios del ejercicio físico como el aumento de la capacidad cardiocirculatoria, respiratoria y metabólica; una mejor composición corporal, ya que disminuye la masa grasa y aumenta la masa magra; el incremento de colesterol ‘bueno o HDL’ y la disminución del colesterol ‘malo o LDL’; y de una mejora de la autoestima, de las sensaciones de bienestar y humor».
Por último, el documento de la SAN asegura que «la evaluación previa de las personas que realizarán actividad física es indispensable para gozar de los beneficios del ejercicio, con la seguridad de que sea una pauta terapéutica y no una contraindicación».
El examen previo deberá tener en cuenta los antecedentes personales de salud y deportivos, jerarquizando la búsqueda de patologías cardiovascular, metabólica y/o respiratoria, así como las cuestiones ortopédicas y traumatológicas, especialmente rodillas y columna.
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