La desaparición de Blanca Susana Sola, una adolescente entrerriana
Por Mariana Carbajal
La misteriosa desaparición hace 29 años en Gualeguaychú de una adolescente, de quien nunca más se supo nada, salió ahora del olvido, con el hallazgo de restos óseos muy cerca del lugar donde se la vio por última vez.
Una periodista se conmovió con la historia y quiso saber en qué había quedado la búsqueda judicial en aquel momento y se encontró con que el expediente había sido quemado, sin dejar rastros de la pesquisa. Ahora un juez se comprometió ante la familia a reactivar la búsqueda, actualizar cómo sería su fisonomía, cotejar esos huesos –si se confirma que son humanos– con ADN de los hermanos, y mandar oficios a las morgues de todo el país. Hoy la mujer tendría 43 años.
Parece un cuento policial. Pero es historia verídica. Blanca Susana Sola tenía 14 años y el cuerpo menudo cuando desapareció el 17 de marzo de 1990, de Gualeguaychú. Estaba cursando séptimo grado. Era la novena hija de un matrimonio humilde, que había llegado al barrio San Isidro, donde vivían, hacía algunos años desde una zona rural cercana, y primero se dedicaron a la albañilería y luego a cultivar productos de quinta. Ahora tienen una panadería. Desde aquel día, hace 29 años, no se supo más de Susana. Sus padres y sus 9 hermanos la buscaron «artesanalmente» pero ni la Justicia ni la policía intentaron saber qué le había pasado.
La investigación apuntó principalmente a que la adolescente había planeado una supuesta fuga y se había ido por su cuenta, a pesar de que tenía un leve retraso madurativo y no llevaba su DNI ni dinero. Ni siquiera se la denunció ante organismos nacionales como desaparecida para que su rostro se mostrara en afiches en aeropuertos u otros lugares clave.
Su historia quedó en el olvido en el barrio hasta diciembre, cuando el hallazgo de restos óseos, y la sensibilidad de la periodista local Paola Robles Duarte, removieron los recuerdos y se volvió a formular la pregunta que nunca debió silenciarse: ¿Qué pasó con Susana? Mientras se esperan los peritajes forenses que establecerán si se trata de huesos humanos, el flamante juez de Garantías y Transiciones N° 2 de Gualeguaychú, Ignacio Telenta, reabrió el caso: a partir del 8 de abril declararán Juan Sola, hermano de la chica y quien estuvo más involucrado en su búsqueda, y varios periodistas que cubrieron la noticia en su momento.
«Susana desapareció hace 29 años y el Estado volvió a desaparecer al expurgar el expediente judicial de su búsqueda. Hasta los archivos policiales se quemaron. Cuando pedí en la comisaría donde se radicó la denuncia los movimientos del mes de marzo de 1990, la respuesta que me dieron de la Jefatura Departamental fue que se habían quemado por una mudanza de la dependencia policial», contó a Página/12 la periodista Robles Duarte, que escribe en el portal de noticias de Gualeguaychú Reporte 2820. Ella jugó un rol fundamental para que se reactive la investigación sobre el destino de la adolescente.
La familia cuenta que Susana tenía un pequeño retraso madurativo. Era retraída, aniñada. De ella, solo les quedaron cuatro fotos.
El juez Telenta recibió a Juan Sola y le pidió disculpas por la inacción judicial durante tantos años. Y anunció, entre otras medidas, que pedirá se incorpore Susana a un registro de búsqueda de personas a nivel nacional y que se realice una simulación de posibles cambios morfológicos del rostro de la mujer. También dijo que cruzará datos con ANSES, con el Registro Nacional de las Personas, y demás organismos nacionales. «Vamos a trabajar con todas las posibilidades que tengamos, vamos a agotar las instancias», le dijo el juez a la periodista.
–¿Cómo te involucraste con el caso? –le preguntó este diario a ella.
–El 10 de diciembre un periodista declaró en fiscalía que un albañil que trabajó en la construcción de un paredón hace 15 años le dijo que en aquel momento habían encontrado restos óseos, que le parecieron de una persona pequeña y que taparon todo y no quisieron decir nada, pero que se había quedado con la intriga de qué pudo haber pasado. Se ordenó la excavación en la zona, donde indicó el periodista, y se encontraron huesos. El periodista recordó que hay 21 personas desaparecidas en nuestra localidad pero también que hubo un caso hace 29 años de una chica, que podría tener que ver con ese hallazgo. Y yo me enganché con la historia porque está atravesada por la cuestión de clase y de género. Como decía Carmen Soler en su poema, «son penas muy encimadas el ser pobre y ser mujer». Capaz porque soy mamá de una nena de diez años que si va al kiosco de la esquina y no vuelve, quiero que me ayuden a buscarla hasta encontrarla. Me conecté con esta idea tan injusta de que una piba puede no volver a su casa, y el Estado no solo no la busca sino que la vuelve a desaparecer.
A los pocos días de conocer la historia de «esa chica a la que se la había tragado la tierra» como decían en el barrio San Isidro, hubo otro hecho que movilizó a Paola a querer saber cómo había investigado la Justicia y a qué conclusión se había llegado sobre la desaparición de Susana: fue la noticia, conocida el 25 de diciembre, del rescate de una mujer oriunda de Mar del Plata en Bolivia, que había sido secuestrada en 1987, cuando era adolescente, para ser explotada en un prostíbulo durante 32 años. ¿Y si Susana había corrido la misma desgracia?, se preguntó la periodista.
Paola empezó por intentar reconstruir la historia de la búsqueda de Susana. Después de descubrir que ya no existía el expediente judicial, más que la carátula de la causa asentada en un libro de actas, se contactó con sus hermanos, con vecinas, con amigas de su infancia, con los abogados que acompañaron a la familia, con algunos de los cuatro jueces que tuvieron a cargo el expediente. Hace pocos días publicó su investigación en el portal de noticias de Gualeguaychú R2820.com (<https://r2820.com/notas/a-29-aos-de-su-desaparicin-la-justicia-reconstruir-la-causa-de-blanca-susana-sola.htm>) y se contactó con esta cronista para que el caso tuviera trascendencia a nivel nacional.
Esa tarde del 17 de marzo de 1990, Susana fue a la casa de su hermana Gloria, a dos cuadras de la suya, donde vivía con sus padres. Gloria estaba casada con un hombre veinte años mayor que ella, Miguel González, a quien le decían Cacha y había conocido siendo adolescente, cuando la habían mandado a trabajar cama adentro a una estancia. Cacha era peón. Gloria y Cacha tuvieron dos hijos. Esa tarde Gloria se fue al mercado y Susana quedó con su cuñado, según recordó ella. Al día siguiente, Gloria fue a casa de sus padres y le preguntaron por Susana. Ella estaba convencida de que había regresado el día anterior –lo que le dijo su marido cuando ella volvió de hacer unas compras–; los padres pensaban que se había quedado a dormir en su casa. Ahí empezó la búsqueda de la adolescente.
La familia Sola tiene una panadería, La Ideal, en el mismo lugar donde vivían los padres, que fallecieron sin volver a ver a su hija.
Susana desapareció en las inmediaciones de las calles Schachtel y 2 de Abril, del barrio San Isidro. Los restos óseos fueron encontrados a dos cuadras de la panadería y de lo de Gloria y Cacha. El fiscal Martín Scattini los mandó a peritar al Cuerpo Médico Forense en Paraná. Todavía se esperan los resultados que determinen, en primer lugar, si son humanos.
–¿Después de escuchar a familiares, vecinos, amigas, operadores de la justicia y abogados qué piensa que pudo haberle pasado a Susana? –le preguntó este diario a Paola.
–A los hermanos siempre los ha atravesado ese interrogante de qué papel jugó el cuñado. Ni siquiera tienen la certeza de si fue llamado a declarar y qué declaró. Eso se perdió. El hombre falleció hace algunos años. Las amigas hablaban de que cuando era niña el cuñado la atemorizaba. Esta es una de las hipótesis. La familia espera que ahora la Justicia haga algo. Salvo el testimonio de una vecina, Ema Mercado, que dice que la vio pasar a las siete y pico de la tarde, caminando en dirección a su casa, todo indicaría que podría no haber salido de la casa de Gloria. Susana era una nena con cierto retraso madurativo. Retraída. No se llevó DNI, no le da el perfil para preparar una huida. Al punto que esa tarde quería quedarse a comer torta en la casa de la vecinita que cumplía 1 año. Hay una versión de las amigas de aquella época, de que había un chico que a ella le gustaba, que era hijo de una señora que tenía un kiosco y muchos testimonios del barrio coinciden en que esa mujer que estaba en pareja con un hombre de apellido Carro, traía chicas del norte del país y viajaba con ellas a la provincia de Buenos Aires, y volvía sola. Como en un típico mecanismo de captación para una red de trata. Quisimos chequear cada una de estas hipótesis, qué había investigado la Justicia, y nos encontramos con que no hay expediente. Tanto los jefes de policía como la mayoría de los jueces que tuvieron la causa, estuvieron convencidos de que la piba se fue por voluntad propia y no investigaron. Esa es la realidad.
La familia de Susana es de pocos recursos. Juan soñó todos estos años que hubiese un afiche con la carita de su hermana, por si alguien la veía o para que ella misma supiera que sus hermanos la estaban buscando.
Los jueces que tuvieron contacto con el caso fueron Celestino Toller, que era el juez de Instrucción en aquel momento. Enseguida se jubiló. El segundo fue Norberto Edgardo Stettler, que fue el magistrado que más se movió en la búsqueda junto a su secretario Mario Gómez del Río. Stettler era fiscal y quedó a cargo del juzgado de Instrucción. Actualmente es juez federal. Después la causa quedó a cargo de Eduardo García Jurado, que la archivó. Y después, «todo indicaría» que el expediente fue quemado.