La inflación es muy alta pero la Argentina es muy barata
A pesar de que el dólar lleva casi dos meses de estabilidad, de que entró en vigencia el programa de precios esenciales, de que la política fiscal es contractiva, de que no hay aumento de la base monetaria, de que las tasas de interés siguen por las nubes, y a pesar de la depresión del consumo y la actividad productiva, la inflación sigue siendo extremadamente alta, tal como informó el Indec.
El 3,1% de aumento en el índice de precios al consumidor en mayo es prueba irrefutable de que la artillería antiinflacionaria del Gobierno no está dando los resultados esperados, ni en términos de magnitud ni en cuestión de velocidad. A menos que alguien se conforme con que toda esa batería haya logrado reducir el aumento de precios por segundo mes consecutivo, desde el 4,7% que había alcanzado en febrero.
Pobre consuelo si además de tomar en cuenta que el 3,1% de mayo es un porcentaje altísimo (mayor que la inflación anual de Chile, Perú o Bolivia), se considera que en los últimos 12 meses ha alcanzado el 57,3%, que es la interanual más alta desde las dos hiperinflaciones previas al inicio de la Convertibilidad en 1991, publicó Infobae.
A eso se agrega que los dos rubros de mayor incidencia en la canasta de consumo de los más pobres aumentaron más que el promedio. Alimentos y Bebidas acumula una suba del 64,9% y Transporte del 70,6%. Al respecto, según los cálculos del Instituto de Estadística de los Trabajadores el decil de asalariados que menos gana ha soportado una inflación interanual del 60,3%. Y la contracara más inmediata de ese tremendo salto en el costo de vida es obviamente la enorme pérdida que han sufrido el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.
No es paradójico sino perfectamente compatible que al mismo tiempo que a los argentinos les resulta cada vez más caro vivir, el costo de vida en dólares en la Argentina haya caído hasta mezclarse con los más bajos del mundo.
Esto último queda en evidencia en el ránking que elabora Numbeo, una gigantesca base de datos que elabora diariamente un índice de costo de vida medido en dólares de cientos de ciudades de 119 países, que se alimenta de fuentes autorizadas, como por ejemplo webs de supermercados, instituciones oficiales, organizaciones de consumidores y del aporte de ciudadanos al estilo de lo que sucede en Wikipedia.
El índice toma como referencia al de Nueva York, que siempre es 100, con lo cual si una ciudad o un país tiene un índice de 60 significa que vivir cuesta un 40 por ciento menos que en esa ciudad de Estados Unidos.
En el ránking por ciudades de Numbeo que se pubicó ayer, Buenos Aires aparece en el puesto 286 entre las 379 ciudades incluidas, con un índice de 36,91, lo que implica que la capital argentina es un 63,09 por ciento más barata que la gran city estadounidense. Ese listado lo encabeza Zurich con un índice de 127,78 y en el último lugar figura la paquistaní Rawalpindi con un índice de 17,75.
En la tabla por países la Argentina está ubicada en el puesto 96 entre un total de 119. Suiza está al tope con un índice de 121,16 y en el fondo Pakistán con 20,40 unidades, la quinta parte del nivel base de Nueva York.
Que a los argentinos les resulta caro un país que en dólares es muy barato tiene una explicación sencillísima: el descomunal aumento del tipo de cambio de los últimos 14 meses elevó los precios en pesos muy por encima de los salarios, pero no tanto como la suba del tipo de cambio. El dólar le ganó a la inflación, y la inflación a los salarios.
En la variación del índice de costo de vida de Numbeo desde 2011 se aprecia cómo se mueve a compás similar al del dólar.
Se ve claramente como la apreciación del peso de 2012 y 2013 encarece el costo de vida en dólares, y, al revés, cómo la fortísima devaluación de 2018 y de este año lo abarata muy marcadamente.
Pero si bien es cierto que hasta ahora la devaluación del peso que comenzó en abril del año pasado fue mayor a la inflación, la diferencia se ha achicado sensiblemente, en la medida que el dólar lleva casi dos meses de estabilidad y la inflación continúa siendo elevadísima.
Ese achicamiento se refleja con nitidez en el índice de tipo de cambio real multilateral (ITCRM) que calcula el Banco Central, que mide el precio relativo de los bienes de la economía argentina en relación al de sus principales socios comerciales.
El ITCRM es similar al Numbeo pero más sofisticado. Es más alto y sube si el dólar le gana a los precios (y viceversa), y también puede subir si un país con el que hay fuerte intercambio comercial pierde competitividad cambiaria porque el dólar baja en relación a los precios de ese país (y viceversa). Por ejemplo: si en Brasil cae el dólar su economía se encarece y eso haría que suba el ITCRM argentino.
El tipo de cambio real multilateral se ubica actualmente en 114,1 unidades, que es muy inferior al máximo que había alcanzado el 28 de setiembre pasado, cuando llegó a 142, aunque todavía está por encima de valor 100 del día en que se levantó el cepo, a mediados de 2015, y muy por arriba del mínimo de 84,2 que había tocado el 11 de diciembre de 2017.
Con la abrumadora colaboración del préstamo que otorgó el Fondo Monetario Internacional el Gobierno está haciendo todo lo posible por mantener clavada la cotización del dólar y de esa manera impedir que el mal dato de inflación de mayo sea aún peor. Es una estrategia típica en los años electorales. Habrá que ver si consiguen llevarla a término, y en tal caso si les alcanza para ganar la elección.
Por Marcelo Zlotogwiazda