En quince años los nacimientos en Victoria bajaron más del 60%, en línea con un fenómeno global que ya empieza a transformar áreas clave como la educación.

El número de nacimientos registrados en la ciudad de Victoria muestra una disminución sostenida durante los últimos años, reflejando un comportamiento similar al que atraviesan numerosos países del mundo. Según datos del Registro Civil local, en 2010 se registraron 624 nacimientos, mientras que para 2016 la cifra descendió a 590. Desde entonces, la caída se profundizó:

  • 2020: 432 nacimientos

  • 2021: 400

  • 2022: 359

  • 2023: 331

  • 2024: 274

  • 2025: 236 (hasta la fecha)

En apenas una década y media, la cantidad de nacimientos se redujo más del 60%. Se trata de un cambio significativo que interpela a la comunidad y anticipa transformaciones sociales, económicas y demográficas.

Un fenómeno que se replica en el mundo

A nivel global, la tendencia también es descendente. En 2024 se registraron alrededor de 132 millones de nacimientos, una cifra estable en términos absolutos, pero menor en relación con el crecimiento poblacional. La tasa global de fertilidad se ubica hoy cerca de 2,3 hijos por mujer, cuando hace medio siglo superaba los 5.

Las proyecciones indican que el descenso continuará, y muchos países ya están por debajo del nivel de reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer). Mientras regiones de África y partes de Asia aún muestran tasas altas, buena parte de América Latina, Europa y el Este asiático enfrentan un escenario opuesto: menos nacimientos y poblaciones que envejecen.

Entre decisiones personales y contextos cambiantes

Las causas del descenso de la natalidad son múltiples. Entre las más señaladas por especialistas se encuentran:

  • postergación de la maternidad y la paternidad,

  • mayor inserción laboral y educativa de las mujeres,

  • inestabilidad económica,

  • costo creciente de la crianza,

  • nuevas dinámicas familiares y vínculos más inestables,

  • urbanización y falta de políticas que faciliten conciliar trabajo y cuidado.

Las transformaciones culturales también ocupan un lugar central: tener hijos dejó de ser un mandato para convertirse en una elección más consciente.

Un impacto que ya se siente en las escuelas

La caída de la natalidad comienza a reflejarse en el sistema educativo. Jardines y escuelas primarias observan una baja en la matrícula y la necesidad de reorganizar grupos. La tendencia abre preguntas sobre el futuro de la estructura escolar, la planificación docente y el uso de recursos en instituciones con menos alumnos.

En otros países, el fenómeno ya derivó en cierres de escuelas rurales, fusiones de instituciones o cambios en el rol social de los establecimientos educativos. Argentina empieza a mostrar señales similares en localidades donde la población joven disminuye o migra.

Un cambio silencioso que invita a pensar el futuro

La caída de los nacimientos no solo modifica estadísticas: transforma la vida cotidiana, redefine prioridades y obliga a repensar políticas públicas relacionadas con la familia, la educación, la vivienda y la economía local.

¿Estamos frente a una crisis demográfica o ante una nueva forma de equilibrio? ¿Cómo se reorganizarán las escuelas, las comunidades y los proyectos familiares en un contexto donde cada generación es más pequeña?

Son preguntas que atraviesan a Victoria y al mundo, y que marcarán el debate público en los próximos años.