Fue uno de los batacazos más recordados. El neoyorquino perdió su invicto, su título mundial pesado y la categoría de «invencible».
El boxeo tiene muchas fechas históricas y la del 11 de febrero de 1990 es una de las más recordadas. Fue la noche en la que Mike Tyson perdió su invicto ante James «Buster» Douglas que se quedó con toda la gloria y el recuerdo eterno.
El combate se llevó a cabo en Tokio, Japón, la misma ciudad donde Nicolino Locche se consagró campeón mundial y quedó inmortalizado como el «intocable» frente al estadounidense Paul Takeshi Fujii.
Douglas, quien semanas antes sufrió la muerte de su madre, controló la pelea desde el inicio ante el gran favorito. Tyson, envuelto en escándalos con su esposa de entonces, tuvo una preparación deficiente.
Los jabs de «Buster» hicieron mella en el campeón de los pesos pesados. Desde el quinto round, «Iron Mike» lució una hinchazón en el ojo izquierdo que lo condicionó para sacar su mejor boxeo.
En el octavo round, Tyson sacó un uppercat con mano derecha que derribó a Douglas. El conteo del árbitro mexicano Octavio Meyran fue acusado de «lento» por Don King, manager de Tyson, y Douglas se recuperó para el éxito que sorprendió al mundo.
«Buster», que ostentaba una marca de 29 triunfos y cuatro derrotas, propinó una serie de golpes repetidos al rostro de Tyson en el décimo capítulo, el del batacazo.
Significó el último de la pelea y marcó la primera derrota de quien parecía invencible hasta ese día.
Tyson, quien acumulaba 37 victorias consecutivas, embolsó seis millones de dólares, mientras que Douglas se adjudicó 1,3 millones, además de haberse consagrado el nuevo campeón de los pesos pesados.